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J. M. CORTIZAS
Miércoles, 11 de octubre 2017
Un déjà vu. Sevilla y Vilnius unidos por un modus operandi que confirma que el RETAbet tiene pegada, recursos, capacidad para arrimarse al peligro y salir airoso. Triunfo importante en formato doméstico el pasado domingo para estrenar el casillero de victorias en Liga Endesa y ... repetición de la jugada este miércoles en el capítulo piloto de su séptima entrega en la Eurocup. Si en una competición es vital empezar con buen pie es en la continental. Ganar en el Siemens Arena supone, además de tachar una cancha aún pendiente de una lista que avanza hacia su centenario, repetirse en voz alta que es posible, que mientras encajan las piezas la voluntad es una plusvalía que hay que explotar. Carles Duran es el encargado de decidir con quién se alista en estos escarceos y le está saliendo bien. No se casa con nadie, aunque no existe banquillo en el que no se paguen ciertos peajes, y el colectivo lo agradece. La primera al zurrón en la tierra del baloncesto.
Los pasos firmes, positivos, bien asentados que está dando el equipo abarcan tanto el producto global como los matices puntuales. Esta vez hubo que mover fichas antes de tiempo porque el Lietuvos había dibujado tres puertas atrás canjeadas en puntos. Son acciones muy evidentes que dejan en evidencia a la zaga, al menos al jugador al que se le atraganta la marca. No estaba muy centrado Dejan Todorovic y a los tres minutos dejo su lugar a Tomàs. Tiempo en la banda, charla con los asistentes tras el enfado del técnico. Mente reciclada para regresar cuando sea necesario. En su caso, lo antes posible ya que su peso específico en la pista ha conllevado uno de los crecimientos más notables que se recuerdan en la franquicia de Miribilla.
Todos los jugadores son importantes y necesarios, pero hay que tomarse con naturalidad que alguno no tenga su día, que esté espeso o el oponente de turno se le indigeste por las reglas del juego. En ese caso, paso a un lado y que el compañero de turno trate de solucionarlo. Y eso lo está bordando un Bilbao Basket que avanza con el ritmo, precisión y sincronía de una carrera de relevos.
Durante el primer cuarto, el RETAbet fue prudente. Solucionado el citado primer entuerto que le plantearon los lituanos de Kurtinaitis, supo no desgastarse quemando a un líder hasta completar la actuación más grupal imaginable. 26 puntos en ataque repartidos entre los nueve jugadores utilizados. Atrás, aunque engulló 25 puntos, sólo dejó sueltos a dos jugadores, después de neutralizar a Mavrokefalidis en cuanto Gladness entendió la situación. Tacadas de Baron por derecho y de Robert Carter encelado con la línea de castigo. Y poco más. Recursos limitados por los hombres de negro a un Lietuvos que avanzaba a tirones y, generalmente, en diferido dado que casi siempre eran los vizcaínos los que tensaban antes la goma.
A partir del minuto 10 el RETAbet comenzó a sentirse poderoso, a gustarse. Mumbrú asistía por la espalda a Todorovic para que anotara recreándose en la faena con un rectificado. 28-33, la marca sobre la que se colocó la rampa de lanzamiento. Era el tercer pase de canasta del capitán y era la confirmación de que el serbio, reseteado, aumenta su capacidad para jugar, en el sentido universal del término, en proporción directa a que su toma de decisiones sea coherente. Minutos encadenados en los que el trabajo en defensa fue ejemplar por actitud, intensidad, valentía y confianza. Se trataba de achicar espacios, de limitar la maniobrabilidad lituana, de no dejar recibir. Un ejercicio de intenciones que desembocó en el éxodo báltico, rondando la canasta cada vez desde posiciones más alejadas hasta concentrar su peligrosidad en los nidos de ametralladoras, en la lontananza en la que se manejan los triplistas.
Debe ser una gozada esa mezcla de cansancio y satisfacción, aumentada con la excitación que supone un vistazo a la estadística. Sólo dos canastas de campo (triples) concedidas en nueve minutos mientras la ventaja máxima crecía hasta los 14 puntos (34-48). Y con la posibilidad de que Carles Duran jugara a la carta, reservando a Gladness para cuando entrara en el parqué Mavrokefalidis.
La reanudación se hizo esperar. Un fallo masivo en la mesa de anotadores retrasó el inicio del tercer cuarto. Pero el Bilbao Basket ni se inmutó. Al contrario. Todorovic hizo de maestro de ceremonias y dio la bienvenida al Lietuvos con un triple y un robo que le permitió una canasta sencilla. 0-5 para un 36-55 que chirriaba en las gradas del Siemens Arena. O el RETAbet daba un doble mortal con tirabuzón y se estampaba contra el suelo o tenía el partido en la mano.
También como pasó en Sevilla, el margen le nubló ligeramente y los de Vilnius, a la desesperada, se partieron el pecho en un conato de remontada que por un momento tuvo visos de éxito. Malas elecciones de tiro de Mumbrú y Redivo y rebote bajo la tutela local. Se escuchaba el sonido de la fuga hasta un 75-79 con aún cuatro minutos de discusión. Los uniformados de blanco recuperaron la partitura y con una posesión idílica en busca del pase extra que acabó en manos de Mumbrú para que corrigiera su deriva y con su único pero monumental triplazo abriera el minuto final con el sello de la sentencia.
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