Sergio Llull

Jugador del Real Madrid

«Jugar en Bilbao es espectacular, la afición no falla y es el sexto hombre»

– Vienen a Miribilla con el pleno de victorias: 16 de 16. ¿Hay momentos en los que llegan a sentirse invencibles?

– No. Tampoco pensamos demasiado en la racha que llevamos. En el momento en el que nos creamos invencibles, probablemente alguien nos ganará y nos pondrá los pies en la tierra. El equipo está en una buena dinámica, trabajamos bien y conseguimos victorias. Pero esto es muy largo y acaba de empezar.

– En la temporada 2013-2014, fijaron el aún vigente récord de 31 triunfos seguidos. ¿Hay ánimos de ir a por él?

– No nos obsesionamos. De hecho, desconocía el dato. No es algo en lo que estemos pensando. Las rachas a veces pueden servir de poco. Puedes batir récords y a la hora de la verdad, en febrero y mayo, no estar a la altura y hacer que esos récords no sirvan de nada. Los títulos se deciden al final de la temporada.

– Vamos con el partido en Miribilla. ¿Cómo es jugar en Bilbao?

– Jugar en Bilbao es espectacular, con una afición que no falla nunca y está ahí de sexto hombre. Presiona al rival y motiva a su equipo. Da gusto jugar en pabellones así.

– En menos de dos meses se cumplirán 17 años desde que debutó en la ACB. Lo hizo precisamente ante el Bilbao Basket en La Casilla, un 8 de enero de 2006. ¿Cómo fue aquel día?

– Lo recuerdo todo. Había ido convocado en un par de partidos con el primer equipo y en Bilbao pude debutar. Perdimos de bastante (el Bilbao Basket ganó al Manresa 93-76). La Casilla era inexpugnable aquel día. Metí dos puntos, que no entraron. Me hicieron un tapón de esos al tablero. A pesar de la derrota, es un momento que guardo con mucho cariño. Mi primer partido en la ACB.

– Ha jugado en La Casilla, el BEC y Miribilla. ¿Dónde ha respirado más baloncesto y ambiente?

– Es difícil... A lo mejor descartaría al BEC. Era raro, muy grande, pero un poco frío. La Casilla era una auténtica olla a presión y Miribilla también es espectacular.

– Desde hace años, su apellido se hace grito en todos los partidos de Miribilla cada vez que un jugador rival falla un tiro libre. ¿Conocía esta tradición?

– Sí, sí, lo sabía.

– ¿Qué le parece?

– Es una cosa curiosa. Viene todo de un partido en la época de Messina, cuando fallé tres o cuatro tiros libres en los últimos minutos. Casi nos cuestan el partido, aunque ganamos. A partir de ahí empezaron con la broma. Me lo tomo muy bien, con mucho cariño. Da gusto que se acuerden de ti cada semana (risas).

«El Bilbao transmite carácter»

– En marzo de 2014, el Madrid tuvo un detallazo en Miribilla con el Bilbao Basket: hizo el pasillo a la plantilla vizcaína, que llevaba tiempo sin cobrar.

– Me acuerdo. Más allá de la rivalidad deportiva que puedes tener con cualquier equipo, lo principal son las personas. En aquel momento, los jugadores y trabajadores del Bilbao Basket. Gente, empleados, que viven día a día en cuanto al sueldo. Nosotros intentamos hacer ver que las cosas no estaban bien, que se estaba cometiendo una injusticia. Intentamos dar nuestro apoyo y cariño al Bilbao Basket en unos momentos difíciles. En la cancha queremos ganar siempre, pero fuera somos todos deportistas, jugadores de baloncesto y nos tenemos que apoyar.

– Dijo algo que no se imaginaba Bilbao sin baloncesto.

– Por supuesto. Debuté en Bilbao. Han sufrido, han estado arriba, han jugado una final de la ACB tras eliminarnos a nosotros en las semifinales, han estado en la Euroliga. Para mí, el Bilbao es uno de los clubes míticos de España. No me imagino una liga sin el Bilbao Basket.

– Hoy jugará su partido 585 en la ACB e igualará a 'Chichi' Creus. ¿Qué importancia da a los números?

– Les daré más importancia cuando me retire y eche la vista atrás. Para mí es un honor igualar a una leyenda como 'Chichi' Creus y un orgullo jugar tantos partidos en esta competición. Ojalá puedan ser muchos más.

– El miércoles cumplirá 36 años con las vitrinas llenas de títulos. ¿Dónde encuentra la motivación para seguir y responder a la exigencia de la élite?

– Va con mi carácter, mi manera de ser. Me gusta jugar al baloncesto por encima de todo y ganar. Cuando ganas, cuando sientes esa satisfacción de hacer bien el trabajo y conseguir los objetivos, quieres repetirlo las máximas veces posibles. Ahí está mi motivación, dar el máximo para que el equipo gane y consiga títulos.

– Volviendo al partido, ¿qué le transmite este Bilbao Basket?

– El Bilbao siempre transmite ser un equipo con carácter. Es duro en defensa, tiene jugadores con talento en ataque y nunca da un balón por perdido, sobre todo en casa. Son sus señas de identidad, más allá del acierto que pueda tener. Es lo que les hace fuertes, su carácter y garra.

– Hoy le defenderá Pantzar, un joven al que tuvo de compañero en el Madrid hace unos años. ¿Cómo ve al sueco en la ACB?

– Le veo muy bien. Me alegro muchísimo de que le vaya bien. El año pasado hizo una grandísima temporada en el Valladolid y ahora está haciendo grandes números. Es un jugador joven y todavía tiene margen de mejora. Es muy trabajador, lo da todo en la cancha. Personalmente, me ayudó mucho a recuperarme de mi grave lesión. Entrenaba con él antes de volver al equipo. Hacíamos el uno contra uno en toda la cancha. Le tengo mucho cariño.

– Han pasado horas juntos.

– Sí. Además de ser canterano del Madrid, venía a entrenar con nosotros de vez en cuando. Me ayudó con la recuperación, a pisar la cancha, a trabajar con contacto. Le estoy muy agradecido.

– ¿Jugar ante 10.000 personas es otro día más en la oficina?

– Prefiero jugar en un pabellón lleno que a puerta cerrada. El baloncesto es un deporte de emociones, de sensaciones. Es mejor jugar en un campo lleno en contra y encontrar esa motivación de dar el cien por cien.

– ¿Cuál es su cancha rival preferida en la ACB?

– Estaría entre Bilbao y Manresa. Son dos sitios a los que tengo un cariño especial. Siempre es bonito jugar allí.

– ¿Cómo y cuándo nacieron las 'mandarinas'?

– No me acuerdo cuándo, pero nacieron en las redes sociales. En Twitter. Hay una parodia de Pablo Laso, 'Pablo Lolaso', que con esos tiros al final de la posesión, desequilibrados, algunos bastante inverosímiles, les puso el mote de 'mandarinas'. A partir de ahí, la bola se empezó a hacer cada vez más grande.

– «Se viene la 'mandarina'». Es ya una marca registrada.

– Va conmigo de la mano. Igual que Juan Carlos Navarro tenía su 'bomba', que era bastante más efectiva. Siempre que se escuchan 'mandarinas' en un campo estoy en medio.