Gran Canaria 80-67 Bilbao Basket

Una película tantas veces vista...

Vaya por delante que a los bilbaínos les tocaba jugar en una pista maldita, en un parqué incompatible con su sed de victoria, resistente al negro y a todas las tonalidades familiares, una suerte de consulta de dentista a la que uno pasa una vez al año sin anestesia. En sus 20 visitas al feudo canario, los hombres de negro solo han ganado una vez. Fue hace casi una década, en noviembre de 2014, una píldora de felicidad que habla a las claras de lo que supone para los vizcaínos competir en el pabellón del ahora Dreamland. Con estos antecedentes y el desplazamiento a Georgia en la mochila –más de 7.500 kilómetros de viaje por Europa–, había que buscar una vez más el interruptor en la oscuridad del túnel insular. Una misión que resultó del todo imposible a pesar del buen baloncesto desplegado durante casi media hora.

El Surne sabía que la actitud defensiva era fundamental a la hora de minimizar la potencia de fuego del Gran Canaria, que cuenta en sus filas con gente como Albicy, Alocén, Homesley, Thomasson, Brussino y Shurna, entre otros, todos capaces de matar a una mosca desde los 6,75. Se aplicaron a fondo los vizcaínos, generosos en las ayudas y labores de contención, quienes dirigidos por un estupendo Pantzar y un acertado Frey encontraron fisuras en el armazón de una de las mejores defensas de la ACB. El único lunar en el baloncesto de los visitantes eran las pérdidas, cuatro en los primeros siete minutos, y aún así mandaban en el marcador. La explicación estaba en los buenos porcentajes en tiros de dos (61%) y de tres (43%) con los que se llegó al descanso. Luego llegó el desplome.

Música y apagón

Sobresalían en el trabajo desde la línea mágica Frey –dos de dos– y Ali Abdur-Rahkman –dos de tres–. Bien protegidos atrás con defensas intensas y un intimidador Hlinason, los muchachos de Ponsarnau se fueron siete arriba con cinco puntos seguidos de un De Ridder quien volvió a saltar a la cancha con las pinturas de guerra puestas (13-20). Alocén minimizó los daños y Frey acertó para cerrar el cuarto inicial con seis puntos de ventaja (16-22).

El Bilbao Basket tenía un problema con nombre y apellido: Nico Brussino. Veía el aro del tamaño de una piscina y se marchó al descanso con 12 puntos y 16 de valoración, y terminó con 22 y 29. El Gran Canaria encontró también a Thomasson y a Shurna, que permitieron hacer un parcial de 6-0 nada más abrir el segundo período. No acusaron el golpe los visitantes, que con un triple contra el cristal de Dragic, otro limpio de Ali y un matazo de Hlinason recuperaron color. Frey anotó y mandó a los de negro a los vestuarios tres arriba (36-39).

Los vizcaínos regresaron con energía. Las canastas de De Ridder, Dragic y Marvin Jones pusieron la máxima con un más nueve (38-47). Jugaban con criterio, corazón y apegados a la hoja de ruta, pero el Gran Canaria cuenta con muchos mimbres para evitar que el cesto se descosa antes del tiempo. Brussino, Homesley y Thomason rubricaron un parcial de 9-0 y pusieron por delante a los suyos a falta de los últimos 10 minutos (59-58). Una técnica forzada por Jaka Lakovic coincidió con la reacción y el despegue de los amarillos. Fue el principio del fin.

Porque todo lo bueno hecho hasta entonces se esfumó. El Bilbao Basket solo metió dos triples de 12 intentos en la segunda parte –cero de cinco en el último cuarto–, Kullamae fue una sombra de sí mismo con un -8 de valoración, Dragic y Ali fallaban todo y solo Marvin Jones aportaba algo de luz. Con semejante apagón, la maldición canaria sigue vigente.