Gran Canaria 83-75 Bilbao Basket

Remar como nunca y perder como siempre

Sabía el Bilbao Basket que visitaba una de sus canchas malditas, donde en vez del parqué pisa minas. Una sola victoria en 18 visitas era el balance con el que se presentaba el equipo en la isla; ahora es una en 19. Conscientes de la dificultad y del tamaño de su oponente, inmerso en la lucha por la Copa, los hombres de negro se ajustaron al guion escrito por Jaume Ponsarnau y comenzaron a trabajar como galeotes. Tras encajar un parcial de 6-0 (9-5), devolvieron el golpe con un sabroso 2-10 que les puso cuatro arriba (11-15). Tenían las piezas amarillas más o menos controladas, salvo la de Brussino. El verso suelto argentino anotaba con facilidad y tiraba de los suyos. Los buenos minutos de Thijs de Ridder –salió en el quinteto inicial– dieron mucho aire a la franquicia de Miribilla y un triple desde Grecia de Tsalmpouris permitió a los visitantes cerrar el primer cuarto con buenas sensaciones y una ventaja de seis puntos (19-25).

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Uno a uno del Bilbao Basket en Gran Canaria

José Félix Cachorro

No tardó mucho los hombres de negro en detectar de dónde venia el peligro del Dreamland. Brussino y Happ hacían daño desde el perímetro y en la pintura, bien escoltados por el exhombre de negro Lammers, con el que nunca pudo Tsalmpouris, y un letal Pelos en los instantes decisivos. Los canarios abrieron el segundo período con un parcial de 8-0 que obligó a Ponsarnau a detener el partido. Apareció Kullamae con un triple enviado desde Tallín y Reyes por fin enseñó los dientes. El alero hizo ocho puntos sin fallo, un dos más uno incluido, y contribuyó en la fabricación de un interesante 0-7. El Surne se puso nueve arriba (29-38), su ventaja máxima hasta aquel momento, aunque no supo conservarla. A raíz de una antideportiva de Smith, quien llegó al descanso sin encestar absolutamente nada y acabó con una valoración negativa, los de Jaka Lakovic recuperaron el fuelle y se colocaron a uno (37-38). La misma diferencia con la que los vizcaínos se marcharon a los vestuarios. Podía haber sido bastante mayor si no hubieran perdido tres balones seguidos de una forma absurda.

Despegue y desintegración

La sociedad formada por Renfroe y Killeya-Jones empezó a funcionar a las mil maravillas. El 'míster catering' servía y el de Nueva Jersey machacaba. Happ no sabía cómo defender esta conexión, que cuando funciona es oro puro para los bilbaínos. El pívot hizo cinco puntos seguidos –acabó con 17, 4 rebotes y 22 de valoración– y Smith metió por fin su primera canasta, un triple que forzó a Lakovic a pedir tiempo muerto. La 'mano invisible' volvió a repetir desde los 6,75 y disparó a los vizcaínos (47-57). Añadió luego tres tiros libres y puso la máxima en el marcador: un más 11 que invitaba a soñar. Pero lo que se avecinaba era la pesadilla y un brusco despertar.

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Otra derrota derivada de un último cuarto muy negativo

José Félix Cachorro

Los hombres de negro entraron con una ventaja de siete puntos en el último cuarto, jugaron bien, defendieron, aguantaron al Gran Canaria con baloncesto y corazón, hasta que su mala cabeza, los nervios y las malas decisiones les borraron del parqué. Desaparecieron, al igual que en Badalona, Zaragoza, contra el Breogán... Los ejemplos son muchos y demasiados, hirientes. Una canasta de Happ puso por primera vez por delante a los locales (76-75) desde aquel lejano y efímero 47-46. Una avalancha en forma de un 12-0 sepultó a un equipo que remó como nunca y perdió como siempre. Solo lleva una victoria en las últimas nueve jornadas. La mochila pesa ya un mundo.