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Un triple de Bouteille a dos segundos del final da la victoria a los hombres de negro en otra prueba de fe del RETAbet cuando muy pocos confiaban en él

José manuel cortizas

Domingo, 2 de febrero 2020

Este equipo se merece todo. Respeto, crédito, admiración. Soporta como ningún otro grupo la presión de las situaciones extremas. Lo era ayer presentarse en La Fonteta con sólo Rafa Martínez como escolta por las ausencias de Brown y Rigo, porque ello imponía peajes a Álex Mumbrú en forma de roles y rotaciones inhabituales. Medirse a un rival de Euroliga teniendo que jugar en parte a otra cosa, con arreglos en la partitura que pueden conducir a que el coro desafine, un pecado, de producirse, absolutamente venial. El RETAbet no sólo defendió su canción. Se vino arriba, llegó a una interpretación alguna octava por encima de su zona de confort y provocó el éxtasis entre sus fans cuando Bouteille, otra vez él,

¿Dónde coloca este triunfo a los hombres de negro? La gran pregunta, cuya respuesta se va apareciendo cada vez con mayor rango de obviedad. Donde quieran llegar Mumbrú y los suyos.

Da fe de ello un Valencia que por segunda vez en el curso se vio sorprendido por un rival al que consideraba inferior. Lo es en presupuesto, rango, historial y capacidad. Pero a veces, bendito deporte, eso no lo es todo. La voluntad que muestran los de Miribilla cuando peor parece que les pueden ir las cosas es imperial. Hay que ponerse en situación. Vienen de que el Gran Canaria les pinte la cara en el único partido del año en el que nunca lograron competir.

Y ahí que se presentan los hombres de negro con el ego subido, dejando claro que querían trabajar, pelear y tener opciones.

Que avance el choque y se vea que era Dubljevic o nadie aumentaba la confianza en que todo progresaba adecuadamente.

Ya no sólo era que los valencianos no llegaran a imponer ritmo, control o dominio alguno.

Rafa Martínez se había tragado las lágrimas en el emocionante homenaje que se le tributó en el inicio. Ovación de varios minutos, de esos momentos en los que la congoja se impone sí o sí. Es historia, leyenda taronja. Once años que le valieron ser el máximo anotador de la historia del club de La Fonteta y el segundo en partidos jugados.

¿Sería capaz de aguantar lo que se le podía venir encima? Habría que esperar para comprobarlo. La respuesta la dio el 78-81 final. Agónico. El margen creció un par de veces hasta los diez puntos para ser el Valencia el que iba pellizcando el luminoso.

73-74 a falta de dos minutos. Una película que quienes seguimos a los de Miribilla ya la hemos visto muchas veces esta temporada. Empezó a pasar de todo.

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