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«Sí, ya me han dicho que llevaba la corbata un poco corta». Echa balones fuera porque fue su compañero Lolo Encinas quien le preparó el nudo. Era su primer día de traje, la puesta de largo oficial al otro lado del parqué, bolígrafo en ... ristre, asistiendo ahora a su entrenador, Álex Mumbrú, para una buena toma de decisiones en el ataque, su territorio. Javi Salgado tuvo una primera piedra inolvidable. Agasajado por el CB Canarias, estrechando la mano de Txus Vidorreta como técnico, y ganando en una cancha lagunera en la que los hombres de negro sólo habían clavado una pica precedente.
«Al principio se hace raro, aunque hayamos tenido varios partidos de pretemporada que sirvieron como test para ver lo que tienes que hacer y lo que le tienes que decir a Álex, en mi caso, situaciones de ataque. Pero fue raro. Me crucé con Marcelinho Huertas y me dijo lo guapo que estaba de traje (ríe). Pero empieza el partido y te olvidas de todo lo que no sea tu función», explica a EL CORREO el crack de Santutxu, apodo que le acompañará vista de corto o de largo. Sin esperarlo, su visita al feudo del Tenerife incluyó un reconocimiento en una semana que va bien cargada al respecto, con el homenaje que se le brindará el domingo en el RETAbet-Valencia y una sorpresa en la víspera. Txus Vidorreta le hizo entrega de un recuerdo. «Me dio él la placa del reconocimiento por mi trayectoria deportiva, una sorpresa agradable. También fue muy raro estar así con él. Me dio la enhorabuena y me deseó suerte».
Metido en faena, Salgado tiene claras sus competencias y las explica así. «Hablamos mucho Lolo y yo, fijándonos en situaciones. Yo me fijo en nuestro ataque y la defensa contraria y Lolo al revés. A través de los sistemas tengo que ver opciones buenas para atacar, entre las 30 o 40 posibilidades que trabajamos. Viendo eso, hablo con Álex para darle opciones que manejar y que con esa información tome decisiones en un tiempo muerto. Y en el descanso alguna corrección mayor. Es lo que he hecho siempre en la cancha jugando, aunque entonces era con más revoluciones. Creo que es una labor que se me da bien».
Anotaba cosas, amagaba tímidamente con levantarse, apretaba los puños según se iban facturando triples y mostraba una mueca de satisfacción cada vez que un hombre de negro salía con la ventaja suficiente para anotar. «Todo viene de un trabajo previo. Nos hemos visto tres o cuatro partidos del equipo contrario. Luego en el partido hay que estar al loro de diez o doce cosas. Álex me dice que le recuerde algunas cosas durante el partido para ir poniéndolas en práctica. Es bastante receptivo». Y confirma el bilbaíno que los toros son otra cosa vistos desde la barrera. «Parece muy fácil. Cuando hablamos en la oficina, la pizarra lo asume todo, las jugadas salen perfectas. Luego llega el partido y muchas veces no salen porque no te defienden así, por un pase malo o lo que sea».
También ocasionalmente dejó su lugar para ir a buscar el fondo del banco, donde los jugadores suplentes esperan su turno. Es una labor pedagógica. «Alguna situación que hemos entrenado y la hemos hecho mal se la recuerdo. Es un recordatorio de situaciones que identificas si las ves, y puestas sobre una hoja in situ las refrescas, mientras Álex debe seguir pendiente del partido».
¿Cómo se sufre o se vive más en la banda, como jugador o como asistente? Javi Salgado lo tiene claro. «Sé cuál es mi sitio, tengo que mantener la compostura. No me puedo levantar todas las veces que quiero. Como jugador estás con revoluciones a tope y en mi caso, además, me daba igual. Como entrenador estás más calmado y tienes que pensar más, estar más frío para analizar las situaciones. Como jugador era de vivirlo mucho, de meterme y hablar mucho con los compañeros, los entrenadores y hasta con los árbitros. Ahora no puedo porque te pitan una técnica y no viene al caso».
No fue hasta a falta de «minuto y pico» cuando le pareció en La Laguna que «era casi imposible que se nos escapara el partido». Le agradó percibir que «lo llevamos bastante controlado, salvo un rato en el segundo cuarto. La sensación es que podía caer en cualquier momento de nuestro lado». En su tarea incluye, además, una relación muy directa, por razones obvias, con los bases y jugadores de perímetro, «porque Álex quiere que tengan una buena lectura del bloqueo directo». Y reconoce que se toma su tiempo con Rousselle, al que las personales frenaron el miércoles. « Tiene ganas de hacerlo bien y demostrar, y muchas veces no mide la intensidad y le pitan faltas y se carga. Debe ir aprendiéndolo y tiene experiencia. Pero yo me quedo con intentar hacer algo de más y que te piten una falta que no porque no lo hagan, no defender y te metan canasta fácil».
Muchas horas ya empleadas. Y las que quedan. «Como entrenador te das más cuenta de todo lo que hay detrás». Como acabar de cerrar los vídeos del Valencia por la noche postpartido o revisionar el encuentro contra Tenerife en el vuelo de regreso ayer. Y el domingo una guinda en forma de homenaje. «Estoy muy agradecido. No pude despedirme en la cancha porque no sabía cuál iba a ser mi futuro y tener esta oportunidad que me brinda el club es muy bonito. Tocará emocionarme».
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