Bilbao Basket 72-74 Tenerife
Un heroico Surne cae sobre la bocinaBilbao Basket 72-74 Tenerife
Un heroico Surne cae sobre la bocinaFaltaban 27 segundos para el final. Empate a 72. Atacaba el Bilbao Basket tras haber ido ganando de 13 en el último cuarto, de seis a falta de 2'13, y de encajar un parcial de 2-14. Sin Withey ni Andersson, con Hakanson, Radicevic ... y Ubal 'tocados', los hombres de negro habían sometido al Tenerife. Al gigante, el actual campeón de la Basketball Champions League (BCL). A falta de fuerzas, tiraron del corazón. Falló Kyser para ganar. Cinco segundos. Tiempo muerto. Ahora atacaban los canarios. Pizarra de Vidorreta. Jaime Fernández anotó prácticamente sobre la bocina. Una puñalada en el corazón. Injusta, inmerecida. No ganaron los isleños, perdió el Surne, que pende de un hilo en Europa. Necesita superar al Darüssafaka y al Murcia y esperar que el UCAM caiga ante los canarios para meterse en el Top-8. Difícil, no imposible.
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No aprendió nada el Bilbao Basket del escalofriante comienzo en Gran Canaria, donde tiró el partido en un primer cuarto no apto de ser emitido en horario protegido. Si en las islas empezó con un 21-5 cadavérico, con el Lenovo Tenerife se permitió el lujo de arrancar con un 0-12 en apenas dos minutos. Un par de triples de Salin, dos canastas de Huertas marca de la casa y otra de Shermadini dispararon a los amarillos. Ponsarnau pidió tiempo muerto y probablemente un trankimazin para bajar las pulsaciones antes de hablar y no decir nada punible. Esta vez funcionó la pausa. Los hombres de negro respondieron con un contundente 14-0 gracias a una lluvia de triples de Radicevic –se pinchó la rodilla dolorida para ayudar–, Smith (2) y Rabaseda. De un 3-17 se pasó al empate a 17. Convertido en un pequeño microondas, el Surne comprendió que tenía que pelear con armas de largo alcance porque en la pintura le faltaban kilos y centímetros ante Shermadini y Guerra.
Llovía plomo bajo el techo de Miribilla, donde habita el ruido también entre semana. Cuando el equipo cayó, la marea le dio la mano y le levantó. Francis Alonso gustó con siete puntos casi seguidos, el griego Tsalmpouris se fue al descanso con seis rebotes, un matazo y otro triple, mientras que la 'mano invisible' de Adam Smith descargaba proyectiles de alta precisión. Era un enigma irresoluble para la defensa canaria, incapaz de pararle con sus vigilancias. El Bilbao Basket practicaba un baloncesto eléctrico, con mucho ritmo y tiro exterior. Con un acierto desde la línea mágica del escolta malagueño, el Surne su puso por primera vez en ventaja (28-25). Un parcial de 25-8 para reivindicar su derecho de pelear por vivir en la BCL.
Marcelinho Huertas tiraba del carro tinerfeño, apoyado por el fuego de Salin. Pero al Surne no le daba miedo quemarse. Buenas defensas, intensidad y valentía en las acciones ofensivas, la mayoría de ellas exteriores, permitieron al equipo ponerse seis arriba (41-35). Los visitantes ya no veían el aro con tanta facilidad, despistados con tantos brazos que parecían aspas. Emergió Smith para clavar una canasta sobre la bocina y mandar al equipo al descanso con un más ocho (43-35). En ese mismo instante llegaron grandes noticas de Turquía, donde el Darüssafaka había ganado al Murcia tras dos prórrogas. Tocaba rematar la hazaña en Miribilla. Casi ocurrió.
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Guerrero Sulejmanovic
Tras el paso por los vestuarios, Sulejmanovic se puso las pinturas de guerra y dijo a los suyos que le siguieran. Irían al fin del mundo con un hombre que saca petróleo donde el resto solo ve piedra caliza. El bosnio puso la máxima (47-37), y cuando el Tenerife replicó con un parcial de 0-7 apareció para coger rebotes, sacar faltas en pintura ajena, encestar y hasta clavar un triple que levantó Miribilla (60-50). Se le unió Tsalmpouris para poner a los bilbaínos 13 arriba, diferencia que rebajó Shermadini al cerrar el tercer período con un par de tiros libres (63-52). Quedaban los 10 minutos de la verdad.
Los pelearon los hombres de negro, con el corazón y las piernas, o lo que quedaba de ellas. Alonso se multiplicó en defensa y en rebote, el equipo remaba como uno, defendía con el alma, con lo que tenía, y resistía al gigante remolcado por Huertas. Hasta llegó a pensar en levantar el 'average' con el 69-56 (-12), pero entonces se desplomó con un parcial de 2-14 y el triple de Bolmaro (72-72). Falló Kyser y metió Jaime Fernández. Una puñalada en el corazón con el que habían trabajado los hombres de negro.
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