Bilbao Basket 80-97 Palencia
Una derrota sonrojanteJornada 32 ·
El Bilbao Basket cae con estruendo ante el colista y ya descendido Palencia en un partido digno de ser llevado al museo de los horroresSecciones
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Bilbao Basket 80-97 Palencia
Una derrota sonrojanteJornada 32 ·
El Bilbao Basket cae con estruendo ante el colista y ya descendido Palencia en un partido digno de ser llevado al museo de los horroresHa habido partidos buenos, regulares y malos, y luego está el del Zunder Palencia. Resulta complicado definirlo porque necesitaría de la creación de una categoría especial, como los puertos en el ciclismo o los platos recomendados por el chef, en la que encajar el encuentro ... perpetrado este sábado por el Bilbao Basket. Los hombres de negro cayeron con estruendo ante un rival matemáticamente descendido, con sus huesos en la LEB desde la semana pasada, incapaz de jugar una décima parte de su baloncesto. Sencillamente no estaban, derrotados por desaparecidos, con las únicas excepciones de un guerrero como Thijs de Ridder (21 puntos, 11 rebotes y 28 de valoración) y un voluntarioso Tryggvi Hlinason (13 puntos, 6 capturas y 19 de valoración). Sin defensa ni intensidad durante todo el choque, siempre por detrás en el marcador, el Suerne claudicó desde la primera jugada saldada con una pérdida de Sacha Killeya-Jones. No se compitió ante un adversario que llegaba a Miribilla con solo cinco victorias. Incluso hubo algunos silbidos al final dedicados al entrenador Jaume Ponsarnau. No había pasado jamás.
Los vizcaínos recibieron dos sopapos en forma de triples de Hands nada más abrir el partido. Así, en frío, para que ardan las mejillas. Reaccionaron con un parcial de 0-6, pero jugaban sin defensa ni intensidad, dos ingredientes básicos de cualquier plato ACB. Aunque esté enfrente un cadáver, un descendido a la LEB, andando no se llega a ningún sitio. El Bilbao Basket atacaba sin criterio y abajo era un coladero, con más agujeros que el queso Gruyère. Con apuntar que gastaron apenas dos faltas en el segundo cuarto está todo dicho. El Palencia estaba comodísimo, lanzaba muchas veces sin oposición, con tiros liberados, y de ahí su 8 de 14 en triples al descanso. Benite y el propio Hands -se fue con 16 puntos a los vestuarios y terminó con 25- se ponían las botas mientras los de negro se limitaban a acompañarles con la mirada. Un cero de cuatro en intentos de tres y siete pérdidas coronaron un nefasto primer período. Siete abajo (17-24) y peores sensaciones imposibles.
De Ridder era el que sacaba carbón de una tierra yerma. El belga se peleaba con el mundo, reboteaba, anotaba y procuraba defender, autor del único triple anotado por el Surne en toda la primera parte. Un sonrojante uno de diez que a más de uno le hacía frotarse los ojos a falta de una lámpara para pedir al genio que salga y reparta collejas. Un irreconocible Bilbao Basket deambulaba por la cancha incapaz de frenar al Zunder, encantado con los regalos del rival. Efectivamente, faltaban los lesionados Adam Smith y Keith Hornsby, gente que trabaja con los puntos, pero que el colista y ya inquilino de la LEB Oro se fuera al descanso con 51 puntos en el casillero retrató las miserias defensivas y baloncestísticas de un equipo que pide a gritos el fin de temporada. 14 abajo (37-51) tras los 20 minutos iniciales devolvían una imagen inaceptable de los vizcaínos.
De mal en peor
Quien más quien menos esperaba una reacción de furia tras el paso por los vestuarios, una muestra de orgullo ante un bendito Miribilla que soltó algún que otro silbido, a todas luces merecido, pero todo siguió igual. Igual no, peor, porque el Palencia llegó a ponerse 16 arriba (41-57). Ahora solo trabajaba Hlinason machacando el aro, demasiado solo en el campo de batalla, más aislado que su granja en el norte de Islandia. Los visitantes seguían anotando con facilidad, felices con la peor versión en meses de su rival, irrecocible en el espejo y con la cabeza en otra parte. Con semejante exhibición, conservar la undécima plaza sería un milagro igual al de los panes y los peces. Pantzar fallaba casi todo, Renfroe no dirigía, los tiros del perímetro eran un dolor de muelas -3 de 26 en triples-, Killeya-Jones libraba la guerra por su cuenta, Kullamae disparaba con balas de fogueo... Y 15 abajo al final del tercer período (58-73).
Los daños aumentaron hasta abrir una herida del tamaño del Gran Cañón, un brutal 22 abajo (73-95), con todo el pescado vendido y cargado en el autobús del Zunder y su fiel afición. Unos 300 tomaron las gradas de Miribilla y no pararon de animar a los suyos pese a saberse descendidos. Hasta llegaron a celebrar canastas del Bibao Basket y corearon el nombre de los hombres de negro. El colista acabó metiendo la friolera de 97 puntos -su plusmarca de la temporada- a un triste Surne que no veía la hora de que se acabara el partido. Un partido que significó la segunda derrota contra el colista en esta liga y la cuarta consecutiva en la ACB. El año se está haciendo eterno a los vizcaínos, que, conviene recordarlo, cumplieron hace tiempo con su objetivo nuclear: salvarse.
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