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Después de 33 jornadas, 22 horas de baloncesto, 14 victorias y 19 derrotas, subidas y bajadas, lesiones y remedios, el Bilbao Basket llega a su último partido de la Liga Endesa metido de lleno en la lucha por Europa. Lo hace magullado, físicamente tocado y ... agotado, privado de varios jugadores clave, pero dependiendo de sí mismo y dispuesto a levantar los brazos una vez más y aguantar al gigante. Este martes (21.00 horas) necesita doblegar a todo un señor equipo como el Unicaja, campeón de la Copa, inquilino de la Final Four de la Champions e inmerso en la pelea por la cuarta plaza de la ACB, un pulso que mantiene con el Tenerife de Txus Vidorreta, al que derrotó el domingo sin recuperar el 'average'. El Surne se encomienda a Miribilla, su caja mágica, donde trabaja con los milagros. Este martes por la noche juegan los hombres de negro y también el Bilbao Arena, un pabellón que ha ganado más de un partido. Ellos contra la roca verde.
El Surne es dueño de su destino. Si gana acabará décimo y obtendrá el salvoconducto hacia la fase de grupos de la próxima edición de la Basketball Champions League (BCL). Una posibilidad que ni los más optimistas se atrevían a verbalizar al inicio del curso, cuando solo se pedía un suficiente en la ACB en forma de salvación. Pero el equipo cumplió con el objetivo de la permanencia con solvencia, con un par de meses de antelación, y lejos de tirarse a la bartola continuó trabajando hasta verse en la última jornada con opciones de repetir en Europa. Para ello tendrá que pasar por encima de un Unicaja que es un equipo con mayúsculas. Ibon Navarro ha construido un bloque solidario, que juega de memoria, vertebrado por gotas de calidad y alicatado con trabajo y compromiso. Así ganó la Copa tras cargarse al Barcelona, Real Madrid y Lenovo, alcanzó la F4 de la BCL y va quinto en la ACB, empatado a 23 triunfos con el cuarto, el Tenerife.
Jaume Ponsarnau: “Nos hemos merecido llegar al último partido jugándonos cosas. No estamos a nuestro 100%, pero lo vamos a buscar” pic.twitter.com/3xgMADNH84
— Surne Bilbao Basket 😎 (@bilbaobasket) May 22, 2023
Si los andaluces hubiesen perdido el domingo contra los canarios, hoy no se jugarían nada y hasta podrían haberse permitido el lujo de reservar fuerzas de cara al play-off. Pero ganaron a los de Vidorreta y así se obligaron a explorar hasta el final la opción de la cuarta plaza. Para lograrla, los malagueños deberían superar al Surne y aguardar un tropiezo de los tinerfeños frente al Zaragoza. Nada de esto debe distraer a los hombres de negro, conscientes de que la victoria es el único camino. Porque pensar en que el Obradoiro, con el que tienen el 'average' perdido, pueda caer contra el desahuciado Fuenlabrada en su cancha es como pretender que llueva en los Valles secos de McMurdo en la Antártida. De ahí que solo el decimoquinto triunfo del curso garantice clasificación europea.
Apoyo de la afición
Jaume Ponsarnau no podrá contar para el último partido del año con Ludde Hakanson, Francis Alonso, Andrew Goudelock, Agustín Ubal y Tomeu Rigo –entrena a tope y se sienta en el banquillo, pero jugar es otra historia–, mientras que recupera a Nikola Radicevic. El serbio llega al encuentro, aunque con un fuerte golpe en la rodilla que le ha impedido entrenar buena parte de la semana. De ahí que el club haya firmado al base Sergio Llorente para este partido, alguien que eche una mano en las labores de dirección y dé aire en las rotaciones. El Bilbao Basket confía en que haya una buena entrada a pesar de ser un día de labor y de la hora porque necesita el apoyo de la afición. Contar con el aliento de la marea es fundamental ante un rival superior y en una noche que podría significar dormir y despertarse en Europa.
El Unicaja solo ha perdido uno de sus últimos 10 partidos en la ACB, en la cancha del Madrid, mientras que el Surne ha ganado dos de siete. Los hombres de negro saben que su rival es el que más balones recupera de la liga (12), el tercero más anotador (86,6) y el cuarto más valorado (98,2). Saben que es una roca difícil de escalar, y aún así se preparan para la escalada. Será un último esfuerzo en Miribilla, que ha visto saltar por los aires a equipos como Valencia, Barcelona, Gran Canaria... Lo consiguieron porque no sabían que era imposible. Por delante una noche para volver a competir sin cadena ni barreras mentales.
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