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El Surne Bilbao Basket quiere pasear su alegría liguera por Europa, donde iniciará este martes su participación en la Basketball Champions League (BCL) ante los checos del ERA Nymburk. Los centroeuropeos son los viejos conocidos de los hombres de negro, dos equipos con pasado en la Eurocup y que ahora vuelven a verse las caras en la séptima edición de una competición creada por la FIBA en 2016. Pero no lo harán en Pardubice, antiguo cuartel general de la escuadra de la Bohemia Central, sino en el Kralovka Arena de Praga. Es un proyecto en expansión que pretende liderar el baloncesto del país y de ahí su traslado a la capital. Los vizcaínos buscan seguir en la cresta de la ola, potenciar las inmejorables sensaciones cosechadas a raíz de las victorias ante Joventut y Betis y empezar con buen pie su aventura continental. «El triunfo llama al triunfo», comentan en la expedición bilbaína, que ha viajado este lunes a una de las ciudades más bellas del mundo haciendo escala en Múnich.
El calendario del Bilbao Basket contraviene las normas básicas de descanso recomendado entre compromisos. El partido contra el Nymburk será tercero en apenas cinco días, con dos desplazamientos de por medio. Entre la noche del viernes y la tarde de este martes, los hombres de negro habrán jugado contra el Joventut en Badalona, el Betis en Miribilla y los checos en Praga. Pero todo es más fácil cuando los resultados acompañan. Las victorias minimizan el impacto del cansancio y mejoran el estado de ánimo. El Surne quiere hacer un buen papel en la BCL porque entiende que es un escaparate atractivo y que, además, proporciona interesantes premios económicos. Cuanto más lejos se llegue, más dinero entrará en la necesitada caja de la franquicia de Miribilla. Evidentemente, la ACB es una prioridad absoluta, el epicentro de la atención vizcaína, pero ofrecer una imagen solvente en la Champions afilaría la ambición del equipo y robustecería su confianza.
Los hombres de negro se medirán a un rival que también acaba de estrenarse en la liga de su país. El Nymburk ha jugado un solo partido y lo ha cerrado con victoria. Ganó al Opava a domicilio (61-69) con una buena actuación de sus extranjeros. El conjunto checo tiene en sus filas a cinco estadounidenses (Stokes, Simmons, Lockett, Wattson y Gibbs), un lituano (Ivanauskas) y un eslovaco (Novak). En la jornada inaugural brillaron el pívot báltico (14 puntos y 10 rebotes), el base Stokes (14 puntos y 5 asistencias) y el escolta Simmons (14 puntos). Este último defendió el año pasado los colores del Alicante en la LEB Oro –promedió 15,3 puntos, 2,7 rebotes y 3 asistencias–, pero sus buenas actuaciones le hicieron marcharse en febrero al Apollon Patras griego. De ahí dio el salto al Nymburk, donde está llamado a desarrollar un papel importante.
El Surne sabe que enfrente tendrá a un rival en cuyo quinteto formarán al menos tres de los cinco americanos y la torre lituana. Otra cosa es la profundidad y la calidad del banquillo, un aspecto en el que parten con cierta ventaja los hombres de negro. El fondo de armario es importante para Jaume Ponsarnau, quien suele echar mano de todos sus jugadores con el objetivo de oxigenar la plantilla y las rotaciones. Contra el Betis empleó a 11 de los 12 efectivos disponibles; solo se quedó sin minutos el joven Barandalla, quien suple la baja de Ubal. Es de suponer que en Praga calcará el guion y seguirá trabajando en la conjunción de una serie de piezas aún sin ensamblar.
Hasta ahora, la única participación del Bilbao Basket en la BCL se ha saldado con su eliminación en la fase de grupos. Compartió liguilla con el Pinar Karsiyaka turco, el Fortitudo italiano y el Brose Bamberg alemán. Quedó tercero con dos victorias –ganó a los de Bolonia en casa y a domicilio– y cuatro derrotas. Conviene recordar que se jugó en plena pandemia, sin público en las gradas y con contagios.
Al margen del caramelo que siempre supone competir en Europa, las cantidades que abona la Champions a los clubes son relevantes. De entrada, cada uno de los 32 equipos tiene una asignación de 50.000 euros. La clasificación para los octavos de final conlleva un premio de 70.000, los cuartos valen 100.000 y luego está la Final Four. En la pelea por el título, el último se lleva 140.000, el tercero 200.000, el subcampeón 400.000 y el ganador un millón. El Surne ya está en la rampa de salida de un torneo que le ilusiona y podría proporcionarle una pequeña –¿o grande?– inyección económica, además de visibilidad internacional.
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