![El Bilbao Basket, dos versiones en el mismo partido](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2023/10/01/surne-kM0G-U21030361603615G-1200x840@El%20Correo.jpg)
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El derbi en el Buesa Arena servía para calibrar con más detalles el estado de los contendientes, que comparecían a la cita por caminos diferentes. Mientras el Baskonia había caído con claridad en Murcia por 88-76, los hombres de negro habían superado al Andorra en Miribilla por 95-73, sobre todo gracias a un tercer cuarto soberbio en el trabajo defensivo. Aunque ni mucho menos definitivo, el examen en el pabellón de Zurbano ofrecería resultados didácticos para un Bilbao Basket en construcción.
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Sobre el mismo parqué se vieron dos equipos muy distintos. El que salió de principio y estuvo en la pelea hasta el minuto 17, aproximadamente. A partir de ahí se perdió frescura en todos los sentidos y el conjunto alavés ganó confianza contra un adversario que había competido con varias armas y se había ganado el respeto de las gradas. Bajo la batuta de un Alex Renfroe que hacía casi todo bien, escoltado por Adam Smith, los de Jaume Ponsarnau entraron serios al partido. Renfroe roba, rebotea, mete triples y, como buen base, manda. Pero, al igual que el resto de los compañeros, el director de juego se empequeñeció en la segunda mitad, cuando el Baskonia había tomado el pulso al encuentro en los minutos previos al descanso.
Quedaban 2.43 minutos para llegar al ecuador del derbi vasco cuando comenzó el desmoronamiento de la formación visitante. A los escollos que ponía el Baskonia al ataque vizcaíno se unían los espacios libres que aparecían cerca del aro del Surne. Mientras iba desapareciendo de forma evidente la inspiración ofensiva de los hombres de negro, sus adversarios se soltaban de la presión inicial y encontraban metros por delante. Una canasta de Markus Howard, la figura baskonista y máximo anotador del partido con 16 puntos, ponía en el luminoso el 33-29 que significaba el despegue hacia la victoria. Los de Joan Peñarroya blindaban sus dominios y apretaban en defensa. Ese cambio positivo de los locales también les concedió la posibilidad de correr con ventaja. Y es que después de coger un rebote o un robo, al contraataque se embolsaron 22 puntos, por sólo 4 el Bilbao Basket. Ese cuentagotas maldito hizo que el segundo cuarto concluyera con 40-31 para los alaveses, lo que ya presagiaba que sería complicado dar la vuelta a un partido que tomaba tonos azules y granas.
En el tercer cuarto aumentaron los males de un conjunto que ya se veía herido en el segundo período. Entradas a canasta sin resultado, pases sin destinatario, lentitud en las circulaciones... El Bilbao Basket que había pasado por encima del Andorra con un planteamiento coral hace sólo unos días se había esfumado en el Buesa Arena. Hubo ayer muchas batallas individuales e intentos de asistencia que acababan en las manos equivocadas. Simultáneamente, los hombres de negro perdieron poder reboteador y, para colmo, no se convertían en puntos muchos lanzamientos exteriores.
Adam Smith, el faro en ataque, estuvo muy vigilado. A pesar del panorama lleno de sombras, los jugadores de Ponsarnau tuvieron el carácter suficiente para no dejarse ir definitivamente. Lucharon y se recuperaron cuando ya el Baskonia había ganado. En esos minutos finales volvieron a hacer puntos y empataron el último cuarto a 25. Hlinason aprovechó las circunstancias para anotar cerca del aro (seis aciertos de ocho intentos de tiros de dos puntos) y despedirse de Vitoria como el visitante con mejor valoración. El mismo Ponsarnau comentó después del derbi que en el banquillo ya pensaron en el encuentro del próximo miércoles en casa del Obradoiro.
El Buesa Arena se llenó ayer con 15.004 espectadores que también asistieron a una jornada de siete horas de entretenimiento, con ciertos de Juan Magán, Vicco y Maldita Nerea, y espectáculos de luz y sonido. Este día especial es el 'Opening Game', calificado por el club vitoriano como el «mayor evento de baloncesto de la temporada baskonista». En medio de todo ello se encontraban las decenas de fieles del Surne Bilbao Basket que se habían desplazado al Buesa Arena. Su inferioridad numérica no impidió que se oyeran los gritos de apoyo de la pequeña pero entusiasta embajada bilbaína. Una veintena de jóvenes, con las bufandas al viento, animaron a los suyos hasta el último segundo.
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