Bilbao Basket 95-88 Cholet Basket

El Bilbao Basket es una máquina en Europa

El partido ante el Cholet llegaba apenas dos días después de tragar bilis contra el Baskonia, una oportunidad de hacer borrón y cuenta nueva por higiene mental, zambullirse en otras realidades, donde la vida es de color rosa, evadirse de los achaques de la ACB y jugar con la cabeza limpia bajo el paraguas europeo. Evidentemente, los galos no eran el mejor cliente para comprar el boleto de la redención, aunque no importaba tanto el resultado, que también, sino la manera de competir y de ponerse de pie tras morder el polvo una vez más en el torneo doméstico. Todo cuadró, salió a pedir de boca y tras un choque ajustadísimo, el Surne celebró un triunfo meritorio por la categoría del rival que había enfrente.

Ponsarnau prescindió de Tomasz Gielo para cumplir con los cinco cupos exigidos por la FIBA y De Ridder, quien fue el descartado en Sassari, se comió el mundo y de paso a los galos. El belga mordía y tiraba del carro como si no hubiera mañana. Junto con Hlinason, Marvin Jones y Rubén Domínguez era la luz que iluminaba el camino a los hombres de negro, que trataban de ajustarse a un arbitraje salvaje. Lo era para ambos equipos, que muchas veces no lograban a entender la lógica del trío compuesto por un croata, un polaco y un estonio. Hay maneras de protestar y de expresar el asombro, que no eran las del entrenador visitante. Fabrice Lefrançois no paraba de 'comer la oreja' a los colegiados, de quejarse, una y otra vez, incansable en la demanda, lo que le costó pronto una técnica. Le dio lo mismo y siguió a lo suyo.

Mientras tanto, en el parqué, el Bilbao Basket libraba una batalla igualada con la roca francesa. El resultado avanzaba ajustado, con mínimas ventajas para ambos equipos, hasta que una serie de cinco puntos de De Sousa puso cinco arriba al Cholet (16-21). No se echaron atrás los vizcaínos, que completaron un parcial de 8-0 que les permitió clausurar el cuarto inicial uno arriba (24-23). El mayor peligro de los franceses era la muñeca de Chris-Ebou Ndow, compañero de Frey en la selección noruega, quien no paraba de meter. Tanto es así que acabó con 21 puntos sin fallo, espectacular en todas sus acciones, indetectable e inmune al sistema defensivo de los locales.

Lucha sin cuartel

El Bilbao Basket consiguió marcharse seis arriba gracias a un parcial encadenado de 13-2 entre el primer y el segundo cuarto (29-23). Pero el Cholet se clavó en la línea de los tiros libres y suturó la brecha, que volvió a abrirse con una canasta de De Ridder (40-34). El belga anotó diez puntos en la primera parte con buenos porcentajes, bien secundado por un magnífico Hlinason y un valiente Rubén Domínguez. El chaval clavó tres triples de cinco intentos y uno de ellos sirvió para que la franquicia de Miribilla se fuera ganando por la mínima al descanso (49-48).

Hubo un período de indecisión de los dos equipos tras el paso por los vestuarios, con fallos y pérdidas de balón, pero todo seguía más apretado que las tuercas de un submarino. De Ridder no se cansaba de martillear el aro del Cholet y Rubén Domínguez tomaba tiros con decisión, afilado desde los 6,75. Vautier, un cinco muy interesante y con fundamentos, hacía daño en la pintura y facturaba como los grandes almacenes en rebajas. Puso a los suyos uno arriba en los minutos finales del tercer cuarto (65-66), pero un parcial de 8-0 liderado por Kullamae, Jones y el propio Rubén dio la máxima ventaja a los bilbaínos (73-66), con la que entraron en el último período.

No terminaba de soltar el Surne al Cholet, con más vidas que un gato, empeñado en echar un poco más de sal a la herida de los vizcaínos. Pero entre De Ridder, Dragic y Ali desde los tiros libres, los hombres de negro aguantaron el tirón y tumbaron a la sensación francesa. La mejor medicina para el dolor de cabeza y el regreso a la ACB.