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«Vamos a disfrutar. Luego, ya veremos dónde acabamos». Queda poco menos de un cuarto de hora para que el balón de la ACB vuelva a volar en Miribilla, 498 tediosos y fríos días después. Los fieles aficionados al RETAbet, con sus camisetas negras ... –aunque este domingo las que homenajeaban al gran capitán Salgado competían con las habituales del Bilbao Basket–, comentan la nueva temporada, la ilusión fabricada por el maravilloso estreno ante el Iberostar, pocos esperan que dos horas más tarde su escuadra cuente con otra muesca en el apartado de triunfos. Y, al mismo tiempo que sonreían con ese primer triunfo esperanzador, compartían una sensación: será un año complicado. «Debemos tener los pies en el suelo», aportan Jesús, socio, y su sobrino Rubén. «Vamos a sufrir mucho este año», confirma Itziar, seguidora del equipo «desde los tiempos de La Casilla».
No obstante, el impecable duelo para someter al Valencia, vigente campeón de la Eurocup, aumentó las dosis de confianza de una hinchada entregada, con 7.333 personas en la grada. «No me esperaba este inicio para nada», concede Esti que, de todos modos, apuesta por esa cautela que se ha instalado en el Bilbao Arena. «Esto es muy largo». De todas maneras, nadie quita la fiesta y la celebración en la vuelta.
Más de un año y cuatro meses. Eso ha durado la oscura travesía del RETAbet. Hasta este domingo. Hasta que regresó con un triunfo magistral. Maravilloso. De esos que no se olvidan: tuvo de todo, brillantez de inicio, y emoción final «Estamos muy sorprendidos por estas dos victorias», señalan alegres Guillermo y Andoitz, socios de una escuadra que ha puesto a Bilbao otra vez en la elite de baloncesto en España, o lo que es muy similar, en el Viejo Continente. «Esto da prestigio a la ciudad. Y además vamos a disfrutar de los mejores equipos de Europa», expone Diego Villate, en coincidencia con muchas de las personas que presenciaron el extraordinario regreso de los hombres de negro a la Liga Endesa al amparo del Bilbao Arena.
Una caldera, como siempre, que ya coreó los apellidos de los nuevos inquilinos de Miribilla durante la presentación de los equipos: luces apagadas, linternas de los móviles activadas, aplausos que elevaban la emoción de la vuelta a élite, «al lugar donde nos meremos estar», como ya había dicho Álex Mumbrú en los días previos a pie de pista de La Casilla.
Allí comenzó Itziar a seguir al Bilbao Basket. «Para los que llevamos tantos años siguiendo al equipo, este ascenso es todo. ¡Todo! Estoy muy alegre, porque subir a Miribilla los domingos por la mañana me da la vida», confiesa, para tirar por la línea marcada por el resto de compañeros de grada. «A pesar de las victorias, hay que tomárselo con calma. Pero yo confío en la energía que tiene este equipo», señala. «Empezar así está muy bien –se felicitan Andoni y Erika–, estamos más cerca de las 12 victorias que necesitamos para la salvación, que ése sigue siendo nuestro objetivo».
Salvación, permanencia, prudencia. Palabras repetidas, antes, durante y después de la segunda victoria consecutiva del RETAbet en la Liga Endesa. «Es que estamos haciendo muy buenos porcentajes de tiro, y nos está sorprendiendo», coinciden Borja, Roberto y Raúl. Y cuando el equipo se atascaba, le costaba atacar la defensa del Valencia y dañar su canasta, ya surgía el efecto Miribilla para espolear a la tropa de Mumbrú. «¡¡¡Bilbaaaaao Basket, Bilbaaaao Basket!!!», tronaba el pabellón bilbaíno, un apoyo a una formación precisaba de una mano amiga para levantarse y no caer en el desánimo. Cada vez que la sobresaliente maquinaria taronja entraba en acción, había un grito de ánimo. O silbidos para los ataques levantinos. «¡Defensa, defensa!».
Miribilla disfrutó de un regreso maravilloso. Pleno de intensidad. El RETAbet les regaló tres primeros cuartos espectacular. «Bilbao, Bilbao», era el grito atronador al descanso, cuando los locales lucían 19 puntos por encima de los taronja. Sin embargo, los nervios surgieron en la cancha vizcaína. El potencial levantino provocó un último parcial horrible de los hombres de negro. Horroroso. Pero la gente estaba ahí. Arropando a su equipo. Y tratando de agobiar al Valencia, pitando en los tiros libres, y también protestando las decisiones del colegiado. «Fuera, fuera», se caía el Bilbao Arena a falta de poco más de un minuto (78-73), con una falta pitada contra los vizcaínos.
Sin embargo, un triple de Kulboka rebajaba una pizca la tensión en una grada a punto de la taquicardía. De hecho, la pareja de Schreiner se tocaba el corazón, mientras el resto de acompañantes de los hombres de negro se levantaban eufóricos. Alivio. No queda nada. Falta sobre Rafa Martínez. «Esto es antideportiva», estalló la caldera. Los árbitros no la concedieron. Pero la victoria se quedó en casa, en el bolsillo del RETAbet.
Aplausos, euforia, gritos. «Cuando vi el calendario, pensé que de los cuatro partidos íbamos a ganar como mucho al Obradoiro, que es de nuestra liga. Me equivoqué», desliza eufórico Aritz. «A mí –asiente Irati– me sorprende un montón que estemos así. Pero no tenemos que lanzar las campanas al vuelo. Queda mucho». 32 jornadas, ni más ni menos. Pero ya resta menos para ese objetivo que sitúa la afición: la salvación
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