Zaragoza 80 - 85 Baskonia | Liga Endesa
La peligrosa tendencia a la emoción del BaskoniaZaragoza 80 - 85 Baskonia | Liga Endesa
La peligrosa tendencia a la emoción del BaskoniaAfortunadamente no hubo que recurrir a la honda riqueza de los refranes. Faltó poco para rememorar el célebre dicho sobre el cántaro y la fuente. Por cuarta vez en este arranque del curso, que apenas ha cumplido tres semanas, el Baskonia volvió a rebozarse ... prematuramente de gloria. Es tal su peligrosa tendencia a infundir emoción a los partidos en los que cobra ventajas sustanciales que algún día el funambulista perderá pie sobre la estrecha barra de equilibrios. No todas las tardes acudirán Marinkovic o McIntyre para devolver las aguas al cauce de la normalidad.
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Valgan unos pocos números para explicarlo. El equipo de Joan Peñarroya, en pleno vendaval de fluidez ofensiva y con la comodidad de quien pisa casa ajena como si fuera la propia, viene a certificar a su adversario el parte de defunción deportiva. 47-63 a trece minutos del término y sensaciones de que la tunda puede adquirir proporciones mayores. Sólo seis después, el equip maño celebra las fiestas de El Pilar con una mínima ventaja (68-67, minuto 33) tras un parcial de 21-4 por el que los demonios se llevan el alma, la carne y los huesos del técnico catalán. Enfurecido, envuelto en rabia y maldiciendo la pérdida de pulso de varios de sus hombres ante la caballería al galope local.
Casademont Zaragoza
Bell-Haynes (6), Mark Smith (22), Yusta (9), Sulejmanovic (12) y Okafor (14) -quinteto inicial-, Cinciarini (7), Emegano (7), Langarita (-), Miguel González (-), Watt (3) y Gielo (-).
80
-
85
Baskonia
Mannion (3), Marinkovic (21), Rogkavopoulos (-), Dani Díez (-) y Kotsar (8) -quinteto inicial-, Miller-McIntyre (16), Howard (12), Raieste (8), Costello (9), Diop (2) y Moneke (6).
Parciales. 22-23, 11-21 (34-45), 24-20 (58-65) y 22-20.
Incidencias. Partido correspondiente a la quinta jornada de la ACB disputado en el Pabellón Principe Felipe de Zaragoza ante 5.092 espectadores.
Porque el triunfo azulgrana en Zaragoza, increíblemente apurado según transcurría una jornada plácida, sirvió para reeditar el funcionamiento del acordeón por su mecanismo de abrir y cerrar el fuelle. El conjunto alavés se dejó ir en el duelo europeo contra el Real Madrid, necesitó la mejor versión de Sedekerskis -este domingo de libranza- para derribar el muro de Berlín después de manejar rentas holgadas y ha visto peligrar sus victorias en Granada y la capital de Aragón.
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Pero, además, el compromiso ante el cuadro que entrena Porfi Fisac valió para la reválida efectiva de ciertos jugadores y retratar a otros que ya llegaban ensombrecidos por las dudas. Kotsar reivindicó como nadie a la vieja guardia, al menos de una batería interior donde vuelve a asentarse Costello. Y la cita a la hora de la siesta señaló de nuevo -y no en el mejor sentido, precisamente- a Mannion, Rogkavopoulos y Diop, además de un Díez de calendarios dominicales a falta de tarea durante la semana.
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Un banquillo atípico y repleto de golosos valores bursátiles redimió al Baskonia. Después de curso y pico ya sabemos que adivinar un quinteto de Peñarroya resulta más difícil que clavar la Primitiva. Ni el complementario, oigan. Pues del Mannion, Marinkovic, Rogkavopoulos, Díez y Kotsar se salvaron -eso sí, con notas muy altas- el escolta serbio y el pívot estonio. La madurez del tirador con el nivel de confianza por las nubes y la sobria inteligencia del 'cinco' que anota lo justo, contiene, rebotea cuanto le corresponde, encuentra a los compañeros por su visión panorámica o alicata a rivales con bloqueos y pantallas.
El técnico azulgrana hubo de abrir el fondo de armario para enderezar un comienzo nocivo por el talento de Okafor en los reversos y la facilidad anotadora de Smith al frente de un Casademont suelto a la carrera y sufriente en cuanto el Baskonia le cortó el vuelo. McIntyre, muy incisivo en las penetraciones y autor del triple de la cigüeña a un pie que ató el triunfo (78-83), el mejor Raieste de este ejercicio, el rehabilitado Costello, el vertical Moneke y los fogonazos aislados de Howard se unieron con el fin de deparar una tarde tranquila.
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Pero esa calma no figura, de momento, en el modo azulgrana de vivir la existencia a borbotones. Con dieciséis puntos arriba en dos tercios de partido creyó el cuadro alavés que su rueda solvente ya había pisado la línea de meta. Demasiada condescendencia que aprovecharon Sulejmanovic y Cinciarini para amenazar con la fábula del cántaro y la fuente. Hasta que Marinkovic y el indudable base titular azulgrana mientras no llegue el decimotercer pasajero taponaron la tendencia vitoriana a las emociones innecesarias.
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