Zalgiris 94-76 Baskonia

Pésimo remate de una gira preocupante para el Baskonia

Habrá que confiar en que los cálculos de Dusko Ivanovic antes del doble viaje incurriesen en el vicio del pesimismo. El mariscal habló el lunes de ganar dos partidos «como mínimo» para permanecer en el limbo seductor del 'play in'. Pero seguro que en su fuero interno contaba con una victoria en la gira que descubre las carencias del conjunto alavés y se salda con un suspenso de difícil revisión. No queda otro remedio que abatir el próximo jueves al Anadolu Efes en Betoño. Y esperar que al conjunto de Zeljko Obradovic no le dé por sellar un pleno quinielístico.

Al Baskonia de la caída a plomo en el Zalgirio Arena cabe reprocharle unas cuantas cuestiones relevantes. Primero, la escasa energía con la que se movió toda la noche, una velada rotulada con el asterisco de la importancia. Segundo, una defensa demasiado condescendiente ante un rival al que le cuesta un mundo alcanzar los ochenta puntos de promedio. Y tercero, la certeza de que sin colar triples sufre enfrente de cualquier adversario. Sea en la Euroliga como en el mapa doméstico de la ACB, torneo que le obliga a apretar la dentadura aún bastante para eludir el enorme fiasco de ver las eliminatorias a través del televisor.

Ni siquiera aprovechó el cuadro de Zurbano el ritmo plano con el que su oponente arrancó el duelo. La fértil conexión de dos direcciones entre McIntyre y Kotsar con paredes futbolísticas bien celebradas más el inicio de Marinkovic presagiaban una cita relativamente tranquila (9-15, minuto 6). Pero a partir de esa ventaja, todo en adelante resultó un ejercicio de impotencia a cargo de un Baskonia que se movió con el depósito de combustible en la reserva.

Bastaron cinco puntos consecutivos del secundario Sumner para girar el desarrollo del guion. Esa circunstancia, junto al timón firme del muy notable base Evans y la irrupción poderosa de Hayes -ambos muy destacados también en el triunfo lituano del martes ante al Virtus- volcaron el tablero y derribaron las fichas. De tal manera que el grupo azulgrana no volvió a disfrutar de una ventaja más. Semejante problema al de dos días antes en Belgrado, cuando malvivió toda la cita observando la popa del rival.

Sostenía al Baskonia en ataque el mismo Costello que sufría tanto en defensa. El pívot de Michigan y su compatriota Hayes se retaron a un concurso de anotación. Nocivo porque Matt apenas recibía refuerzos adelante, mientras que sus ayudas defensivas propiciaban el festival del 'cinco' oponente, autor de varias canastas desde cuatro metros y con jerarquía bajo el aro. Una metáfora extensible al resto, que apenas producía en ataque y mostraba poros en las labores de contención.

El 48-32 al borde del descanso explicaba con bastante rigor lo que ocurría sobre el parqué. Mal el equipo vitoriano en la custodia del aro propio y espectador de los rebotes ofensivos que cogía la escuadra de Andrea Trinchieri. Y peor incluso en la otra parte del campo. Los discípulos de Ivanovic abrazaron groguis el intermedio después de fallar sus ocho intentos triples. Y comprobado queda que sin la artillería exterior ni la amenaza letal de Howard -su casillero sin estrenar en la primera parte- el grupo alavés sufre de verdad ante cualquier adversario. McIntyre, Marinkovic y Costello necesitaban más aliados para sostener el combate.

Era de esperar una 'duskina' en el vestuario que reparase los trozos rotos hasta entonces. Y la charla surtió algún efecto por la vertiente de la puntería. Cuatro triples al fin, dos por cada mano de los escoltas, alumbraron la esperanza (52-46, minuto 25). Una ilusión vana que apenas duró lo suficiente. Un triple de Evans, el dos más uno de Ulanovas -líder espiritual del Zalgiris- y los ocho puntos de Butkevicius volvieron a abrir una inconveniente distancia de seguridad.

Vale que aún hubo hueco para pensar en azulgrana, que no en verde, por las tres penetraciones sucesivas de Howard (75-65, minuto 34) que crearon dudas en el conjunto lituano. Una vez más encomendado el Baskonia a su anotador compulsivo. Pero los hombres de Trinchieri taponaron la incertidumbre con robos en media cancha o pérdidas vitorianas desesperantes, el buen pulso de Evans, algunos tiritos salpimentados y el rebote ofensivo. Demasiados sumandos negativos para la causa azulgrana que degeneraron en la tunda severa para cerrar de modo pésimo una gira preocupante.