Zalgiris 70-83 Baskonia

Frescura para una mente recalentada

El bullicioso Zalgirio Arena acogió un encuentro de contrastes extremos en el que ambos rivales hicieron gala de su don para la invisibilidad, esa mala costumbre de desaparecer de los partidos. Al menos, el hecho de que las fuerzas fueran más parejas evitó males mayores. El Baskonia arrancó entonado en el primer cuarto, comenzó a verse desbordardo mediado el segundo una vez que el Zalgiris elevó el nivel de energía y se vio con pie y medio en el abismo avanzado el tercero con un 57-41 que parecía dar pie a una sentencia prematura.

Parecía el Baskonia de los últimos partidos, frágil de cabeza y desnortado. Tocó cónclave en el tiempo muerto y Pablo Laso optó por tirar de pizarra. La 'zona press' azulgrana y algunos cambios de jugadores entonados propuestos por Trinchieri ayudaron lo suyo a desorientar al Zalgiris. Una acción de 2+1 de Sedekerskis supuso el inicio de una remontada abrumadora. Baldwin y Forrest supieron entenderse a la hora de compartir cancha, Moneke esperó su momento para reactivar el acierto triple, tan esquivo para el Baskonia en los minutos precedentes, y el plantel azulgrana resurgió a lo grande sostenido por un Hall de nuevo convertido en apuesta única en el puesto de 'cinco'.

Un parcial de 4-27 redefinió por completo el paisaje del choque (61-68, minuto 36). El Zalgiris se enredaba en la maraña defensiva de un Baskonia decidido a sacar provecho en medio de un caos ofensivo en el que gran parte de los puntos llegaban a través de decisiones individuales. Así también se gana cuando se trata de romper dinámicas negativas como la azulgrana.

El carácter variable del acierto lejano dio y quitó a unos y a otros. El mismo Baskonia que llegó al descanso con un 13% desde más allá de la línea de 6,75 logró embocar cinco triples en el último capítulo que abrillantaron su juego de ataque. Fueron momentos en los que volvió un Baskonia capaz de controlar el partido, mantener a raya sus propios miedos y encontrar el camino hacia la luz. Atrás quedaba el dominio insultante de Birutis bajo los aros, causante de un verdadero destrozo en el tercer cuarto. Prevalecía la sabia administración de fuerzas de un Donta Hall sin síntomas de fatiga mientras Khalifa Diop se convertía en espectador desde el banquillo tras una participación discreta en la primera parte.

Y como era cuestión de buscar la mejor fórmula posible para sacar adelante el choque, Pablo Laso tiró por la borda las jerarquías. La reacción se labró con un quinteto de elegidos –Baldwin, Forrest, Rogkavopoulos, Moneke y Hall– del que quedaron excluidos Sedekerskis y Howard. Era un 'todo o nada' por parte del técnico vitoriano, casi temerario ante la perspectiva de no contar ni con un capitán siempre dispuesto a sostener la estructura azulgrana ni con un anotador enemistado con el acierto pero del que siempre se espera una ráfaga redentora.

Un quinteto inamovible para salvar la noche, una jugada firme ante la que apenas se atrevió a responder Lonnie Walker IV, que falló el último cartucho de los bálticos. Tras su entrada fallida se concedió un rebote ofensivo que no aprovechó el Zalgiris. Poco importaba. Era cuestión de ganar como fuera y así lo hizo el Baskonia.