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El Baskonia se enfrentará mañana en París al décimo equipo francés de su historia. Ha jugado contra el Asvel Villeurbanne, Pau-Orthez, Nancy, Limoges, Cholet, ... Antibes, PSG Racing París, Strasbourg y Le Mans. Pero ninguno de estos clubes logró cautivar tanto a Xabi Oyhanondo (1987), nacido en Dax (Francia), como la primera vez que vio un partido del conjunto vitoriano. «Era la temporada 1994-95 y me 'enamoré' de Perasovic. Llevaba el número 6 por él», rememora al teléfono. Para el ferviente seguidor azulgrana de 37 años, risueño y ameno, no ha habido amargura o inclemencia meteorológica que haya frenado la pasión por la causa vitoriana que emergió a los ocho años. Junto a su hermano mayor Jean-Baptiste encarnan desde la pequeña localidad francesa ubicada en las Landas a una familia de amantes del baloncesto prendados del club alavés y con raíces en Mauléon-Licharre, en el País Vasco francés.
«Un día de pequeño vinieron mis primos, que hacen rugby, pero trajeron a un amigo al que le gustaba el baloncesto. Y nos dijo: sólo hay un club vasco profesional. Se llama Baskonia, es de Vitoria y tenéis que verlo», recuerda con exactitud. Los dos jóvenes curiosearon entre la televisión y celebraron la presencia de varios canales españoles. «Vimos varios partidos y llegó la Copa del 95, que ganaron y me identifiqué por completo de lo que ahora llamamos carácter Baskonia», describe el seguidor galo. «Ver a Pablo Laso, Kenny Green, 'Peras' y todos esos jugadores pelear siempre hasta el final y llegar a vencer a los más potentes... Y encima se oía muy bien a la afición animar desde la tele. Era impresionante», añade.
Su entusiasmo baskonista acabó de afianzarse al año siguiente. «Nos fuimos de vacaciones de verano a Vitoria. Nuestro único objetivo era ver el pabellón Araba. Salimos de la ciudad y no veíamos nada alrededor. '¿Pero a dónde vamos?', pensábamos. Estábamos perdidos. Y lo encontramos. Era alucinante. ¿Cómo podía ser aquello lo que veíamos en la tele?», rememora con gracia. El viaje mereció la pena. El Baskonia de Manel Comas empezaba la pretemporada y Velimir Perasovic pasó al lado del coche de la familia de franceses. «Esa foto es el mejor recuerdo de mi juventud», afirma.
A base de ver partidos del club vitoriano, Oyhanondo se dio cuenta de su facilidad con el español. «Fui cogiendo palabras y luego en el liceo mejoré mucho. En Francia, entre los 11 y los 15 años es obligatorio escoger dos idiomas y lo habitual es inglés y español. Ya en la Universidad, me decanté por el español mientras entrenaba a unos chicos al baloncesto. Me gusta transmitir, así que me hice profesor», justifica. La profesión le ha llevado a mudarse a Pau, desde donde vive de forma intensa los partidos a través de la televisión. «Los vecinos me toman por loco. Ahora ya saben que los jueves o los viernes, durante dos horas, igual hay algunos ruidos», bromea.
Pero su pasión traspasa la pantalla. «Por mi dieciocho cumpleaños me llevaron al primer partido al Buesa Arena. Baskonia-Estudiantes. Por la tele no se apreciaba lo rápido que iba todo», recuerda de aquel duelo de 2005. Luis Scola les cautivó a él y su hermano. «Su juego nos hizo viajar más». Desde entonces, trata de desplazarse a Vitoria dos o tres veces por temporada, con el 27 de diciembre, contra el París, señalado en rojo para este curso.
Son muchos los encuentros vividos, pero ninguno supera al del 15 de junio de 2010. «El del dos más uno de San Emeterio», aclara. «Dos horas antes ya estábamos allí y se sentía que era especial. El pabellón se llenó antes que de costumbre y todo salió redondo». Un momento de felicidad absoluta que nada pudo truncar. «Después de la celebración, llovía muchísimo. Tardaríamos dos horas y media en vez de dos horas pero el corazón latía acelerado por la gesta del Baskonia».
Oyhanondo, duskista algo menguante, ha vivido en sus carnes la evolución del club en los últimos 30 años. «En el colegio se quedaban extrañados cuando decía que era del Baskonia y ahora me preguntan cómo pueden ir a los partidos». Por otro lado, Francia vive su mejor momento a nivel de formación de jugadores, pero en materia de clubes sigue estancado. «Hay dos motivos. Uno que el Tribunal Económico vigila mucho a los clubes y no pueden hacer dispendios. Aquí no permitirían lo del Madrid y Barça y el Mónaco ya empieza a tener problemas, que por eso han tenido que desprenderse de John Brown. Y luego, en Francia somos más de NBA que de Euroliga. Necesitamos abonarnos a tres plataformas para ver todo el baloncesto», explica. Un solo dato explica muy bien la diferencia con España: solo 4 de las 15 ciudades francesas más pobladas tienen equipo en la máxima categoría. Ahora el París irrumpe con la esperanza de asentarse. «Es un equipo de locos. Tiran cuando menos te lo esperas».
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