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Le apodan 'El unicornio'. Su tamaño es algo sobrenatural. Cuando tenía ocho años ya medía 1,70 metros y calzaba un 45. Victor Wembanyama (Le Chesnay, 2004) ha atravesado con celeridad todas las categorías inferiores a base de poner tapones, un tema de conversación recurrente ... en los polideportivos de Zaragoza. Hasta nueve gorros les colocó a sus canteranos en el torneo clasificatorio de la Euroliga sub-18. Es un rara avis por su envergadura, casi incalculable (se estima en 2,40 metros) e instalado a 2,20 sobre el nivel de un suelo donde parece tener bien plantados los pies con solo 17 años. «Todavía no he demostrado nada al mejor nivel», confesó este domingo.
Su físico longilíneo, como si se tratara de una figura de El Greco, no es lo único que le ha abierto las puertas de la Euroliga sin haber cumplido la mayoría de edad. La jornada pasada ante el Bayern, en su cuarto partido en la máxima competición continental, debutó como titular. En la primera acción se quedó emparejado con el base Weiler-Babb, que se zafó de él con un paso atrás y lanzó el triple. La reacción de Wembanyama fue expeditiva. Tapón, carrera al contraataque y mate sin oposición tras no poder ser alcanzado por ninguno de sus rivales.
Asombra verle moverse a esa velocidad y con tanta coordinación. Su movilidad es más propia de un alero fruto de un físico liviano y todavía por definir. «Es el trabajo más grande que me queda por mejorar», asume el pívot francés, consciente de que le toca sufrir en el cuerpo a cuerpo. Por contra, es capaz de jugar muy abierto, lanzar con acierto desde la media distancia y el triple y con dotes para ser un gran pasador gracias a su lectura de juego. «No creo que hayamos visto nunca un talento así en Francia. A su edad y con esa altura puede tirar y hacer muchas cosas. Pero sobre todo, es muy inteligente», confirmó Rudy Gobert tras entrenar un día con él.
Nacido en Le Chesnay, un pueblo a 20 kilómetros de París, el deporte siempre ha estado presente en la vida de Wembanyama. Su madre (1,91 m.), la exinternacional Elodie de Fautereau, jugó en el Stade Français y le encaminó en sus primeros pasos a los cuatro años. Su padre (2,05), especialista en salto de longitud –7,41 metros como mejor marca–. Su hermana, Eve, dos años mayor, fichó por el Asvel dos años antes y su hermano pequeño, Oscar, prefirió el balonmano. Victor también probó en el judo y como portero de fútbol, pero la altura le encaminó a la canasta.
A los 10 años recaló en el Nanterre 92, un club con buena mano para los jóvenes. Allí han ido puliendo a una joya también en su formación académica. Le adelantaron un curso y ya tiene el Bachillerato de Ciencias, aunque su otra gran pasión es dibujar. Sus entrenadores creen que de su faceta artística le puede venir su buena muñeca y manejo del balón.
Con 14 años, el Barcelona le invitó a la Minicopa de 2018. El galo dejó su sello en el partido por el tercer y cuarto puesto, con 16 puntos, 15 rebotes y 32 de valoración. Los blaugrana le ofrecieron quedarse, pero su familia descartó la idea de cambiar de aires y la federación francesa puso todo de su parte para evitarlo y seguir su progresión dentro de su programa de formación de jóvenes, que entre muchas otras concesiones, le ha permitido jugar simultáneamente con el Nanterre y el Pole France, equipo de la tercera división.
«Por el momento no me interesa el aspecto financiero. Manejar el dinero es responsabilidad de mis padres», comentó en L'Equipe ese verano. Con 15 años, nueve meses y 25 días se convirtió en el segundo jugador más joven, después de Stefan Petković, en debutar en la Eurocup, donde el año pasado ya demostró buenos fundamentos. Con la cabeza fría, su paso natural fue desembarcar en el Asvel antes de dar el que parece un salto inevitable a la NBA.
«Puede decirse que es el mejor proyecto de jugador que hay en el mundo», asegura Mike Schmitz, especialista del 'draft'. Y es que este joven prodigio es el gran favorito para ser elegido en el primer lugar en 2023, ya que por edad no puede presentarse antes. Seguiría así los pasos del exazulgrana Andrea Bargniani, el único europeo en encabezar la lista de los novatos en 2006. Ni Milicic ni Doncic ni Porzingis, tocayo de apodo y con el comparte muchas de sus virtudes, lo lograron.
«Tiene todo para realizar una gran carrera. Haremos todo lo posible para consolidar su desarrollo, impulsarle en su progreso y ayudarle a lograr sus objetivos», explicó el ahora mandatario Tony Parker en su presentación como jugador del Asvel. En plena adaptación a las exigencias del baloncesto profesional, los inconvenientes físicos le han frenado en sus primeros meses en Villeurbanne.
Primero, un molesto dolor en la garganta y luego, una pequeña fractura en un dedo no le han permitido tener continuidad. Ahora, plenamente recuperado, aterriza en el Buesa tras su mejor partido. 9 puntos y 4 rebotes en 9 minutos ayer en Mónaco. «Mi objetivo siempre es ganar todo sin excepción. Ese deseo de ganar es natural. Odio tener a alguien por encima de mí. No quiero demostrar nada, pero tampoco quiero decepcionarme. Esa es mi mentalidad», apuntó en L'Equipe. Espera seguir su camino en el país de los colosos: el Mont Blanc, el Tourmalet y Gobert, que le quiere de acompañante para los Juegos Olímpicos de París en 2024.
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