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La trayectoria baloncestística de Luca Vildoza guarda parecidos razonables con una carrera de obstáculos. El base nacido hace casi veintinueve años en Buenos Aires y ... criado marplatense nada entre dos orillas. Una ribera habla del talento incuestionable de un 'combo' moderno. Aptitudes como arquitecto de juego, pero más aún en su vertiente rematadora. Capaz de transitar durante ratos sobre la cancha sin demasiado ruido, pero también dispuesto a esparcir los trozos de la vajilla rival en apenas un suspiro
Para siempre, dentro de la memoria del baskonismo, quedará su célebre puerta atrás en junio de 2020 que dejó al Barça resfriado en plena pandemia del coronavirus. La célebre canasta emocional tras asistencia firme de Polonara que clausuró la burbuja de Valencia para procurar la cuarta ACB al club azulgrana. Título liguero colectivo y diploma de honor individual al MVP del encuentro definitivo.
Pero el otro lado del río narra las vicisitudes de una vida laboral jalonada por las vallas. La entidad alavesa le fichó en 2016, al borde de los veintiún añitos, y lo dejó un curso a préstamo en la escuela de Quilmes donde se venía forjando. Tras ese ejercicio de madurez llegó al Fernando Buesa Arena con el ánimo de aprender sobre la marcha las lecciones avanzadas de los veteranos Huertas y Granger. Y de discutirles el puesto a las órdenes de Pedro Martínez.
Vildoza superaba exámenes hasta consolidarse en el exigente plantel vitoriano. Llegado el punto, incluso, de que los astros se alineasen en la primavera de 2022 para emprender por el puerto de Nueva York su particular sueño americano. Pero más impedimentos por el camino. Los Knicks le cortaron en octubre sin debutar en la NBA y su senda estadounidense se ciñe a un papel testimonial de siete partidos con los Bucks de Milwaukee, cirugía en su pie derecho mediante.
Un paso fugaz por el campeonato de los superhéroes antes de retornar a Europa. Conversaciones infructuosas con el Baskonia que acabaron de manera abrupta en la fecha de su llegada a Belgrado. Allí, en el Estrella Roja, se reencontró con Dusko Ivanovic y hubo de compartir puesto junto a Facundo Campazzo, nada menos. Siempre alguien o más de uno con los galones ya puestos por méritos propios en la hombrera.
Algo así le ha ocurrido en Atenas. Su viaje al renacido Panathinaikos por la vía del dinero coincide con el fichaje de Kostas Sloukas, base diferencial y clásico de la canasta europea. El controvertido Ergin Ataman, espléndido en la dirección de la final contra el Real Madrid, cuenta con Luca bastante menos de lo que el protagonista esperaba. Aunque dirá que le quiten lo bailado. O sea, el trofeo de las líneas aéreas turcas alzado al cielo de Berlín el reciente 26 de mayo.
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