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El Baskonia reactiva la persecución continental en busca de un puesto en los ‘play off’. El tropiezo sufrido la semana pasada en el Buesa Arena ante el Armani Milán quedó rectificado anoche en el Martín Carpena. De nuevo, otra trama de suspense, una nueva resolución ... en los instantes finales después de algún que otro giro imprevisto que pudo ser letal para el viajero azulgrana. Volvió a tumbar al Unicaja en el tercer encuentro disputado entre ambos desde el inicio de temporada. Un valioso balón de oxígeno para seguir alimentando la épica europea, ganado al borde de la taquicardia. El corazón sufre con este Baskonia.
Unicaja
McCallum (11), Nedovic (19), Milosavljevic (3), Brooks (7), Augustine (6)- cinco inicial- Salin (-), Díaz (9), Soluade (-), Shermadini (12), Waczynski (9) y Suárez (7).
83
-
85
Baskonia
Huertas (-), Beaubois (10), Timma (17), Jones (9), Poirier (-)- cinco inicial- Vildoza (2), Voigtmann (9), Janning (6), Diop (-), Granger (14), Shengelia (13) y Garino (5).
Parciales: 21-19, 22-27, 21-21 y 19-18
Árbitros: Paternico (ITA), Mogulkoc (TUR) y Koljensic (MON). Señalaron falta técnica al entrenador del Baskonia Pedro Martínez.
Incidencias: Partido correspondiente a la vigésima jornada de la Euroliga disputado en el Palacio de los Deportes, José María Martín Carpena ante 6.528 espectadores.
Esta vez, el padecimiento quedó cortado de cuajo con la canasta final de Janis Timma. El Baskonia, que se mantuvo vivo ante la escuadra andaluza con una producción triplista sobresaliente, liquidó el encuentro a su favor con una canasta debajo de aro. Fue un acierto redentor que borró el error garrafal cometido segundos antes, cuando un balón perdido por Jayson Granger fue aprovechado por Alberto Díaz para igualar el encuentro con un 83-83 a falta de quince segundos. El mismo partido que parecía decantarse del lado vitoriano daba una última oportunidad al conjunto de Joan Plaza para, al menos, forzar la prórroga.
El Baskonia parecía ese equipo nervioso y con el temple muy desequilibrado. De nuevo permisivo en los instantes finales, corría el riesgo de volver a llevarse una bofetada por su mala cabeza. Tras la canasta anotada por el canterano cajista, el reloj cayó varios segundos hasta que Adam Waczynski forzó la falta sobre Jayson Granger. El número de infracciones todavía no le mandaba al Baskonia a los tiros libres a esas alturas de contienda. Tras el correspondiente tiempo muerto, la escuadra azulgrana volvía de nuevo a la línea de banda, con Timma como encargado de sacar el balón en juego y en una situación idéntica a la que había propiciado la pérdida del uruguayo. Contra el pánico de ver reproducida la misma situación, el plantel azulgrana recapacitó a tiempo. Balón a Shengelia, el Unicaja descuida por completo la defensa del hombre encargado del saque. El capitán echa la bola al suelo, rompe las líneas malagueñas para apostarse en el medio de la zona rival, atrae la ayuda ya desesperada de Augustine y opta por doblar la pelota a Timma. Canasta fácil del letón y la angustia convertida en liberación tras el último lanzamiento de Dragan Milosavljevic que se pierde en la nada.
El Baskonia volvía a atrapar a tiempo un partido que parecía escaparse de nuevo. Después de que la intriga les destrozara ante el Real Madrid y el Armani Milán, los azulgranas recuperaban la amistad con esa desazón que camina a su lado a lo largo de toda la campaña. Tan recurrentes son estos desenlaces, sobre todo en las largas noches continentales, que habrá que deducir que no es una casualidad.
La frontera entre la victoria y la derrota es para el Baskonia una línea difuminada que se sitúa de un lado o de otro dependiendo de detalles minúsculos, ese triple acertado en un momento crítico, aquel rebote ofensivo concedido o una pérdida que cambia la iluminación de la escena. Así sucedió sobre el parqué del Martín Carpena, como en tantas otras ocasiones a lo largo del curso.
Las últimas semanas han mostrado a un Baskonia que pelea contra su propia inconstancia, en busca de sensaciones perdidas y de esa virtud de juego en equipo que le permitió reflotar la nave tras el cambio de timonel en el banquillo. El encuentro ante el Unicaja fue otro capítulo de esa pelea que todavía no ha terminado. La cita era a vida o muerte para ambas escuadras, igualadas a victorias en la tabla y conscientes de que ya no quedan demasiados ascensores para subir a la zona de ‘play off’.
El Baskonia encontró en el acierto triple su gran ariete ofensivo. El diluvio desde más allá de la línea de 6,75 fue universal por su parte. Fue la chispa que reactivó a los visitantes después de un arranque nefasto que les hundió con un 18-6 a tres minutos del cierre del primer cuarto. Patricio Garino, no solo útil sino también con rachas efectivas, se asoció con un Granger desatado ante su antigua parroquia. El uruguayo no solo disparó con precisión, también devolvió a su equipo a la primera persona del plural en ataque.
El Baskonia hizo circular el balón con criterio para encontrar situaciones desahogadas de tiro que desquiciaron a un local que suele sacar pecho por su empeño defensivo. Su alto nivel de acierto exterior permitió al equipo alavés zanjar la mala puesta en escena. Alcanzó el descanso con un 43-46 a favor y no perdió la cara al marcador en un tercer cuarto en el que manejó distancias cortas pero siempre positivas (64-67 minuto 30). El empuje de Alberto Díaz ayudó a que el Unicaja se pusiera por delante (73-72, minuto 35). Shengelia y Timma frenaron el pánico a tiempo, pero nunca hay calma cuando el reloj avanza hacia el final. No para este Baskonia amigo de la angustia.
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