Los tornillos del Baskonia todavía chirrían

Ivanovic ha cambiado en pretemporada el traje por el chándal y la gorra. Pero no ha perdido un ápice de la expresividad que muestra cuando las cosas no van como quiere. Gritó, gesticuló y paró el partido varias veces. Durante muchos momentos no le gustó lo que veía. El Baskonia fue irregular, intercalando momentos lúcidos, en los que su combinación de defensa, robo y contraataque, su seña de identidad, era letal, con otros en los que la pintura era un abismo y el aro rival quedaba diminuto.

También tiene nombres, protagonistas. Esos jugadores capaces de dejar su sello en cada partido. Los que, pese a que la tarde sea gris, dejan en el espectador la sensación de haber visto un gran jugador. Giedraitis y Peters lo son. El primero, con 19 puntos y más de un 50% de acierto en el perímetro, lo volvió a demostrar. Su pretemporada es de notable y su actitud, de un líder nato al que no le pesa ser un debutante en el equipo. Peters -22 puntos ayer, máximo anotador azulgrana- también asume con naturalidad el hueco que, por calidad, se le presupone en la plantilla. Es otro francotirador -ayer anotó 4 de sus 6 triples- que condiciona el juego de los rivales y que aporta más que sus puntos. Si a ellos se les suma un Polonara que conjuga con sabiduría el pico y la pala con el rifle, el Baskonia tiene mimbres para una temporada ilusionante.

Incluso cuando en muchos momentos transita por las tinieblas. Este miércoles, pese a arrancar bien, lo hizo. Acertó al comienzo, donde pudo correr y sorprender al Estudiantes. Pero se le mojó la pólvora y se le nublaron las ideas. Parecía que jugaba a cámara lenta. Siempre llegaba un segundo tarde a las jugadas. Los tiros que antes entraban se iban al hierro. La mano que entorpecía un triple ahora llegaba fuera de tiempo. Un 3+1 de Avramovic puso la máxima diferencia hasta entonces a favor de los locales, 46-40. El parcial del segundo cuarto también era elocuente. El Baskonia se quedó en apenas 16 puntos. El Estudiantes anotó casi el doble, 30.

El cortocircuito no frenó tras el descanso. Contagió a un esforzado equipo local que llegó a ponerse diez puntos por encima, pero que tampoco veía el aro con la misma claridad. El atasco se mantuvo hasta mediado el último cuarto. Hasta que el Baskonia volvió a encontrar el camino. Y, como contra el Bilbao Basket, no se desvió hasta el final. Se acercó con un 0-8 de parcial y a menos de dos minutos recuperó la iniciativa. Peters, fiel a su cita con el triple, abrió brecha. Henry, Vildoza y de nuevo el ala-pívot se encargaron de mantenerla. El Baskonia, pese a carecer de brillo y estar todavía desajustado, volvió a mostrar su ADN.