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Fontecchio reconoció que habló con Dusko Ivanovic antes de fichar por el Baskonia para que le explicara su convivencia con Giedraitis. «Compartimos rol, pero creo que somos muy compatibles y podremos jugar juntos», dilucidó el italiano en su presentación. «A mí me gusta más botar ... y a él, jugar en el poste bajo», razonó el lituano unos días antes de arrancar la presente temporada. Sobre el papel, las dos piezas encajaban en las alas del puzle, una práctica que apenas se ha desarrollado en los tres primeros meses de competición.
La pareja de aleros de primer nivel era el aspecto más sugerente de la reconstrucción baskonista. Giedraitis, pese a su propósito de intentar encontrar un hueco ancho en la NBA, cumple su segunda campaña de azulgrana tras un primer curso en el que fue la principal referencia anotadora. Las propuestas que le llegaron no fueron suficientes para convencerle de abonar su salida y regresó «feliz» a Vitoria a la par que Fontecchio se exhibía en los Juegos Olímpicos.
La amenaza se multiplicaba. Todo parecía indicar que el lituano haría las funciones de escolta para poder amoldar a los dos sobre la pista al mismo tiempo, una cohabitación exterior que aún no ha llegado. ¿Motivos? La lógica e inicial falta de frescura de Fontecchio, los esguinces de tobillo de Giedraitis, la escasez de química con la dirección de juego y la obligada necesidad de adaptar al italiano al puesto de ala-pívot. Entre otros factores.
Ivanovic intentó explotar las virtudes del dúo exterior desde la pretemporada. Su coexistencia estaba llamada a incrementar el irrenunciable nivel defensivo gracias a la superioridad física sobre la mayoría de sus pares y convertir por momentos el Buesa en un módulo de velocistas al contraataque. Pero las piernas del exterior de Pescara, tras una larga y exigente temporada en un Alba de Berlín campeón de la Bundesliga y un verano sin descanso con su selección, aún no estaban preparadas.
Aunque los problemas físicos le llegaron al artillero de Taurage. Un esguince leve en el tobillo izquierdo le impidió viajar en la jornada 3 a Badalona, donde el Baskonia sufrió su primer repaso de la temporada, y otro más fuerte en el mismo punto por el que no hizo la fatídica gira rusa y le acabó mermando durante la primera quincena de noviembre. Para entonces, Fontecchio ya había empezado a demostrar, con algo de inconsistencia, las razones de su fichaje: puntos, rebotes y lectura de juego.
Sus condiciones, la baja de Alec Peters y la necesidad de cambiar cosas hizo que Ivanovic apostara por Fontecchio como 'cuatro' en momentos puntuales hasta que fue destituido. La llegada de Spahija coincidió con las molestias de Costello, por lo que el transalpino se asentó como ala-pívot, una posición en la que se ha demostrado que sus virtudes quedan desaprovechadas. El regreso del estadounidense en el Palau propició su reubicación como alero, repartiéndose sus minutos con Giedraitis.
El croata no les hizo coincidir ni un segundo sobre el parqué del Palau en la primera oportunidad que tuvo de alinearlos a ambos en las alas. El técnico del Baskonia reserva por el momento la posición de escolta para la ambibalencia de sus tres bases (el protagonismo de Kurucs es testimonial) y Marinkovic, el único 'dos' puro de la plantilla.
Al puesto se puede adaptar también Giedraitis, como ya demostró puntualmente el año pasado, pero sufre en la defensa del pick and roll ante jugadores más bajitos y de gran talento con el balón. Además, el Baskonia ya ha demostrado sus dificultades a la hora de atacar en estático cinco contra cinco y por eso se impone la apuesta por dos bases sobre la cancha para tratar de crear más juego. La falta de fluidez en el juego perjudica a la pareja de aleros, que está cumpliendo en su papel de ejecutadores.
Giedraitis anota el 36% de sus triples en Euroliga y el 38% en ACB, mientras que Fontecchio registra guarismos del 43% y el 35%. El problema radica es que están lanzando menos de lo que deberían con esos porcentajes y que muchos de sus tiros son forzados. El Baskonia es el tercer equipo que menos encesta desde la línea del 6,75 (97), el segundo con peor porcentaje en triples (31%) y el peor en tiros de campo (44%). Una tendencia que deberá empezar a cambiar ante el Asvel el jueves, el día en el que el italiano de actitud irreprochable cumplirá 26 años.
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