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La historia reciente de Tadas Sedekerskis se parece mucho a una narración idílica, a la moraleja perfecta, al cuento basado en hechos reales que se transmite a la infancia en los colegios con el fin de aleccionar a la tropa desde la vertiente ética de ... la existencia. Algo semejante al relato de un chico hecho a sí mismo -más la ayuda de una estructura con nombre de club- por la fuerza imparable de una voluntad sin cortapisas ni fronteras. El mejor jugador de la novena jornada en la ACB va derribando vallas en su frenética, pero consciente, carrera hacia la meta. Aquel chico que servía para rellenar el trámite legal de los cupos formativos es ahora una pieza imprescindible de este Baskonia dubitativo. De hecho, cuesta entender al equipo azulgrana sin el empuje, el compromiso y -ojo- las virtudes baloncestísticas de su canterano báltico.
Como diría el irrepetible Migue Gila, al fuego que el lituano encendió el domingo le precedían humos anteriores. En la línea de 'alguien ha fumado aquí', Tadas ya venía prendiendo el horno con llamas que presagiaban el incendio donde se quemaron las ilusiones del Unicaja. Él, junto a la cooperación imprescindible de Granger, rehabilitaron a un conjunto alavés que durante quince minutos continuaba su destructiva senda del resta y sigue. Hasta que Dusko prendió la traca con cuatro 'pequeños' en torno a Sedekerskis y el cuadro alavés volvió a reconocerse en el espejo de las dentelladas, el alma, el corazón, la chaqueta metálica y la vida.
Ya son tres las etapas de Dusko Ivanovic en el banquillo de Betoño y huelga insistir en la aplicación marcial que exige a sus soldados, incluso en estas fechas últimas donde su propio ánimo parecía tambalearse. Y en el chico que llegó a Vitoria de cadete ha encontrado un soldado que acata las órdenes sin rebatir ni una. De hecho, ha sobrevivido a la escasa confianza de un técnico fugaz como Pablo Prigioni y a las cesiones sucesivas de fogueo en el Araberri, Huesca, Burgos y su país natal antes de asomar la cabeza la campaña anterior ya con ficha estable en el Baskonia.
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Y a fe que no desperdicia conocimientos ni experiencias. El recluta de la pechera desnuda empieza a dejar hueco en la prenda para las medallas. ¿Cómo? A base de mostrarse como un tipo maleable en el mejor sentido del término. Es decir, capaz de asumir minutos de escolta ocasional sin tiro aparente, alero de fortuna con un hambre voraz para acudir al rebote, 'cuatro' pragmático aprovechando la lesión de Alec Peters y saliendo anteayer por la puerta grande del Fernando Buesa Arena como única referencia interior para voltear mucho más que un marcador adverso. Con el fin de rebatir una tendencia derrotista cuando el frío helaba el culo de un equipo asomado al precipicio.
Pues eso. Que Tadas apuntaba el cuadro de aguafuerte que viene de presentar hace dos días escasos en al sala de exposiciones de Zurbano aprovechando la visita malagueña. El chico desplegó el catálogo completo de sus capacidades baloncestísticas, pese a sufrir la calidad del visitante Abromaitis en fases de un duelo efervescente. Sedekerskis aceptó el reto interior, pese a su naturaleza de alero poderoso, para lucir como 'cinco' por las necesidades colectivas de un grupo que ha de correr para soltarse a gusto. Sin olvidar la tendencia moderna que abre a los grandes hasta el arco de tres puntos ni abdicar de sus funciones cerca de los aros. 22 puntos, 11 rebotes, 35 de valoración y la antigua plaza del ganado puesta en pie para reconocer su valía y entrega. Números con los que se convirtió en MVP de la última jornada liguera.
El joven lituano de veintitrés años que acumula kilómetros de alquileres hasta 'romper' en Vitoria ha traspasado el umbral de la casi intrascendencia para reivindicarse -dentro de su discreta manera de hacerse notar al margen del juego- como un sólido valor bursátil azulgrana. En un plantel que ilusionaba en verano con siete incorporaciones, más de la mitad del conjunto, resulta que tras diecisiete partidos oficiales queda un núcleo duro reducido.
Un bloque estrecho en el que conviven el hijo pródigo Granger, el canterano báltico, su compatriota Giedraitis pese a su descenso de nivel tras el esguince de tobillo y Fontecchio. El italiano que ya ha dejado muescas y promete cercenar mucha más madera. Pero, sin duda, este Baskonia demasiado tiempo irreconocible hasta su rebeldía del domingo hunde los cimientos del edificio sobre la jerarquia del base uruguayo al timón y el 'todo en uno' que procura el 'tres' con habilidades de cuatro'y hasta 'cinco' a quien sólo le falta confiar más en su lanzamiento lejano. Porque también lo tiene este soldado lituano que reivindica el lema adaptado de 'la cancha para quien la trabaja' a los ojos del férreo capataz Ivanovic.
35La valoración del canterano lituano frente al Unicaja con 22 puntos y 11 rebotes
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