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iván benito
Miércoles, 24 de marzo 2021, 00:58
Los focos para otros. Giedraitis y Shields viajan en asientos colindantes en el barco de los que prefieren pedir permiso antes que pedir perdón. De los que en el colegio no se sientan ni en la primera fila ni en la última, tratando de ... llamar lo más mínimo la atención, y les cuesta mantener las miradas. Tímidos y humildes, oponentes del alzamiento de voz y con personalidades similares, reúnen la cualidad del deportista profesional de transformarse dentro de la pista. En el 28 por 15 despuntan, se desbocan y se convierten en uno de los principales estiletes de sus respectivos conjuntos que dentro de dos días se enfrentarán en el Buesa Arena.
No se les coloca el cartel de estrellas, y seguramente ellos lo prefieran así. Pero esta semana no van a poder evitar que muchas miradas se centren en su juego. Shavon Shields, estadounidense pero con nacionalidad y familia danesa, regresa a la que fue su casa durante dos temporadas. El lugar que recordará cuando dentro de unos años le pregunten dónde estaba cuando la pandemia aquella del coronavirus paró el mundo. «En Vitoria y ganamos la Liga», podrá responder, relatando su providencial punteo del triple final de Higgins. Aunque no le gusta fardar. Rokas Giedraitis podrá decir algo parecido, solo que cambiando la capital vasca por la alemana. Hasta Berlín se fue el Baskonia para reclutarle, una vez conocida la marcha del que hasta este verano había sido el indiscutible propietario de la posición de alero azulgrana.
En un puesto en el que la evolución del baloncesto ha diluido sus funciones brillan dos jugadores con dilatadas pero desiguales virtudes. El ahora escudero de Messina es de los pocos exponentes el casi residual tiro de media distancia. Siempre elegante a la vez que efectivo. Un experto en acicalar los rotos y los descosidos que solo ha bajado del doble dígito de valoración en tres partidos de lo que va de Euroliga. Todo lo que ya había demostrado por estos lares, con un punto más de constancia. El lanzamiento exterior desde más allá del arco, aquella tarea pendiente que arrastraba desde antes de su fichaje por el Baskonia, está acabando de depurarla con un formidable 46% de acierto, por el 36% que registraba en Vitoria.
Del resto de su juego no vamos a descubrir nada nuevo. La misma potencia física y músculo que le permiten rebotear en ambos lados de la cancha y sobrada actitud para no dejar de defender en ningún momento. Un presunto suplente pero reputado titular, fijo en los finales de partido. Messina se ha guardado la carta de Shields en el banco hasta en nueve ocasiones, pero es su jugador más utilizado (27 minutos de media) y con mejor índice de valoración (15,2).
El Rokas contra el colmillo de Shavon, nombre de origen gaélico escocés cuyo significado 'Dios es misericordioso' sonrojaría al propio danés por parte de madre, bien puede dar nombre a un enfrentamiento por el que se puede empezar a desequilibrar la balanza. Giedraitis, este sí titular indiscutible –segundo jugador con más minutos tras Micic–, es otra versión de alero más moderna. Mejorada en el tiro, con una mecánica mucho más lucrativa y eficaz para el lituano (39% en triples) a la que añade más velocidad (con menos kilos) y mayor capacidad para abrir el campo.
En el tintero del lituano queda mejorar el tiro tras bote, una de las capacidades innatas de Shields. Allá en lo que destaca el uno trabaja el otro, un camino en el que también pueden encontrarse algún punto de unión. Ambos comparten una energía desbordante, una verticalidad letal en determinados momentos, buenos fundamentos en el pick and roll y una notable capacidad de salto. Aunque el alero de Kansas, licenciado en Biología, parte con ventaja a la hora de atacar de cara el aro con explosividad y absorber los contactos en sus penetraciones.
Sus carreras están enfrentadas desde los inicios. Los padres de Shields se dedicaban al fútbol (Will Shields fue una leyenda del fútbol americano) y le hicieron probar dos temporadas hasta que, con el niño cansado de que no le llegara nunca el balón, se dieron cuenta de que a lo que le gustaba jugar en los recreos era al baloncesto. Caso contrario al de Giedraitis, cuya familia se dedicaba a meter canastas mientras el lituano prefería los goles.
Sus gustos cambiaron y los dos números '31', coinciden también en en intento de abordar el salto a la NBA. Sin aspavientos (más que la carrera con las manos a la cabeza de Shields tras la falta innecesaria de Stauskas en Madrid), involucrados en causas sociales y mucho trabajo en la sombra, con el Baskonia como nexo de dos aleros tan exquisitos como diferentes.
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