Pablo Laso nunca ha estado en las apuestas. Desde el principio. Nadie le intuyó como jugador de élite y se convirtió en uno de los directores de juego más vertiginosos y destacados de su generación al frente del equipo de su ciudad, el Baskonia. De ... ahí al Real Madrid y a la selección española. Ahora, como entrenador, el prestigioso técnico vitoriano realizará el camino inverso.

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Hay varias cosas sorprendentes en el fichaje a medio plazo de Pablo Laso. La primera que me llama la atención es la rescisión con el Bayern de Múnich, donde había iniciado un proyecto aparentemente campeón, por «motivos familiares», según comunicó el club alemán. ¡Claro!, los de volver a casa. No hay demasiados profetas en las tierras baskonistas, Juan Pinedo, Iñaki Iriarte, Xabier Añua e Ibon Navarro y desde el viernes, Pablo Laso, también alavés, procedencia que el club ha preferido eludir en lo deportivo durante mucho tiempo.

Otro hecho insólito es que un entrenador top en Europa, con nada menos que 26 títulos, llegue al banquillo de conjunto alavés. Por último, una cuestión no menos llamativa tiene que ver con el trienio firmado por ambas partes, que rompe la tradición de la confianza pálida con el entrenador de turno a través de una vinculación por un año con opción a un segundo.

Por todo ello, su llegada era tan improbable como ilusionante y supone un fichaje sin grises. Entrenador de élite con éxito, con espacio para trabajar, exjugador, prometedor, con gen ganador y oriundo. Todas estas circunstancias responsabilizarán y obligarán un poco más al preparador y endurecerá el gatillo. En definitiva, un movimiento de implicación, transigencia y pertenencia.

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Desde la óptica externa, el fichaje prestigia y relanza al Baskonia como destino y se pone en boca de todos. La presencia en el banco de Laso ofrece garantías e ilusión a jugadores más allá de las pretensiones económicas. Por último, el trienio firmado, que de cumplirse podría ampliarse en el tiempo, creo que concedería al club algo más que un entrenador en la estructura deportiva.

La operación es tan magnífica como ilusionante al tiempo que audaz e imprevista

Pablo Laso cumple todos los requisitos. El Baskonia buscaba un técnico con experiencia en la Euroliga. Uno que supiera combinar la disputa de dos competiciones extremadamente exigentes. Un 'coach' que entienda que los jugadores conceden diferente importancia a cada partido, pero que sepa cómo trasladar a la plantilla heterogénea un mensaje que alerte, relaje o motive, según la ocasión, que avive la llama en la victoria y transmita tranquilidad y seguridad en la derrota. Un preparador que le guste el juego alegre y tenga la virtud de formar y comprender el talento joven. Un entrenador-jefe que comprenda las necesidades de los jugadores de élite, tanto en los minutos sobre la cancha, como en su capacidad táctica y que, al mismo tiempo, imponga la cultura del equipo al culto personal.

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Pero también, Pablo Laso, tiene varios retos que superar. Por ejemplo, el contexto intrusivo del club, la dirección de una plantilla de inferior calidad a la de sus éxitos con el Real Madrid, la reintroducción de la cultura defensiva, el equilibrio del juego interior-exterior y la proporción entre fuerza y calidad, juventud y experiencia para llegar al final de cada partido en disposición de conseguir la victoria

En definitiva, la operación es tan magnífica como ilusionante al tiempo que audaz e imprevista. Típico de Baskonia. Y típico de Pablo Laso, que contra pronóstico, siempre ha triunfado en casa.

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