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Una vez despedido el año seguiremos con los otros despidos, las subidas que dan bajón, esas jubilaciones sin júbilo, y olvidaremos los buenos propósitos en cuanto empiece a sonar el despertador. Aún nos queda recibir a los reyes, con la ilusión de un niño que no sabe lo que es ser republicano, y comernos el rosco tranquilos que ya el lunes empezaremos a preocuparnos de los ceros. Y jugar de diez, recuperando sensaciones, era nuestro objetivo frente al poderoso Fenerbahce.
Minuto de silencio por Forte y nada que decir ante el buen inicio de ambos equipos. Huertas tenía los ojos como los niños en la noche de ayer, muy abiertos, y regalaba balones que agradecían sus compañeros porque seguro siguen creyendo en los magos. Toko continuaba siendo nuestro rey favorito y Thompson el suyo negro. Noche de camellos sin carreras y de faltas que obligaban a buscar estrellas en el banquillo. Nuestros mayores problemas eran su rebote y la falta de puntería desde lejos que solventábamos con una excelente agresividad ofensiva en el 1x1 y en las brillantes ayudas defensivas.
Con la entrada de Timma y su tino, y la del Voigtmann con tono, nos llevamos el primer cuarto envuelto en papel de regalo. Y regalo fueron la entradas en pista de Vildoza y Jones por su implicación atrás y aportación delante, para ir tomando unas ventajas muy ricas ante los millonarios turcos. Janning encontraba su fusil e igualábamos la pasión turca por el rebote en aro contrario lo que siempre te pone. Por un inmenso Guduric, la batuta de Wanamaker y los brazos de Vesely se arrimaron de nuevo pero sin poder agarrarnos. Impecable el Baskonia en víspera de reyes aunque más recordó al día del trabajo.
Salimos con el mismo apetito del que no se ha comido un rosco y ellos con la empanada rellena de pérdidas a pesar de sus triples. Granger tenía vista de lince, anotábamos a su espalda y todos daban la cara para seguir mandando en el partido echándole jeta. Dogus entraba en bonus muy pronto lo que hacía habitual nuestras visitas al tiro libre para seguir sumando sin que nadie te molestase. Pero gracias a sus manitas aguantaban en pie porque otro equipo con sus pérdidas ya estaría tumbado.
La verdad es que nada importaba después de ver caer a Nunnaly y cortarse cualquier respiración. Supongo el temblor en las piernas de sus compañeros aunque hay que decir que no en las muñecas de Melli; esa cosita del meter hacía que los locales siguieran en cabeza aún con la mente en su compañero. Volvíamos a tener un problema con el rebote en nuestro aro y en esas donaciones por culpa de sus 2x1 defensivos. Sumábamos faltas y ellos desde el tiro libre, mientras Wanamaker rompía en el 1x1 como si le defendiera un niño. Se nos iban como vienen los reyes magos, sin hacer ruido pero dejándonos un regalo, en este caso envenenado. Con el bendito acierto de Timma y Voigtmann, entramos en los dos últimos minutos con el partido en un puño, aunque por el rebote, errores y pérdidas terminó, para nosotros, como el que espera un juguete y recibe otro.
El Baskonia se quedó sin el regalo del triunfo. Wanameker, Melli y Guduric fueron nuestro carbón, aunque los vitorianos aún viéndolo oscuro nunca dejaron de creer. Algunos deben salir del Guadiana y los tocados de sus camillas.
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