Real Madrid 91-95 Baskonia

El Baskonia doblega al Real Madrid y se garantiza el 'play in'

Una proeza, desde luego, de réditos suculentos como para sellar una plaza en el novedoso 'play in' sin la agonía de buscar el premio en Bolonia a última hora. Cuando las previsiones tras los últimos duelos incitaban a pensar en tormenta con granizo, el equipo de Dusko Ivanovic se levantó orgulloso de la lona en la que permanecía caído. Tanto como para remontar el 27-12 del minuto 8 que abría el paraguas imaginario del mismísimo Celedón con el fin de evitar la riada de agua maldita sobre la cabeza.

Poco personal ajeno a la historia del club vitoriano pensaba entonces en revertir lo que parecía el punto y seguido a una trayectoria continental repleta de tumbos tras los fiascos en Belgrado, Kaunas y contra el Efes. Entre el arranque tan adverso y un vistazo al banquillo merengue que incrementaba el temor, costaba intuir un final dichoso para el drama representado hasta entonces. Pero la entidad alavesa ha demostrado en múltiples ocasiones su capacidad de abatir hasta los mayores molinos de viento. Incluso llegando con el ánimo en cuarentena. Veladas gloriosas por las que la parroquia azulgrana cree en la resurrección de las almas.

Quince abajo sin haber concluido el primer acto y súplicas para que Efes y Partizan disparasen con balas de fogueo la última jornada en el caso de no ganar al decaidísimo Virtus de los dos últimos meses. Porque en ese comienzo decepcionante el Baskonia mostraba una incapacidad absoluta para frenar a un rival en estampida. El Madrid volaba sobre el parqué en transiciones supersónicas que desnudaban el pobre balance defensivo visitante. Causeur sumaba, Hezonja -puro talento- viajaba en clase superior, Campazzo robaba y Tavares alicataba su baño hasta el techo. Enfrente, el oficio de Díez y la entrega de un Costello excelente toda la noche.

Pero el Baskonia del WiZink Center mostró el colmillo del carnero. Pocos hombres mejor que el capitán Sedekerskis, un coloso del esfuerzo, para encarnar el coraje de un bloque nada resignado a dejarse llevar por el caudal de la corriente. El lituano, junto a Costello y Moneke -repuesto de la manía adversaria por despojarle de la gafa- escribieron el conmovedor Manual de Resistencia. Hasta el punto de ganar al mismísimo Real de la jerarquía interior la batalla por el rebote. O de rebañar cada pelota dividida como en el fútbol de antaño cuando los jugadores se rebozaban de barro.

Así, por compromiso, trabajo en horas extraordinarias y una dureza defensiva que sorprendió al aturdido Madrid tras el descanso pese a la calidad inmensa de Hezonja y Musa, el conjunto vitoriano alcanzó una renta favorable de siete puntos (73-80, minuto 36). Se ha hablado hasta aquí de carácter y orgullo, pero cómo eludir el papel capitular de los artistas en la epopeya. De Howard hablo, naturalmente, quien igualó su marca de 35 puntos en una noche europea. Clavó siete puñales lejanos a un líder con los deberes ya hechos y rubricó desde el tiro libre uno de esos triunfos que pesan más de cuanto marca la balanza. El retorno del Baskonia.