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Iván benito
Viernes, 18 de diciembre 2020, 00:34
La memoria tiende a olvidar lo pasado. Aunque solo hayan transcurrido dos semanas. En la era de la inmediatez, solo hay ojos para el desastre de Kaunas y la ya lejana y dolorosa derrota ante el Maccabi. Heridas que conviene cerrar cuanto antes para que ... no se infecten. Pero se necesitan más pruebas para esclarecer el diagnóstico final. Por ahora, los de Dusko Ivanovic deberán echar mano de lo más parecido al paracetamol: su carácter. Siempre a mano y efectivo, la ascensión constante al Tourmalet que es esta Euroliga lo requiere para allanar el camino.
Acuñando el término ciclista, el Baskonia comienza a hacer la goma en la clasificación. La expresión significa que el protagonista comienza a despegarse del objetivo que tiene delante, al que se aferra con una 'soga' invisible que en cualquier momento se puede partir. O bien porque los primeros hayan aumentado el ritmo o porque el sujeto muestre signos de flaqueza. En esas está el cuadro vitoriano, tratando de aguantar el tirón de superplantillas que comienzan a carburar. Le toca resistir a los escollos del calendario.
En la mayoría de ocasiones que se utiliza, la goma se acaba despedazando y solo un acto supremo de fe, esfuerzo y golpe de riñón consigue revertir la situación. Estos rasgos son precisamente los que han caracterizado la aventura europea del Baskonia durante las veintiuna ediciones disputadas, en las que nunca ha acusado el mal de altura.
El escenario para tratar de reivindicarse una vez más será el Audi Dome de Múnich. Un pabellón coqueto, agradable y con cierto aroma de grandeza. En él se disputó uno de los partidos más famosos de la historia del baloncesto. Fue la final de los Juegos Olímpicos de Múnich de 1972, que midió a la URSS y Estados Unidos en pleno contexto de la Guerra Fría y que acabó con el triunfo soviético (51-50), la racha triunfal se siete oros olímpicos de los americanos y una polémica en los instantes finales de las que hacen época.
incógnita rival
Una cuestión de orgullo que se resolvió con una victoria repleta de un simbolismo casi imposible de repetir. El mayor ejemplo de cómo se puede cambiar la historia y un recuerdo con el que los vitorianos pueden motivarse para superar este bache continental, todavía pequeño y reparable.
Los inescrutables caminos de la Euroliga han llevado al Baskonia a alojarse en tierras germanas mientras el anfitrión deambulaba sin casi hombres interiores por San Petersburgo. Guardando la ropa se quedaron Gist, poniéndose en forma, y Lucic, que será duda tras perderse los dos últimos encuentros por molestias en la espalda. Trinchieri le ha cambiado la cara a un conjunto que apenaba antes de la pandemia y que ahora está asentado en la cuarta plaza. Una inesperada pero seria amenaza por los puestos de honor. Para hacerla frente, Ivanovic pide una ración de carácter con la que llenar el zurrón y evitar que la factura de esta minigira europea salga por un ojo de la cara.
Consciente de la importancia del choque de esta noche, Dusko Ivanovic apeló a recuperar la «mentalidad, agresividad y concentración» pérdida en el «peor partido que hemos jugado». El técnico montenegrino todavía tiene muy presente la última derrota, donde se vio a un equipo completamente diferente al que venía compareciendo y que el entrenador azulgrana espera erradicar por completo. «Creo que podemos jugar mucho mejor».
No lo tendrá fácil en Múnich ante un Bayern que, según Ivanovic, es un conjunto «muy completo, con un banquillo muy largo y que juegan muy duro». También destacó la polivalencia y versatilidad del plantel de Trinchieri a pesar de «no tener grandes estrellas». Sin quitar el foco de hacer una buena defensa, reclama una mayor serenidad cuando se tiene el balón en las manos. «Tenemos que tener más paciencia en ataque para buscar buenas opciones», concluyó.
Acabar la gira europea con un triunfo en Alemania sería equivalente a una inyección de oxígeno a más de 6.000 metros. De alturas podría sentar cátedra Youssoupha Fall, que para volver a la senda de la victoria apuesta por «enseñar nuestro carácter».
El pívot ya se ha convertido en la referencia interior del equipo después de meses de trabajo individual. «Somos un equipo y solo trato de jugar duro en defensa y dar lo mejor de mí mismo para ayudar al grupo». Así se ha ganado la confianza de su entrenador, del que cree que siguiendo «todas sus normas y mejorando la comunicación, todo irá bien». Por último recordó que el Baskonia es un «equipo joven y con gran margen de crecimiento».
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