El presidente más longevo

Querejeta, el visionario que engrandeció al Baskonia

El hilo conductor de esa ascensión sostenida se llama Josean Querejeta (Lazkao, 1957). «Lo que ha logrado a nivel institucional y deportivo, haciendo de Baskonia una referencia tanto nacional como internacional, es admirable», le piropea Dejan Bodiroga, máximo dirigente de una Euroliga enfocada a grandes urbes.

Querejeta es el presidente más longevo, actor con voz en todas las metamorfosis del basket nacional y europeo. Con sus luces y sombras, responsable de incontables aciertos y también de algunos errores, vive como pocos el deporte de la canasta. Fue el primero en crear una sociedad anónima deportiva en España. La apertura de fronteras lleva su firma (los entonces llamados comunitarios B de la mano del fallecido Sherron Mills y de Mindaugas Timinskas).

Convenció a la Diputación de que transformase una plaza de ganado en un pabellón rutilante, el Buesa Arena. Porque Josean Querejeta logra sus objetivos involucrando a las instituciones, independientemente de su color político. Todo jalonado con éxitos deportivos ante «rivales más poderosos económicamente», como gusta repetir. «Está las 24 horas pensando en cómo mejorar. Es único en gestión», desvela el directivo Santi Martínez de Arenaza. Prueba de ello es su inminente relevo en la dirección del equipo; su alter ego en el banco, Dusko Ivanovic, por un Peñarroya en una situación muy incómoda.

Insiste Arenaza en que su presidente «se intenta rodear de los mejores» en los despachos y en la cancha. «No hay que saber de todo, sino tener el teléfono del que sabe», insiste este amigo en cuya sociedad gastronómica se decidió la compra del Alavés hace 12 años. Ahí también rompió moldes. Y ahora Josean sufre por partida doble. «En cada partido se pone tenso. Tenso no, lo siguiente».

Vio vetas ocultas para el resto. Arriesgó con Ramón Rivas, su primer pelotazo fue Chicho Sibilio, revolucionó el banquillo con el americano Herb Brown o miró a mercados entonces desconocidos como Argentina. La lista de fenómenos albicelestes es casi interminable. Nicola, Espil, Nocioni, Oberto... Y por encima de todos, Luis Scola. Su ojito derecho.

Que hable el mejor jugador de la historia baskonista. «Son una marca registrada de lo que es el basket europeo. Claramente es mérito de Josean como líder y como visionario del proyecto y que convenció a tantísima gente. A mí ahora me toca liderar un proyecto deportivo (Varese) y me encantaría que algún día me pareciera a él», alaba Scola. Prohibido olvidarse en este punto de los Arlauckas, Rusconi, Bennett, Calderón, Garbajosa, Macijauskas, Teletovic, Splitter, San Emeterio, Shengelia, James, Larkin, Fontecchio, Thompson o Howard.

Triunfador también en sus negocios personales, su perenne exigencia cautivó a Florentino Pérez. Hasta tres ofertas le lanzó para comandar la sección de baloncesto del Real Madrid, con el que holló la Copa de Europa'80 aportando dos puntos en el 89-85 al Maccabi. Fue un alero alto adelantado a su tiempo pero retirado antes de tiempo por una lesión degenerativa. «Seguramente cuando empezó en la presidencia nadie imaginaría, ni él mismo, hasta dónde llevaría al club. Ha creado un modelo de gestión que es ejemplo para muchos», le dedica Antonio Martín, presidente de la ACB.

Muy amigo de sus amigos, ni fuma ni bebe, discreto con su vida privada, casero hasta decir basta, se relaja en la cocina. Todos los fines de semana prepara comidas a su círculo más cercano. Sus especialidades; la merluza al horno y las carrilleras.