Prodigio entre volteretas redentoras

Giedraitis las había metido antes a la contra, con un palmeo, con una pared con Kotsar, y de tiros libres, en una línea dónde el Baskonia sí estuvo acertado por primera vez este curso (14 de 15 ayer, 72% en todo el año). Micic, sin Larkin a su lado, tenía cosido el balón a sus manos desde el salto inicial (16-7, minuto 4). Beaubois, fiel escudero, se gana los minutos ahora apretando en defensa. Algún vídeo de la exhibición de Gran Canaria de Howard tuvo que ver porque por un momento daba igual que el estadounidense lanzara tras bloqueo, paso atrás o finta. Los brazos del francés parecían llegar más lejos. Le clavó el primero pero le colocó tres tapones. Pero en el oficio de anotador no hay lugar para la rendición.

Hasta lanzar desde más allá de los ocho metros aprovechando que el galo pensaba que no sería capaz. Tres minutos llevaba el Baskonia sin anotar, pero siempre acababa encontrando la vía de Howard. En el segundo cuarto, no tuvo más. 13 de los 15 puntos llevaron su firma. Con Thompson con tres faltas, Henry metido en un avión, 10 pérdidas de balón al descanso, la media de las cinco jornadas anteriores, ya parecía satisfactorio haber dejado en diez los puntos de desventaja que llegaron a ser quince (39-24). En la reanudación llegó la cuarta de la brújula azulgrana con técnica Peñarroya, que ante los problemas de Kurucs para generar y entorpecer, usó el comodín Sedekerskis.

Primero lo emparejó con Micic y le frenó. Después con Clyburn y… algo hizo. Redimirse de los minutos de banquillo con Spahija. Mientras tanto, agazapado por la línea de fondo, fue recogiendo las migas que dejaban sus compañeros cerca del aro para poner al Baskonia por delante (56-58, minuto 28). Para entonces, Marinkovic también había regresado a la adolescencia. A cuando jugaba en el Pionir, capitaneaba al Partizan en la cuerda floja y se echaba a la espalda a media ciudad. Su inspiración en el triple y atrevimiento con balón, ampliaron la ventaja (58-68, min. 32).

Thompson salió para regalarle a Kotsar la canasta decisiva (73-78) hasta que Beaubois clavó un triple a los tres segundos. Ataman pidió al Sinan Erden que apretara, el vértigo acechó a un Baskonia bloqueado, forzado Marinkovic a intentar una bandeja que ni tocó el aro y cayó en los pies de Giedraitis, que se agachó como el que se encoge para coger diez céntimos del suelo, salió de la zona silbando, como si el reloj de posesión no le avisara a él y lanzó su latigazo con final feliz más propio del fantasioso de una pista de barrio que simula un tiro de la victoria sobre la bocina. Micic, su defensor, quedó estupefacto ante un Baskonia que salta a la pantalla de los horizontes ambiciosos.