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Decía Zeljko Obradovic después de lo ocurrido en Madrid, y con tono reposado, lo siguiente: «Hay que mirar quién ha empezado y por qué ha empezado. Tú tienes que controlar tus emociones y no responder. Y cuando uno responde, pues pasa lo que ha pasado». ... El comentario puede pasar como uno más de los que se han escuchado, casi siempre intencionados o carentes de la mesura necesaria. Entre estos, la solicitud de años de sanción para Yabusele se lleva el premio a la desmedida.
Obradovic nos recuerda, sin nombrar al jugador por el respeto que Sergio Llull merece, ganado a lo largo de los años, que su garrotazo fue una falta muy seria, al borde de la agresión, y que su violencia provocó la sorprendente reacción de Punter. Queda bien clara la respuesta al «quien ha empezado».
El porqué de lo ocurrido es más profundo. Ya desde hace tiempo se aprecia que la plantilla del Real Madrid ha perdido su tradicional compostura. La ida y venida de los jugadores al banco, su estancia a la espera de la vuelta y la frialdad generalizada nada tenían que ver con la pasión de los componentes del Partizan. La acción de Llull fue más producto del reconocimiento de una inferioridad anímica general que de una acción premeditada o simplemente de un lance del juego.
Los clubes deben estar dirigidos, como las familias o los negocios, por personas que aparquen sus fobias personales ante los intereses del bien superior. Al final de la campaña pasada, el Real Madrid tomó la decisión de prescindir de su entrenador. Nada anormal. Visto desde Vitoria, el tema no tiene duda, es un acto puntual y nada traumático. Nadie sabe lo difíciles que son las relaciones club-entrenador-jugadores. Los encuentros y desencuentros entre el Baskonia y Dusko Ivanovic son de sobra conocidos. Tendrán su motivación técnica, pero jamás personales. De lo contrario, su regreso habría sido imposible.
Puede ser que la incompatibilidad sea extrema, como parece el caso del Madrid, pero si es así, lo menos que se puede pedir al dirigente es que tenga un relevo apropiado. Esta es la situación que vive la plantilla blanca. Un vacío, una nostalgia y desencanto que traicionó a Llull. Ahora el culpable de todo para ellos será Chus Mateo. Otro error. Imposible que el ayudante pueda sustituir a un titular deseado por la plantilla. Los ayudantes, si son buenos técnicos, solo triunfan cuando el equipo está en estado comatoso y, poco a poco, vas estañando las vías de agua que desde su proximidad conoce.
El futuro madridista es borroso, no por lo acontecido, sino por las prisas con que tapó la boca de los medios más críticos. Los fichajes han sido equivocados. Musa es el perfecto jugador para desde un equipo medio ser la gran figura de la ACB. Tiene mucha canasta, las hace bonitas. Como no defiende por su físico, el entrenador le pone de base. !Vaya lío¡ Llega Sergio, quizás un poco tarde para dirigir a los blancos, pero si le fichas, tienes que darle la llave de la casa. Son tantos años haciéndolo bien que no puede acostumbrarse a jugar unos minutitos. Le entiendo. Y por último, Hezonja. ¡Qué lástima que no se haya dedicado a un deporte individual! Habría sido una estrella, pero en el baloncesto hay que aceptar el juego en equipo.
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