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Dusko Ivanovic.
Análisis

El Baskonia, el baloncesto europeo y el peso de la tradición

El cambio de técnico siempre reactiva a un equipo. En el conjunto azulgrana se ven algunos indicios, pero nada aún demasiado determinante

Sábado, 11 de noviembre 2023, 00:40

Parece mentira la frecuencia con que se repite el hecho de que la sustitución de un entrenador por otro genera una dinámica de victoria. Ivanovic ha dirigido tres partidos desde su llegada, sale victorioso de dos comprometidos encuentros europeos y pierde en casa frente a ... Canarias, supuestamente el contrario más endeble de los tres. Obviando el hecho de las lesiones, no hay duda de que el balance es esperanzador. ¿Qué ha cambiado? En el juego nada excesivamente determinante, quizás un mayor rigor defensivo, puede que una valoración mayor de la posesión del balón. Incluso cierto descenso del ritmo. Todo propio de la forma de ser de Ivanovic.

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El desenlace frente a Olympiacos tiene un gran valor. En momentos de dudas, que te caiga el balón de la suerte a favor es valioso, por la victoria en sí y por el sentimiento de iniciar un camino nuevo. El griego no es el mismo gran equipo de las dos pasadas temporadas. Un solo motivo, aparte de la pérdida de Vezenkov, le conduce a la parte baja de la tabla; la pérdida del timonel Sloukas. Su entendimiento con entrenador y compañeros hacía que el equipo heleno jugara el mejor baloncesto europeo la pasada campaña.

Una visión panorámica del baloncesto europeo demuestra que una veintena de jugadores colocan a sus equipos en posiciones de privilegio. Demos un repaso: Campazzo. ¿Se imaginan al Baskonia con él? Toda la plantilla sería mejor. Hay más: Larkin, Laprovittola, Satoransky, Lorenzo Brown -el compatriota que nos dio un oro-, James, el citado Sloukas y algún base más que se me escapa. La dirección es fundamental en nuestro juego. Cómo olvidar a los tradicionales Mirotic, Nedovic, Baldwin, Deck o Shengelia. Y luego están los gigantes: Tavares, Vesely, Fall... No muchos más.

El dilema es que hoy el Baskonia no puede aspirar a retener a los mejores de cada año, tiene que inventar. De vez en cuando se habla de cuidar las canteras. Cada día estoy más convencido de que un equipo de Euroliga no debe perder el tiempo con canteras propias. Ni los padres ni los agentes contemplan firmar un contrato de diez años, como hizo Marcelo Nicola en su llegada a Vitoria. ¡Qué tiempos aquellos!

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Para que un jugador rinda en la alta competición europea, de no ser un Doncic, tiene que madurar y cumplir los 25 años. El ejemplo de Sedekerskis es ilustrativo. Lleva ya un puñado de años en Vitoria. ¿Hasta cuándo lo va a poder retener el club que lo ha formado?

Por otro lado se ha dado una circunstancia determinante. Las universidades americanas tenían un estricto reglamento que prohibía reclutar a jugadores que hubiesen cobrado un dólar. Han eliminado la regla. Una veintena de jóvenes españoles menores de 20 años están allí y no volverán. El mayor exponente es Aday Mara, heredero directo de Pau Gasol y debutante en la universidad de UCLA. ¿Vale la pena gastar el dinero en canteras? Solo por la labor social que pueda contener y en el ánimo de crear una afición joven que se acerque al Buesa.

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