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Avramovic, defendido por Larkin. Andrej Cukic
Salto inicial

El Partizan, la mejora constante

Martes, 19 de marzo 2024, 00:01

El desarrollo personal y profesional es un continuo construir un futuro desde nuestras capacidades actuales. Cada quien, en su campo determinado, debería ir progresando conforme aparecen nuevos retos, nuevos momentos y nuevas personas a su alrededor. No crecemos solos, crecemos en relación a quien nos ... rodea y al deseo por ser cada día un poco mejores. Ni usted ni yo somos iguales a como lo éramos hace diez años.

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En el deporte profesional y en el básquet en particular, ocurre lo mismo. Un jugador tiene una evolución que aúna una mejora en su condición física por su trabajo diario, con sus características técnicas que se adaptan a diferentes contextos y con diferentes compañeros. No sucede a todos por igual, claro, hay a quien le cuesta más y a quien le aparece un ciclo con especial fortuna donde todo se acelera. Lo común es salir de ese momento con diferencia respecto a cómo se llegó.

En el Partizan, como en el baloncesto serbio, la evolución de los jugadores es algo intrínseco a su manera de entender este deporte. No solo por la cantidad de deportistas sino por su metodología de trabajo, el número de baloncestistas que llegan a la élite en condiciones de competir es siempre constante, hay generaciones más afortunadas que otras, pero en general hay un buen número de ellos que año tras año mejoran y mejoran. Si además está Zeljko Obradovic al mando de las operaciones, esta mejora se coloca en los primeros puestos de las obligaciones junto al de la intensidad y la exigencia máxima.A

Avramovic y Kaminsky, uno de sus norteamericanos, son dos ejemplos de esta mejoría que se da cuando jugador, contexto y exigencia se superponen al unísono. Avramovic era un base, digamos de segundo escalafón, que año tras año superaba etapas hasta que llegó a Belgrado. Allí, de la mano de precisamente un exbase Obradovic ha conseguido ser una pieza que dejó de ser un relevo a comandar el ritmo, la intensidad y el juego de un equipo, con jerarquía y mando. Obradovic lo sabe, y le exige más que al resto, y él, consciente de ello, asume este papel con la consecuente mejora a cuando llegó a Belgrado. Hoy es una de las piezas más importantes de su equipo, como Punter, Nunnally o Leday.

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Kaminsky fue uno de los jugadores de su promoción más destacados de la Liga Universitaria Norteamericana. Llegó a ser el mejor del año y su futuro vislumbraba tal brillantez por ser un pívot de los de antaño, blanco, con buena mano y mejor lectura del juego. Su paso por la NBA, que no entiende de galardones prematuros, fue discreto y llegó al Partizan para relanzar su juego en un equipo que une talento y calidad individual junto a intensidad y poderío físico. Sus primeras semanas fueron como cuando aprendes un idioma por vez primera, no te entiendes ni a ti mismo, pero poco a poco, se consolida en otra manera de entender el baloncesto europeo, muy diferente al americano, y con un siempre exigente al máximo como es Obradovic. Kaminsky ya es el complemento perfecto a la intensidad máxima de Leday y Smailagic, y junto a Caboclo, comienzan a configurar un juego interior con sentido del juego y físico para competir al máximo.

Esta evolución individual se palpa en el resto de jugadores: Punter es el guía del grupo, Nunnally apunta desde su veteranía, Dozier es ese base grande que aporta físico en la rotación y Ponitka y Andjusic ponen el complemento exterior al liderazgo de Punter. A todos ellos Obradovic solo les dice una cosa: hazlo mejor, más rápido y más intenso. Y así el equipo mejora con el paso del tiempo, pero sin esa continuidad que se esperaba de ellos.

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