
Un campeón al máximo
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Si fuera un cómic, el Panathinaikos estaría representado por un conjunto de gallos¿Cuál es tu máximo? Es una muy buena pregunta, inquietante al menos. Saber dónde está tu límite, descubrirlo, reconocerlo y caminar hacia él es ... un proceso diario, diría yo. El reto es responder tratando de superarlo, aunque sea un centímetro, una pizca más de esfuerzo y, por qué no, una gota más de suerte, que también viene bien.
El Panathinaikos descubrió el año pasado el máximo, el título de la Euroliga. Buscó y rebuscó hasta conseguirlo gracias a la llegada de Ataman y una serie de jugadores con deseo de ganar cada día. Aquel equipo carburaba al unísono como una orquesta extremadamente bien afinada y dirigida. Pero una vez que el presente les llevara al ansiado punto marcado en rojo de la temporada, la dinámica constante les obligó este año a marcarlo de nuevo, llegando incluso a reforzar aquello que sembraba algunas dudas.
Pero el presente sigue yendo a lo suyo, en la cuneta dejó hace tiempo los retrovisores y solo tiene lugar el ahora, ni siquiera el destino, porque te dice a voz en grito: 'Primero has de pasar por aquí'. Y este presente no está tan clarividente en su inicio aunque ahora mismo este equipo de autor comienza a mostrar su potencial, que lo tiene y mucho. Si 'tanto tienes, tanto vales', este Panathinaikos tiene tanto y vale más.
Teniendo en cuenta que solo gana un equipo y que aquellos que estuvieron cerca quieren que este sea su año, la competencia externa a Panathinaikos le es más dura que nunca, incluso quienes consideran que vencer al vigente campeón es una muesca de prestigio en su trayectoria. Pero esta exigencia, digamos externa, le provoca una más que es la propia competencia interna, en un equipo que si fuera un cómic estaría representado por un conjunto de gallos, cada cual muy personal y diferente al otro, pero con la convicción individual de ser el mejor gallo, el más elegante y el que mejor canta y más se le oye. Mucha, demasiada personalidad, en un equipo que si algo ha mostrado en este tiempo es esa solidez en su baloncesto y esa coralidad en las opciones de juego que tienen. Y también lo contrario, cuando solo piensan en sí mismos.
Al mando sigue Sloukas, quien está en ese nivel que no necesita estar en cancha para demostrar que un equipo ganador lo tiene que ser en todo momento. Ataman lo sabe y, como un alquimista, lo dosifica los minutos necesarios para que su ejemplo sea ese máximo que el resto debe superar. A su lado, Nunn está demostrando que, si no es el jugador más decisivo de la Euroliga, está entre los cinco más importantes. Y protegiéndoles como escudero sigue Lessort, que se ha ganado por méritos propios ser uno de los referentes de la pintura de esta competición. Ellos estructuran un equipo que, efectivamente, tiene de todo.
Grant es uno de esos jugadores termómetro de la temperatura emocional del equipo, trabajador, inteligente y con visión colectiva. Tanto es así que está eclipsando ni más ni menos que a Brown, que ya es decir. Juancho ha recuperado una confianza ganada a pulso frente a Papapetrou e incluso a Mitoglu, en un atractivo juego de cuatro abiertos que le beneficia más por ser más intenso, más rápido, incluso a Osman. Y Yurtseven llega para reforzar ese físico interior pero le falta el compromiso colectivo que Ataman exige. Mientras sigan con esa ansia hambrienta de superar en cada acción al rival y superar colectivamente su máximo, Panathinaikos progresará. Si no, será un equipo con demasiados interrogantes innecesarios para su nivel.
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