Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
dicen que no hay nada como la mística baloncestística de los New York Knicks. Los que la contemplan desde fuera, se preguntan si no será un caso de exceso de ruido y escasez de nueces para un equipo que, al fin y al cabo, tan ... solo ha ganado en toda su historia dos anillos de la NBA. En la construcción de la leyenda del equipo neoyorkino, los escándalos, los grandes fiascos deportivos y ese estigma de eterno 'pupas' han puesto muchos más ladrillos que los logros deportivos. Como todo se magnifica en la ciudad que nunca duerme, su equipo de baloncesto no podía ser menos.
La historia de los Knicks puede escribirse como una sucesión de calamidades, jugadores estrellados, errores estratégicos flagrantes, contratos millonarios para baloncestistas que no lo merecen y excentricidades de sus propietarios. Sin embargo, Luca Vildoza se dispone a aterrizar en unos Knicks un tanto 'aburridos'. No hay árbol caído del que hacer leña ni diana sobre la que lanzar el dardo acusador. El caso es que los actuales Knickerbockers son un equipo irreconocible, sin estrellas rutilantes pero con la disposición de discutir su trayectoria reciente de desastres. Son lo que se llama un equipo serio, quinto en la Conferencia Este y que tiene en su mano la opción de disputar los play off NBA, un logro que no alcanzaban desde la temporada 2012-13, el curso en el que Pablo Prigioni se estrenó como 'rookie' en la Gran Manzana. El exbase baskonista se sube a una estructura con personalidad propia, con papeles claramente definidos. La incógnita reside en cómo encajará en semejante maquinaria; si tendrá algo que decir en lo que resta de la presente campaña o su ajuste pleno quedará para el próximo ejercicio.
Los nuevos jefes de Vildoza en Nueva York están perfectamente detectados. A pie de cancha, Tom Thibodeau tiene buena parte de culpa del renacer de los Knicks. El técnico de voz rasgada y perfil duro y exigente ha implantado una filosofía defensiva que se ha convertido en un sello distintivo del equipo. Como su lugarteniente de confianza brilla Derrick Rose, aspirante a marcar una época antes de que las lesiones se cruzaran en su camino. El base de Chicago resurge en el Madison a sus 32 años como un veterano excepcional, el director que manda por delante de Elfrid Payton, que acostumbra a arrancar en el quinteto inicial. Thibodeau y Rose reviven en Nueva York la sociedad que forjaron en el inicio de sus respectivas carreras en la NBA en los Bulls. Completan el núcleo motor un Julius Randle que vive la mejor de sus siete temporadas NBA como 'cuatro' todoterreno y la exuberancia ofensiva de RJ Barrett.
El constructor de la obra, y responsable último de la contratación de Vildoza, no es otro que Leon Rose, otrora uno de los agentes más potentes del mercado NBA y reconvertido desde marzo del año pasado en presidente ejecutivo de los Knicks. Es el puesto en el que le colocó James Dolan, el hombre que pone el dinero. Dueño de la franquicia, de la empresa explotadora del Madison y del equipo de hockey de los New York Rangers entre otros emporios y ahora un hombre tranquilo ante la balsa de aceite en la que se ha convertido la joya baloncestística de Manhattan.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.