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Carlos Pérez de Arrilucea
Domingo, 28 de mayo 2017, 05:51
Si hay un mínimo sesgo de angustia, deberá quedar atrapado en la taquilla del vestuario. Si hay tensión, que existe siempre, ha de ser encauzada de manera óptima. Que encienda el músculo colectivo de la plantilla azulgrana y que no sirva para agarrotar su alma ... baloncestística. Este Baskonia imperfecto, tocado por las bajas pero todavía vivo, encara esta tarde el primer match ball de los play off ACB. Duelo a cara o cruz contra el Gran Canaria por un billete hacia la semifinal contra el Valencia en el que necesita de una trazada precisa y firme para completar una curva peligrosa. Es la trama trepidante que se ha repetido en todas las eliminatorias de cuartos, con un primer golpe inicial del dueño de la ventaja de campo y la posterior respuesta del oponente en el cambio de escenario.
Quienes solo entienden el camino de los play off como un desfile militar en el que el Baskonia debe arrollar sin miramientos, todavía lamentan la derrota en el segundo encuentro en el Gran Canaria Arena. La realidad dice otra cosa y también recuerda que delante hay un rival al que conviene respetar y remarcar sus virtudes. Tras dos asaltos, el Baskonia y el Gran Canaria rivalizan en méritos para ganarse un sitio en la siguiente ronda. El historial y el favoritismo aprietan a los azulgranas mientras los canarios visten las ropas del modesto que no tiene nada que perder. Al final, todo se resuelve en el duelo de esta tarde en el Buesa, con toda la emoción de un play off corto condensada al máximo. Y los hay que quieren eliminar esta dulce taquicardia para dirimir el título liguero...
Si algo ha demostrado el Baskonia a lo largo de la presente campaña es que puede tropezar pero también aprender rápido de sus errores. El equipo de Sito Alonso no puede incurrir en una entrada de partido similar a la del choque del jueves pasado. Mejor rebobinar unos días antes para reproducir el inicio del primero. Toda batalla de play off termina por convertirse en un pulso de estilos. Hasta el momento, ambos equipos lo han impuesto de manera marcada en cada una de sus victorias en la serie. Ahora, debería ser el turno del Baskonia. Si para algo sirve disponer del factor cancha es para sacar provecho de situaciones que la presente.
Contra un horario incómodo
En plena resaca de la final copera en el Vicente Calderón, el horario del duelo no es el ideal. El choque arranca a las cinco de la tarde, cuando a buen seguro que no se haya completado el retorno de los peregrinos del Alavés a Vitoria. Se teme una grada del Buesa un tanto despoblada, aunque mentar semejantes circunstancias es como aludir al empedrado antes de afrontar el sprint. La presión ambiental puede tener su incidencia, pero la combustión debe comenzar a prender desde los propios jugadores que dirige Sito Alonso.
El Baskonia necesita ritmo y velocidad. Aspira a activar ese caudal anotador que lo convierte en un rival temible. Tiene entre sus asignaturas a aprobar el dominio del rebote, uno de los aspectos que le ayudó a controlar el primer duelo y en el que gripó en el segundo. Los azulgranas necesitan una versión coral compacta, pero también el brillo de la columna vertebral formada por Shane Larkin, Adam Hanga y Tornike Shengelia. Líderes principales del equipo, que no solo deben aportar puntos sino también ser los primeros a la hora de marcar la pauta en defensa. El Gran Canaria funciona desde la conjura colectiva, pero hay constantes que los azulgranas no pueden permitir que despunten. En las filas insulares, Eulis Báez ejerce de termómetro y punta de lanza de un juego interior que en el segundo encuentro se impuso con claridad. En el perímetro, la batuta de Bo McCalebb no puede dirigir ni ganar los pulsos individuales con la facilidad con la que lo hizo el pasado jueves y la defensa azulgrana deberá mantenerse atenta a la posible eclosión triplista de Kuric o Salin, agazapados en un segundo plano desde el arranque de la eliminatoria.
En última instancia, es cuestión de defender la casa propia. Sito Alonso se muestra convencido de que «el equipo que vamos a ver será muy diferente» al que se descompuso en el segundo encuentro. Hay un ingrediente clave que se debe recuperar. «En el segundo partido no pusimos toda la agresividad y la ambición que solemos poner. Estoy completamente convencido de que lo vamos a hacer». En caso contrario, esperan unas vacaciones que aún nadie quiere iniciar.
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