Larkin trata de anotar en el partido ante el Unics.
Baloncesto

Faros en plena ventisca

Shengelia y Larkin guían al Baskonia hacia el triunfo en la cancha del Unics en un desenlace desazonante con final feliz

Carlos Pérez de Arrilucea

Jueves, 15 de diciembre 2016, 16:11

Un puñado de segundos que nunca terminan, la guerra posicional y psicológica en su máximo apogeo, tandas de tiros libres de insoportable tensión para cualquier mortal, problemas de la mesa de anotación con el reloj que fuerzan a replantear estrategias. Y en el último instante, ... un triple de Keith Langford que vuela, no encuentra el aro y libera de manera definitiva a un Baskonia con los plomos a punto de fundirse. 91-92 para los azulgranas después de un saque de banda rival bastante mejor defendido que el anterior, el mismo en el que el mejor anotador de la presente Euroliga apenas gastó una décima de segundo para recibir sin oposición, elevarse y anotar el 91-90 para parar el crono a 4 segundos y 9 décimas de la bocina final. Y entre las dos acciones del escolta tejano, un primero ensayo que apuntaba a un intento doble de Larkin que no iba a entrar, acción que quedó anulada gracias al despiste de los responsables de poner el marcha el reloj.

Publicidad

Tras el tiempo muerto preceptivo y el cambio en el diseño de la jugada clave, la bola cayó en manos de Tornike Shengelia. De cara al aro, con metros por recorrer, el purasangre georgiano arrancó su galopada desbordando a un Pavel Antipov que puso el pecho a modo de freno superando el límite de la falta. El ala-pívot azulgrana terminó el duelo apostado en la misma demarcación que en los tres minutos precedentes. Era su cuarta tanda de lanzamientos libres, en la que mantuvo la templanza y la efectividad necesarias para embocar dos intentos claves que daban una ventaja definitiva, la misma que perduró en el luminoso tras el último cartucho sin pólvora disparado por Langford.

Fue el final feliz a un final de auténtica ventisca para el Baskonia, que encontró a dos faros de primer orden para guiarse en Shane Larkin y Tornike Shengelia. La gripe quedó atrás para el base de Ohio. Su fiebre fue de naturaleza benigna, la misma que alimentó una audacia ofensiva desbordante a lo largo del duelo, aumentada en el momento del desenlace. Mientras, el georgiano fue la pieza que golpeó de manera sistemática el ánimo de una escuadra rusa que se quedó con la miel en los labios, batallador y ordenado pero otra vez sin el premio de verse triunfador en casa.

Fueron los grandes auxilios en un último cuarto que había arrancado con un 67-67 y que adquirió tintes sombríos ante la desbordante efectividad ofensiva de Quino Colom y Keith Langford, una pareja letal que permitió al Unics Kazán situarse con un 83-77 a cuatro minutos del cierre. Fue el momento crítico en el que emergió la figura de Shengelia y Larkin, pero también una defensa colectiva afilada capaz de cercenar líneas de pase y forzar pérdidas a un rival que terminó desfondado por la presión de un partido denso y de digestión azarosa.

La resolución de Larkin en el uno contra uno, con un triple casi temerario que sacó de las cuerdas al Baskonia a seis segundos de la conclusión (88-90), un par de recuperaciones de balón claves para cortar las alas al Unics Kazán y el bisturí de Shengelia permitieron a los azulgranas asegurar la octava victoria en la presente Euroliga. Se trata de un botín para nada despreciable después de doce jornadas disputadas y que permite al equipo vitoriano seguir en plena pelea por los puestos de privilegio en una fase regular todavía muy lejos de su traca final. Sin Andrea Bargnani ni Tadas Sedekerskis y con Pablo Prigioni pidiendo pista de aterrizaje para iniciar su tercera etapa en Vitoria, el Baskonia suma y sigue. Llena la despensa con vistas a futuros baches al tiempo que modela un estilo en el que, tal y como ocurrió este jueves, también se incluye ganar sin facturar un baloncesto preciosista.

Publicidad

Con el buzo de trabajo

Porque la escuadra azulgrana tuvo que ponerse este jueves el buzo de trabajo para picar a destajo en un duelo áspero y enredado. Sin el manto protector del Buesa Arena, fue capaz de presentar la mentalidad férrea y la capacidad de resistencia necesarias para ser un viajero triunfador en la Euroliga. Eran necesarios corazones calientes para encender el gélido Basket Hall Kazán. Larkin y Shengelia fueron la punta de lanza final, pero contaron con un sustrato clave en figuras como Jaka Blazic o Ilimane Diop, capaces de fijar el nivel defensivo tanto en el perímetro como en la pintura en los momentos cruciales.

La fogosidad del senegalés contrastó con el tono menor de Johannes Voigtmann mientras que el esloveno fue un recurso más consistente cuando tocaba remar a contracorriente que perfiles más fríos como el de Rodrigue Beaubois. Sin embargo, también sumaron el sacrificio de Chase Budinger y las agallas de Rafa Luz.

Publicidad

La escuadra azulgrana solo se sintió dominante de manera clara tras el parcial de 4-22 firmado entre el cierre del primer cuarto y el arranque del segundo (22-35, minuto 14). A partir de ahí, el Unics creció de manera constante, primero al calor de un protagonista inesperado como Paul Stoll y más tarde con armas previsibles pero mortíferas como Quino Colom o Ketih Langford. El Baskonia aguantó el despertar de un Unics que llegó al descanso en ventaja (40-43). Evitó cualquier decaimiento a lo largo de un tercer cuarto disputado entre trincheras y fue capaz de no perdr los papeles cuando los rusos pisaron el acelerados en el descorche del cuarto final. Sudoroso, pero todavía entero, aún capaz de sacar petróleo de la presión defensiva sobre el saque de fondo rival, camino hacia un desenlace borrascoso con la brújula en manos de Shengelia y Larkin.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad