El dominio de los cómplices del fútbol

El torneo de apertura vivido hace unos días en el Buesa no deja de ser una puesta a punto de los mejores equipos. Esta prematura prueba es la causa de los sorprendentes resultados que se dieron. El Baskonia en plena etapa de reconstrucción perdió ante los canarios que a la postre dieron la gran sorpresa saliendo campeones, pura evidencia del porqué me gusta nuestra liga.

Cada año es más difícil hacer pronósticos de lo fuertes que van a ser los equipos. Solo los dos cómplices del fútbol se muestran de entrada muy superiores. Si el Alavés se afianzara en la liga española quizás, a no largo plazo, el Baskonia podría recibir las aportaciones económicas necesarias para no tener que inventar cada año un equipo nuevo. Para algo debería servir que la propiedad esté en la mismas manos. Dejemos ahí el sueño.

Una mirada a las plantillas demuestra la tendencia por la que se decantan los clubes. La internacionalización es imparable, basta con comprobar las nacionalidades de sus jugadores para recordar el estilo de algunas franquicias de la NBA -valgan los ejemplos de Estudiantes y Fuenlabrada para hablar de dos clubes representativos de un baloncesto con jugadores españoles-. Conviene aceptar como normal que solo un 32% del los que van a sudar la camiseta sean nacionales, considerando como tal los que entran por puertas más o menos claras. Otra tendencia generalizada es depositar el futuro inmediato en manos de ilustres veteranos, hasta 16 españoles de más de 34 años van a ser pilares de sus equipos. Salgado y Mumbrú en Bilbao; Oliver y Vázquez en los canarios; Cabezas, Triguero, nuestro conocido Vidal, y todos ellos con gran responsabilidad en el rendimiento de sus equipos. Como negativo poco ilusionante, la aportación de jóvenes promesas. Quizás las mejores sean el vitoriano Diop, el badalonés Abalde y Brizuela, el estudiantil de sangre baloncestística vitoriana, poco más.

El valor del público

En la Liga se da por primera vez la anomalía de que solo participen 17 clubes, resulta sangrante que, aparte de los ya estabilizados, no tenga el país una ciudad con solvencia para mantener un club en la alta competición española. Esta situación habla por si sola de la falta de base del baloncesto español, que tras la categoría de una veintena de estrellas que tantas alegrías nos han dado, queda muy poco. Esperemos que la llegada de Gargajosa a la FEB, por su procedencia de jugador, intente arreglar un estamento que no ha hecho más que sangrar la vaca sin pensar en el futuro.

No podemos ser pesimistas, el mayor valor de un deporte es el público, suele olvidarse que las canchas llenas son el motor que lo crea todo: estimula a los dirigentes, motiva a los jugadores y obliga a los políticos a colaborar de alguna manera al mantenimiento del espectáculo.

No quiero olvidar un asunto que me orgullece. Los entrenadores españoles se consolidan, muestran una calidad envidiable, quizá el aficionado medio no sepa que hasta una veintena de los nuestros ejercen en el extranjero con éxitos reconocidos. Se va a levantar el telón de la Liga sin la presencia de Aito, posiblemente el personaje en activo más representativo, no solo de los entrenadores sino de una forma de ser de nuestro deporte carente de broncas y feas declaraciones. Y recuerden, el BALONCESTO en TV es bonito, pero en directo es un espectáculo.