Iñigo Miñón
Lunes, 18 de abril 2016, 23:08
Parece complicado. Lo es. Y muchísimo. Pero si algún equipo se ha ganado el beneficio de la duda en estos play off de la Euroliga es el Laboral Kutxa. El beneficio de dudar de las jerarquías, del orden establecido, de las leyendas griegas y hasta ... del poder místico del OAKA y los casi 20.000 enfervorizados hinchas que esperan esta tarde al escuadrón de Velimir Perasovic (20.15 horas). Jugando a baloncesto ya ha demostrado que puede ganar al Panathinaikos. Hoy el desafío va más allá. Una nueva vuelta de tuerca a la máquina de los imposibles.
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Pendientes otra vez del estado físico de Adam Hanga y Fabien Causeur. Aunque Velimir Perasovic aseguró ya en Atenas que en el partido de hoy «no juega ninguno de los dos, seguro». Habrá que esperar a un hipotético cuarto enfrentamiento. Hasta el momento le han encajado todas las piezas. Sin el escolta francés, que aún no ha podido debutar en la serie, ni el alero húngaro, que se perdió el segundo, existía el temor a la respuesta física de una rotación más corta que la de su opulento rival, pero en Vitoria el equipo azulgrana llegó entero a la prórroga, de piernas y de cabeza.
«No nos tiene que asustar»
Y los jugadores han dado un claro paso adelante en esta serie. Desde los que ostentan un papel protagonista, como los dos bases o Bourousis, a los más testimoniales como Corbacho -pocos minutos, pero correctos- o Planinic, cuya defensa sobre el potente Raduljica fue clave en el primer triunfo. Pasando, inevitablemente, por la fundamental labor oscura del siempre intenso Blazic o el creciente Kim Tillie, que, en ausencia de compañeros importantes, elevó el tono de su rol y firmó un segundo partido extraordinario.
Sin efectivos relevantes -también es baja Tornike Shengelia-, en definitiva, pero con el depósito cargado de la confianza que ofreció a todo el baskonismo las exhibiciones de orgullo y baloncesto que la semana pasada dio el Laboral Kutxa en el Buesa Arena. Otro ejercicio de fe. Aunque en este caso no es ciega. La escuadra azulgrana les ha enseñado a todos, propios y extraños, de lo que es capaz.
Ahora cambia el escenario. El mítico y temible OAKA. «Es su fuerte, todo el mundo juega mejor en su cancha, pero a estas alturas de competición no nos tiene que asustar esto», subraya el técnico baskonista. Les espera un ambiente hostil y una bestia herida. En el resultado y en su amor propio. Contra las cuerdas, el poderoso Panathinaikos recurre a la épica de su territorio sagrado, pero también al baloncesto que figuras del nivel de Diamantidis -bien en el segundo partido, ausente en el primero-, Nick Calathes, Elliot Williams o Gist no pudieron mostrar en Vitoria, asfixiados por la defensa alavesa.
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«De los mejores de Europa»
«Es uno de los mejores equipos de Europa, que hayamos ganado dos partidos en casa no quiere decir que no tenga dificultad. Pero también tenemos la ilusión de sacarlo adelante», precisa el entrenador croata. En juego, el billete para la quinta Final Four del club baskonista. Moscú, Praga, Atenas y Madrid, de manera consecutiva entre 2005 y 2008. Y ahora, en el horizonte, espera Berlín. Falta el tercer paso. Y hay tres oportunidades.
Pero el vestuario azulgrana solo piensa en el choque de esta tarde. Mañana es hoy, lo del Buesa Arena ya es un recuerdo y Berlín todavía no pasa de mera hipótesis. Únicamente existe un duelo, el de esta tarde en el templo del Panathinaikos. «Solo miramos a este partido, pensar de otra manera sería un suicidio. Todos somos conscientes de que cada encuentro es una batalla importante y hay que afrontarlo así», concluye Perasovic. Y el desafío sigue elevando su nivel.
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