Daniel Sánchez-Harguindey
Domingo, 6 de marzo 2016, 01:08
Por muchas vueltas que da la vida siempre se termina regresando al origen y, además, da la sensación de que el tiempo no ha pasado, de que los años fuera del hogar parecen solo días. Eso es lo que ocurrió ayer con los héroes que ... fueron capaces de otorgarle al Baskonia su primer trofeo continental, la Copa de Europa de 1996, antes conocida como Recopa de Europa, un torneo entre los ganadores de las distintas Copas del Rey. El germen que hizo que un humilde club se asentara en la élite europea. El primer paso; con ellos empezó todo. Así, dentro de los actos que conmemora ese vigésimo aniversario, las puertas del Buesa Arena se abrieron de par en par para recibir a aquellos jugadores y llevar a cabo un tour por el recinto de Zurbano. Jordi Millera, Ferrán López, los hermanos Cazorla, Iñaki Gómez, Miguel Ángel Reyes, Marcelo Nicola, Ramón Rivas, además del médico Jesús Seco y el delegado Roberto Barrios no faltaron a la cita. Solo faltaron Velimir Perasovic, que se encontraba volviendo con el equipo desde Atenas, Jorge Garbajosa, que llega hoy a Vitoria por compromisos laborales, Kenny Green, que en aquel momento se encontraba lesionado y que ahora está en paradero desconocido, y Pedro Rodríguez.
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Sucedió como con esos grandes amigos de la juventud que se encuentran mucho tiempo después y parece que nada ha cambiado. Risas, bromas, anécdotas y, sobre todo, una dosis gigante de buen rollo. «Fuimos un grupo humano tremendo», rememoró Jordi Millera. «Es como si no hubiera pasado el tiempo», añadió Ramón Rivas. La mayoría de ellos no habían vuelto a verse desde entonces, aunque todos contaban con un denominador común; el recuerdo Manel Comas seguía vivo en sus corazones, el entrenador de aquella gesta, que estuvo muy presente a pesar de su ausencia.A medida que fueron entrando al coliseo vitoriano comenzaron los saludos y abrazos. Llamó la atención la efusividad de los protagonistas con los periodistas que ya por aquel entonces cubrían la información del equipo. Otros tiempos, en los que la prensa y los deportistas estaban más unidos que ahora.
A partir de ahí, las entrañas del Buesa Arena fueron el escenario por el que desfilaron los exjugadores. Todo era nuevo para ellos: la zona VIP, la sala de prensa, la antesala del palco o la sala de trofeos, en la que surgieron las primeras anécdotas. Al fondo se situaba en un atril la preciada Copa, aunque la mayoría decidieron detenerse antes en la Copa del Rey de 1995, la antesala necesaria que propició un billete para la antigua Copa de Europa. Poco después todos posaron alrededor del galardón para la foto. «Agarra la Copa como hiciste tras el partido», le pidieron a Nicola. «Eso sí, no llores como aquel día», le espetó Rivas, siempre predispuesto a gastar bromas. El argentino aceptó la propuesta, pero resulta que la Copa estaba pegada al atril y resonaron las carcajadas de sus compañeros ante la imposibilidad de cogerla.
Salida a la pista
Poco después, todos acudieron a la antesala del palco, en la que se sitúan algunas de las camisetas baskonistas más emblemáticas de la historia del club. El que fuera delegado en aquel momento señaló una de ellas. «Mira, esa es la de la final», a lo que Nicola le replicó con su habitual sorna. «¿Estás loco? Esa fue la de la Copa del Rey del año anterior, ¿cómo no puedes acordarte?, le preguntó. Llegó el momento de dirigirse hacia la remodelada cancha, pero en los pasillos la expedición con la foto pre-partido de aquel imborrable 12 de marzo de 1996 en el triunfo ante el PAOKde Salónica. El puertorriqueño comenzó a reírse de las caras de seriedad y tensión de sus compañeros de batalla y, a continuación, soltó «¡Qué sexy estaba Aker de joven!». Genio y figura.
Desde las oficinas de Zurbano se recomienda a los aficionados que acudan hoy al Fernando Buesa Arena con más tiempo de antelación de lo habitual para no perder detalle del homenaje a los héroes de la Copa de Europa de 1996. A las 19.15 horas, un cuarto de hora antes del inicio del derbi entre el Laboral Kutxa y el Bilbao Basket, los componentes de aquel equipo presentes en Vitoria recibirán el reconocimiento de la grada baskonista y posarán en una foto de familia sobre el parqué.
Durante el descanso del choque, cada miembro del grupo de invitados ilustres recibirá en la sala de prensa del Buesa una placa conmemorativa. El choque de hoy también tendrá su ración de representación in
Tras esa anécdota llegó el momento cumbre; la entrada al feudo baskonista por la puerta del palco. Algunos ya habían visitado la cancha, aunque otros, como Miguel Angel Reyes, no. «¡Guau, qué grande es!, resaltó. En aquel duelo clave, el Pabellón Araba registró una asistencia de 6.000 espectadores, incluida la fanaticada griega, prácticamente 10.000 menos que las que caben actualmente. «Eso sí, me da la sensación de que antes el público estaba más cerca de la pista. Aun así, siento como que se respira la misma atmósfera de antes», dijo el que fuera ala-pívot titular en aquel duelo crucial. «De todos modos, hace el mismo frío de siempre», apuntaron algunos de sus compañeros.
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Pero claro está, todos querían volver a tocar el parqué. Los recuerdos se agolpaban y los recuerdos de antiguas vivencias se sucedían sin parar. La imagen curiosa se produjo con Tornike Shengelia, que en ese momento estaba haciendo bicicleta a pie de pista y observaba la escena con una mezcla en su cara de incredulidad por no entender del todo la estampa y la risa cuando el preparador físico le explicó la tesitura. Y como no podía ser de otra manera, con tanto baloncestista en una cancha, alguien reclamó un balón. «Vamos a tirar un tiro libre cada uno», propuso Rivas. El propio puertorriqueño no tocó tocar aro en su primer tiro desde el 4,60. «La primera es de calentamiento». A la segunda entró. Nicola, el más fino de todos.
Coloquio y cena
Bajo esa atmósfera, la visita al escenario de la gran hazaña puso su punto y final. Todos se dirigieron hacia el BAKH, donde les esperaban cerca de 250 aficionados con ganas de volver a ver a aquellos ídolos, de preguntar sobre aquellas , además de fotografiarse y pedir autógrafos a los protagonistas de aquel Taugrés. El día concluyó con una cena entre los personajes en liza y los directivos azulgranas en el propio BAKH.
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