Carlos Pérez de Arrilucea
Martes, 23 de febrero 2016, 22:10
Velimir Perasovic continuará la próxima temporada al frente del Laboral Kutxa. Así lo ha decidido el club vitoriano, que ha ejercido la cláusula de ampliación que figuraba en el contrato del entrenador croata. La excelente campaña que está completando el conjunto azulgrana, que ha recobrado ... el espíritu competitivo y ha devuelto la ilusión a la grada del Buesa Arena, ha precipitado los acontecimientos. La vinculación fijada inicialmente era de un año con opción a otro, pero esa extensión no respondía a objetivos deportivos, sino que era una fórmula de garantía que se guardó la entidad baskonista, que, a la vista del buen rendimiento del equipo, acordó ejecutarla antes de la reciente disputa de la Copa del Rey de A Coruña.
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Josean Querejeta pretende dar continuidad así a un proyecto que se ha erigido en garantía de competitividad. Los números avalan a Perasovic, que ha ganado el 72% de los partidos oficiales disputados (28 de 39), ha devuelto al equipo a la zona noble de la Liga ACB, está en buena disposición de pelear por el Top 8 y viajó a la Copa con opciones de ganarla justo un año después de ver esta competición desde casa, aunque finalmente fuera eliminado en semifinales por el Real Madrid en un duelo ajustadísimo. Pero por encima de los números está la sensación de que, tras varios ejercicios de vaivenes y frustraciones, el Laboral Kutxa vuelve a ser el equipo de colmillo afilado, que, inmune a la capitulación, desafía la jerarquía de los grandes del continente.
La sensación de que el Baskonia ha vuelto. Es la gran baza de Perasovic, la que ha convencido definitivamente al presidente azulgrana, creyente confeso de la fórmula del gran capataz que encarna el croata. Un entrenador firme, de estilo férreo y sello propio. De baloncesto intenso y hambriento, una virtud recuperada que se había perdido en la memoria reciente del Buesa Arena. La afición también ha recobrado la fe, como lo demuestra su reciente exhibición de fidelidad en A Coruña. Y la grada entona cánticos coreando el nombre de su entrenador. Más que ganar, se trata de competir, de creer que se puede ganar. Y quizás los títulos grandes sigan a cierta distancia, pero el equipo vitoriano ya ha ganado al Real Madrid, el Barcelona, el CSKA y el Olympiacos.
Baloncesto enérgico
Con la mano dura de la escuela balcánica, pero con la virtud de no anular la personalidad de sus jugadores. Peras aboga por la intensidad, la defensa y un alto ritmo de juego, pero en su decálogo cabe la impetuosidad de dos bases dinamiteros, el gobierno más sereno de Ioannis Bourousis, la coherencia de Fabien Causeur o la constancia electrizante de Adam Hanga. Los pilares principales de un baloncesto hiperactivo y enérgico que se juega en bloque. Otro de los logros del entrenador croata. Porque si la directiva y la afición ya le han demostrado su confianza, el vestuario le regala una fe ciega.
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«Tiene esa motivación de ganar, ganar y ganar. Eso sí se transmite. Por eso sabe que tiene unos guerreros», destaca el capitán, Fabien Causeur. «Él es clave en la capacidad de pelea que tiene el equipo. Siempre empuja a todos los jugadores a que el equipo mejore», corrobora Darius Adams. «Peras es clave para mí porque me ha dado confianza desde el principio de la temporada», dice Hanga, que en sus manos ha exhibido una progresión espectacular y hasta inesperada. Hasta Darko Planinic, descartado en la ACB, que solo puede jugar en la Euroliga. «Soy uno más aunque no juegue. Voy a seguir apoyando a mis compañeros».
Un bloque sólido, sin fisuras, que se refleja en un baloncesto bien armado, que no se guarda nada. El cuarto mejor ataque de toda la Euroliga (83,3) y el segundo mejor de la Liga ACB (85,2). La versión más madura de un entrenador que ya comprobó hace casi una década, en 2007, las exigencias de la casa baskonista. Entonces dejó una Copa del Rey y una Supercopa en las vitrinas del Buesa Arena, pero no fueron suficientes para frenar una salida un tanto extraña en la que sus problemas cardíacos se entremezclaron con las dudas del club respecto a su capacidad para gobernar la nave azulgrana.
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«Lucharé o me caeré»
Estudiantes, Cibona, Efes, Valencia y la selección de su país le sumaron experiencia. Dos Ligas croatas y la Eurocup conseguida con los taronjas dieron brillo a su palmarés antes de que Josean Querejeta le convirtiera en su apuesta personal para devolver la personalidad y el pulso competitivo a un equipo sumido en la intrascendencia. Desde que Dusko Ivanovic fuera despedido en noviembre de 2012, el banquillo azulgrana pasó de mano en mano sin dueño estable y sin un estilo determinado. Tabak, Scariolo, Crespi, la promoción de Ibon Navarro...
«Ahora me dicen que el público pita», dijo el croata a su llegada a Vitoria. «A mí me parece muy extraño eso. Solo pueden pitar si los jugadores no se tiran al suelo a por un balón, si no se esfuerzan, si juegan con malas ganas. No lo veo de otra manera. Y los jugadores que estén a mis órdenes seguro que van a luchar. Si no, lucharé yo o me caeré yo», avisó. Y cambió la dinámica. El Buesa Arena ya no pita, vuelve a vibrar con su equipo. Es el gran logro de Perasovic. Su gran aval para seguir otro año más, si es que no llama la atención de un grande dispuesto a tirar de billetera.
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