Shengelia, en un momento del choque ante Efes.
Las enseñanzas positivas del top 16

La delgada línea de una canasta

La línea que separa el éxito del fracaso ha sido tan sutil que se hace necesario examinar el proceso que ha llevado al Baskonia al lugar donde está ahora

juanjo brizuela

Martes, 14 de abril 2015, 22:38

Una canasta. Una simple canasta. Tan simple y tan cruel al mismo tiempo. Vayan a un campo cercano a su casa, sitúense debajo del aro y anoten. Ésa canasta. Esa canasta es, con el paso de los días, la delgada línea que supone la gran ... brecha de estar o no entre los ocho equipos que disputen las cuatro plazas de privilegio de la próxima Final Four de Madrid. La eliminación, por la forma en que se produjo (tras caer ante Unicaja, pero por el basket average de dos puntos perdido ante Efes) fue cruel y doloroso y sumió al baskonismo en momentos oscuros. Aunque, a decir verdad, tampoco está nada mal decir que Baskonia se encuentra entre los diez mejores equipos de Europa. Siempre es cuestión del cristal con que se mira.

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La línea que separa el éxito del fracaso es a menudo tan sutil que tendemos a calificar una actuación por el resultado final sin ni siquiera analizar el proceso, el camino. Se olvida por completo que como en la vida, el baloncesto está lleno de pequeños matices y detalles que acaban por moldear una realidad. Un rebote. Una pérdida. Un tiro libre. Un robo de balón. Un triple anotado. Aquella canasta anotada (o fallada) en el campo cercano a su casa. Laboral Kutxa perdió frente a Unicaja en Málaga en el partido final pero no dejó de ganar su derecho a estar en el Top 8 en ese partido, sino en las derrotas de otros choques, como el inicial en el Buesa frente al Efes, o contra Fenerbahce (por una canasta) , o la quizá más dolorosa frente al Nizhny en Rusia, cuando parecía que el equipo se encontraba en su mejor momento.

Como ocurre en los ciclos, en este espacio de tiempo que ha ocupado el Top16 el Baskonia ha pasado por diferentes fases. Una inicial, donde quedó marcado el nuevo estilo que propuso desde su llegada Ibon Navarro: ritmo y tempo de juego elevado, un alto número de posesiones y una intensidad defensiva basada en el 1x1 inicial dadas las características de sus nuevos bases, especialmente, y la movilidad y rapidez del resto del equipo. Después una fase postetrior donde el conjunto ha ido sumando nuevos recursos al juego tratando de tener un bagaje táctico amplio para enfrentarse a diferentes estilos de juego, en relación también a sus rivales. Y quizá nos encontremos ahora en esa fase de mantenimiento de esta identidad en la recta final de temporada, con altibajos que han ofrecido momentos brillantísimos de juego con otros mediocres. El equipo en este trabajo de aprendizaje extra ha pasado por un triple esfuerzo: los cambios de jugadores y entrenador, por un lado; el esfuerzo técnico, táctico y mental en este aprendizaje por otro; y finalmente, el reto de mantener su capacidad competitiva en cada competición y recuperar el camino perdido de inicio, como es evidente en la Liga Endesa.

Ahora, ACB

Si algo ha aprendido el conjunto azulgrana en esta Euroliga es a ser un poco más maduro. Lo que equilibra el fracaso respecto al éxito es precisamente esa madurez. Y tanto en las victorias como en las derrotas, este equipo está integrando estas lecciones continuas que seguramente le sirvan para la única competición en vigor: la ACB, ésa que nos va a permitir medir definitivamente el paso por esta temporada 2014-15. Esa madurez que algunos jugadores no han mostrado quizá por ser sus primeras ocasiones de auténtica y exigente competitividad, como James, Adams, Bertans, Tillie y Iverson. Esa madurez de la que han hecho gala, otros más curtidos como San Emeterio, Causeur, Hansgbrough, Shengelia y Begic. Lo que es evidente es que no sólo el resultado, sino afrontar cada partido como el máximo reto competitivo posible, está aportando al equipo un grado colectivo que debe permitir competir en la ACB con garantías y mirando de tú a tú a cualquier rival, sea quien sea.

En este proceso, el Laboral Kutxa ha vuelto a la estructura inicial básica del 2-3-4, con Causeur, San Emeterio y Shengelia, como eje básico del equipo, y más tras la triste baja de Bertans. Un trío que cuando ejecuta al unísono, permite al equipo mostrar una variedad de recursos complementarios donde el espacio y la lectura de las ventajas son la clave del juego del equipo. A ellos se une la cada vez mayor robustez de Iverson y los chispazos de Adams y James, capaces de lo mejor y también de mostrar sombras. En este sentido, debemos 'desaprender' la figura del base tradicional que tienen otros equipos para comprender la forma de jugar de ambos. Darius y Mike necesitan ser importantes en cada posesión, necesitan imponer un ritmo alto y mostrar al resto, y a sí mismos, que son capaces de crear peligro a voluntad en cualquier momento. Es precisamente esto lo que los hace especialmente temibles para el equipo contrario y, en ocasiones, también para el propio. Eso sí, el nuevo ritmo de este Baskonia seguirá dependiendo de la capacidad de rebote del equipo y sobre todo de la transición que ofrecen ambos jugadores con el balón en el suelo o bien con el pase como nexo de unión. Precisamente este riesgo en el ritmo y en las decisiones fue quizá el que faltó frente a Unicaja y, en cambio, el que sí vimos en el último partido frente a Baloncesto Sevilla.

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En esta fase final de la temporada regular, decisiva y muy igualada entre los puestos cuarto y octavo, el Baskonia afronta el reto de sobreponerse a la lesión de Bertans, recuperar el juego interior, incidir en el juego de espacios con los cuatro jugadores abiertos, en especial con Tillie y sobre todo Shengelia, y hacer que el puesto de base sea a la par igualmente peligroso y capaz de interpretar las mejores decisiones en cada posesión. Y todo ello con el ritmo alto y la intensidad defensiva y el rebote como pilares fundamentales.

La baja del joven alero letón trastoca de nuevo la configuración del equipo en cancha, porque con él en el campo el peligro desde la línea exterior era palpable, con lo que ello suponía de ventaja en los espacios para los jugadores interiores. Ahora es preciso que esta capacidad exterior se reparta entre el equilibrio entre el tiro exterior y el juego 1x1 desde el bote en las penetraciones: Causeur es el ejemplo de este rol y San Emeterio la figura extra en este tipo de decisiones. Sus minutos, y sus descansos, se antojan esenciales para el equipo. Iverson y en especial Begic, deberían tomar más protagonismo en su juego, bien para anotar bien para tratar de cerrar ayudas que permitan liberar espacios cómodos para el juego exterior y el juego en el lado contrario. Tillie y Shengelia permiten que el equipo sea capaz de jugar con hasta cuatro piezas en transición y en movimiento. El georgiano debería dar un paso aún más al frente; ser más decisivo y apuntalar esa nueva opción versátil interior-exterior. Y los bases necesitan del balón para mostrar su confianza, su peligrosidad y su físico en ambos lados del campo. En este esquema está por ver qué da de sí ese fichaje temporal y a prueba del islandés Palsson conocido este mismo martes.

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Los pequeños detalles y la madurez serán de nuevo protagonistas en esta nueva etapa que se avecina hasta el inicio de los play off. Si a esto se añaden los pilares esenciales indicados por Ibon Navarro (ritmo, defensa y rebote) el Laboral Kutxa podrá afrontar las eliminatrias por el título como la prueba de fuego final de este nuevo estilo.

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