Navarro, el líder del conjunto, marca el ritmo y el esquema sobre el que deben brillar los solistas
Laboral kutxa

El Baskonia suena a jazz, como Vitoria

Un equipo de baloncesto se puede entender como un conjunto musical donde el éxito descansa en que los solistas sepan improvisar sin salirse del ritmo, significado y melodías que marca el líder de la banda

juanjo brizuela

Martes, 17 de marzo 2015, 08:35

El jazz es ritmo y significado. La frase es del pintor francés Henri Matisse y muestra que mucho más allá de pensar que el jazz es simplemente improvisación, libre expresión y notas que aparecen sin saber muy por qué, todo ello ejecutado correctamente tiene mucho ... sentido. Vitoria es una ciudad que también se le asocia con el jazz, no en vano su Festival es en una referencia internacional desde 1977, justo el mismo año que el Baskonia sustituyó su original 'V' por la 'B' actual. Ritmo, significado, improvisación, instrumentos, músicos y solistas, melodías y líder de la banda. Como un equipo de baloncesto.

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Los músicos de jazz que han pasado a la historia lo han hecho gracias a su capacidad de crear una personalidad propia, por ser capaces de interpretar y crear piezas desde la originalidad y por asentar una escuela de músicos a su alrededor que les han permitido desarrollarse dentro de un esquema propio. La improvisación deja de convertirse en una palabra hueca a tener un espacio dentro de un esquema que define la obra del autor. El límite entre la oportuna improvisación y el desentone es tan sutil que solamente está al alcance de unos pocos que son capaces de interpretar el tono, la melodía, el estilo y el ritmo dentro de un esquema identitario propio. El ritmo marcado por el líder de la banda marca un tempo que los músicos han de seguir, para después aparecer las improvisaciones sobre esa base rítmica. Descontrol controlado. Creatividad y rigor. Miles Davis, Wynton Marsalis, Louis Armstrong o Pat Metheny son únicos porque su originalidad ha contribuido en cada pieza a generar un estilo propio y admirado al mismo tiempo. De eso, en Vitoria hemos disfrutado en muchas ocasiones. Y en el basket, también.

Diversión

Nuestro Laboral Kutxa Baskonia es en estos momentos una pieza jazzística que definitivamente ha implantado un estilo propio, marcado por su líder, Ibón Navarro, y que está siendo ejecutado, con brillantez en muchas ocasiones, por sus 'músicos'. Inicialmente la interpretación ha sido tan novedosa y vibrante que ha cambiado la percepción y la realidad del equipo, con interpretaciones personales que han ido sumando, y restando otras, una capacidad de admiración por el público que acude a la cancha en cada partido. Se ha recuperado la palabra 'divertirse', perdida en otros tiempos. Ahora hace falta recuperar otra, de forma continuada: ganar, ganar y volver a ganar, como decía Luis Aragonés.

Podríamos debatir (e invito a hacerlo) si disponemos de los solistas adecuados, si el ritmo es el pertinente, pero en lo que estaremos completamente de acuerdo es que la personalidad está definida y que tanto el público como los jugadores y el cuerpo técnico consiguen hacernos mover los pies alegremente desde las primeras notas de cada partido, como una feliz interpretación de ragtime. Intensidad en el 1x1, ritmo en ambos lados del campo, jugar a campo abierto, potencia en acciones individuales, las transiciones defensa-ataque como seña de identidad, el pase como elemento de unión de los jugadores y las ventajas de medio segundo antes de cada jugador están logrando que se recupere una competitividad que hace tiempo no veíamos por nuestra sala de conciertos de Zurbano.

Solistas

Si bien es cierto que la pieza engancha, nos hemos encontrado en ocasiones con solistas que la interpretan buscando exclusivamente su parte, aquella que les permita brillar por encima del ritmo y esquema del conjunto. Un error, porque eso provoca que tanto el equipo como el propio solista pierdan carácter y personalidad y la música desentone. La ambición, la confianza en sí mismos y las ganas de brillar en las decisiones tomadas han intentado destacar por encima de esa identidad de la pieza, buscando elevar el listón pero dando como resultado al final que aún no suena bien del todo. No es cuestión de olvidarnos de los solistas, de coartar sus intenciones, sino de hacer que se levanten y asuman el protagonismo en el momento adecuado y no en otros.

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"En el jazz, cada instante es una crisis, y uno pone toda su habilidad en un juego para soportar esa crisis", expresa Christopher Moore citando a Wynton Marsalis, dando a entender que no importa el pasado ni el futuro sino solamente ese instante y cómo te enfrentas a él. Ibón Navarro atina diciendo que el juego es cosa de los jugadores, de su interpretación de cada situación de partido, de sus capacidades para superar al rival, pero hemos de matizar que nada mejor que dentro de esa partitura colectiva es donde las individualidades y las decisiones brillan con más fuerza. Y a veces el equipo en esta interpretación no ha respondido de forma coral.

Rebote y defensa

Este renovado Laboral Kutxa Baskonia necesita de la defensa y sobre todo del rebote para abrir el campo y volar hacia la canasta contraria. Iverson cumple su papel (y de qué manera) e incluso Begic, venido un poco a menos, también. Se demuestra que el rebote es clave en este equipo porque es la consecuencia de la intensidad individual en la defensa del jugador contrario y de la generosidad del esfuerzo colectivo en impedir los buenos tiros rivales. Cuando el equipo lo hace, y lo ha hecho, es la causa que ha propiciado una marcha más que los demás: intensidad y potencia al mismo tiempo y luego a disfrutar corriendo el campo, tocando la pieza posiblemente que más agrade a los propios jugadores, al equipo y al público.

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La identidad de un equipo tiene que ser dinámica e ir afianzándose en el tiempo sumando nuevos solistas y partituras, que permitan competir contra quien se ponga delante, sin importar el nombre del rival y el lugar donde se juegue. En esta lógica suma, han emergido solos que no han aportado a la partitura del grupo y lo que es peor, han hecho que las extrañas miradas del grupo y las dudas en los asistentes hayan surgido: ¿y eso a qué viene? Es entonces cuando emerge la figura del líder, ésa que recuerda que el guión es uno, que cuando se ejecuta fielmente y con los solos adecuados, adquiere todo el sentido y en el momento en que se vuelve a ese ritmo y su significado es cuando todo el resto del grupo se sienta cómodo y muy competitivo. Hay jugadores que logran que esa melodía vuelva a su sitio: un siempre oportuno San Emeterio, un equilibrado Causeur, un contundente Iverson y un peligroso Shengelia, equilibran la pieza dándole sentido, aunque ellos no quieran protagonizar siempre sus solos.

Talento

Del resto, nada mejor como no cortarles la alas ni silenciar su talento, sino simplemente aprender a saber cuándo, cómo y de qué manera su solo ha de brillar por todo lo alto: que Bertans logre su metro de ventaja para armar el brazo y que el balón haga el resto en su rápido vuelo hacia la red; que James vuelva a sentir que sus piernas son más rápidas y potentes que las del rival; que las manos de Adams y su segundo de anticipación logren la ventaja adecuada; que Tillie encuentre el pasillo adecuado hacia la canasta... todo eso hará que el conjunto brille. Se necesita que cada solista sea capaz de lucir a sí mismo y al talento del equipo y que el líder de la banda, Ibón Navarro, sienta que si "tocas una melodía de jazz y las personas mueven los pies, has de seguir sonando la misma música", como decía Count Basie.

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Poco después de publicar este artículo se ha conocido el fallecimiento de Juan Claudio Cifuentes, Cifu, el gran divulgador del jazz en España. Vaya pues en su memoria.

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