Necesidad de sumar ya con vistas a la Copa

Dentro del ámbito de la ACB, el equipo vitoriano le ha cortado tres cupones al calendario con el éxito inicial ante el Unicaja tras una reacción soberbia en el Buesa Arena, una derrota de relativo retrogusto amable entre las paredes vetustas del Palau por un primer tiempo de alta escuela y otra más amarga al ver cómo el veterano plantel del Tenerife profanaba el santuario de Zurbano mediante su poso a la hora de cerrar duelos en el filo. Al término de las tres entregas disputadas, la parroquia azulgrana prefiere hablar del cuajo del equipo que de los fríos marcadores. Porque el baloncesto alavés, con Joan Peñarroya, esparce mejores impresiones que balances.

Y aquí conviene estar al plato y a las tajadas. O que el atractivo juego de contornos casi ya visibles atraque en el muelle de los triunfos. Aunque el corte para determinar los ochos conjuntos clasificados para la Copa queda aún lejos también es cierto que se requieren victorias inmediatas. No vaya a resultar que el indeseable 1-3 al acabar el duelo en la capital maña obligue a dejarse los bíceps en la tarea de un remo apresurado. Que el retorno al torneo efervescente del 'rasca y gana' habita en el código genético de un club cuya última incomparecencia se interpreta a la manera de un desplante doloroso.

Se enfrentan esta noche en el pabellón Príncipe Felipe un bloque por hacer y de reveses encadenados (Zaragoza) con otro (Baskonia) que esboza a través de trazos casi firmes una identidad propia. Incipiente, sí, y a merced de vaivenes vertiginosos. Un grupo, el aragonés, que aún debe de enseñar su gen competitivo con otro, el vitoriano, que muestra el colmillo en cuanto puede convertir el parqué en el tartán del atletismo.

Tras la ajustada derrota inicial en Compostela, el Casademont ha caído con estrépito en su única presencia local ante el Murcia y en el desplazamiento a Las Palmas. En este amanecer de la temporada sólo destacan las aportaciones del alero cubano Sant-Roos (fichaje estelar desde Atenas) y del pívot nigeriano Mekowulu. A las órdenes del ya inestable Martin Schiller que, de momento, luce más cáscara que contenido.

Como bien dice Peñarroya, más vale la introspección que mirar a lo ajeno. Así que parece recomendable atender a las virtudes bien apuntadas y las costuras todavía vistas del mismo Baskonia. Un equipo que lidera Thompson, que cuenta con el renacer de Marinkovic y la versión 1.0 de Giedraitis, la inclusión de los canteranos bálticos en el engranaje y que tiene en la pareja Costello-Kotsar la batería interior más fiable tras el descarte de Enoch durante un tiempo indefinido. Pero que requiere la rápida adaptación de un Hommes aturdido y que admite los dientes de sierra de Howard. Ese tirador compulsivo que abandonará varias tardes la plaza a hombros y otras atravesará la puerta taurina -y virtual- de la enfermería.