Palo turco

Daba la sensación, al ver tanto hueco en la grada, que el personal seguía de manifestación en apoyo al alcalde de su ciudad. Abría la persiana Beaubois, con la merienda en la boca, para chorizarnos la primera ventaja. La respuesta baskonista fue casi inmediata de la mano de Tadas, un tirador que no lo es, y un Forrest que hace del 1x1 su fiesta. Pero Rodrigue, con su prodigiosa muñeca y una elegancia que desfila por las canchas, permitía a los de Banchi superar el más mínimo bache. Seguíamos manteniendo el tipo gracias a Cabarrot mientras sufríamos por los balones sin dueño y la ausencia de nuestro kit de supervivencia habitual llamado Markus.

Los turcos comenzaban a decir Elijah y si encuentra algo mejor cómprelo. Sus pequeños se iban haciendo grandes, el rebote era por momentos un suplicio aunque logramos salir del bache por el acierto y su generosidad. Con el Trent pitando volvimos al raíl del partido del que perdimos vía por sus segundas opciones, su número 1 y Willis. Todo al 0 para llegar vivos a la estación.

Sonido de silbatos para arrancar la segunda mitad y tres canastas que nos sentaron como Diop. Alarma roja por los dolores del puertorriqueño y saltos de alegría por su falta de puntería. Salir a todo meter nos hacía usar el susodicho verbo sin que fuese redundante. Minutos de aullido baskonista que nos duró hasta recibir el mordisco de Ercan. Volvió Howard tras superar otra de sus lesiones fantasmas mientras el partido vagaba como alma en pena entre mandobles y pedradas.

Con el retorno del de Guadalupe mejoraba su ofensiva sin que tuviesen que orar a su virgen. Larkin se añadió al festín, como rey del triple, para hacer inútiles los esfuerzos de nuestro Khalifa. Demasiada bola regalada, apertura de un Dozier al poste bajo y H&F&R sistema para arreglar entuertos. Los de casa se subían a nuestro aro con Porier mientras Rolands daba lecciones en las letras. Se nos fueron entre silbidos desafinados, una defensa que apagó nuestras estrellas y una plantilla que está a años luz.

Palo turco final tras un último cuarto en el que los otomanos tiraron de la magia de Shane y el músculo de Vicente. Envidia sana cuando miras su plantilla aunque enfermes al ver que varios fueron nuestros. Malditas donaciones, silbos con interrogación y signos de exclamación hacia Rodri y Larkin.