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Es un hecho que la diferencia actual entre el Baskonia y el Real Madrid está en la posición de base. Mientras los vitorianos disfrutan de la solvencia de Darius Thompson, los de Chus Mateo no tienen alguien que oposite con él más allá de colocarle ... un defensor más o menos duro. Sergio Rodríguez, en estos momentos, no puede equilibrar la creatividad del americano baskonista. Los de Mateo no tienen más bases. Y eso que esta vez el peso del juego lo llevó Heiddeger, su relevo, pero en los minutos de desconcierto la presencia de Thompson en la cancha reorganizó cualquier atisbo de debilidad. Además, la defensa tiene muy interiorizado cómo restar espacios productivos a Tavares. Este factor da trabajo, pero no miedo, y los vitorianos lo resuelven eficazmente.
El enfrentamiento no respetó guiones anteriores. Mientras que los de Joan Peñarroya comenzaron muy fríos, los blancos -exuberantes de salida- producían con facilidad y dominaron el primer cuarto. A partir de aquí, coincidiendo con la salida al campo de Thompson, todo se encarriló. Se pausó al ritmo del base y los baskonistas ganaron los tres parciales siguientes. De ir por detrás en el marcador a dominarlo hasta el final. El 88-95 fue merecido.
El Baskonia volvió a dar una demostración de su buen juego en equipo. Tanto en ataque como en defensa juegan con gran equilibrio. No fue su mejor día desde la línea de tres puntos (7/26, un 27% de acierto) pero tampoco condicionó demasiado. Demostró que su batería de recursos es prolífica y apta para todos los componentes. Más y mejores tiros cerca de la canasta y, sobre todo, una actitud notable para achicar espacios en la zona defensiva y luchar en cada rebote. La base del dominio baskonista. Mientras que los de Joan Peñarroya interiorizaron con acierto lo que querían de cada posesión, los blancos lo fiaron a la calidad de sus individualidades y oponían un 'a ver qué sale'.
Las rotaciones del equipo nunca debilitaron el juego colectivo azulgrana, demostrando que los jugadores devuelven de forma multiplicada las oportunidades que reciben. Así, tanto Enoch como Heidegger, Kurucs o Raieste dieron solidez al equipo y demostraron que pueden ser de gran ayuda en partidos de máxima exigencia.
Una victoria de gran valor para el Baskonia. Primero, por la enjundia del contrario. El Real Madrid es un candidato a todo. No cabe duda. Y se le gana, de nuevo, en su propio campo. Segundo, porque era un partido que a efectos clasificatorios se podía perder. No significaba gran cosa en la clasificación. Y tercero, quizás lo más importante, porque se ganó siendo fieles a la personalidad del equipo. Es decir, repartiendo los tiempos de juego y sin perder un ápice de su hambre para ganar cuando más necesita dosificarse para aguantar los desafíos en qué anda metido.
Una buena dosis de autoestima para ir el próximo jueves a Belgrado a gestionar el partido de Euroliga. Ahí los azulgranas se reencontrarán con Ivanovic y Vildoza.
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