Un rescate incompleto

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Quedaba una grieta hacia la redención después de tanto despropósito. Se coló por ella Pierriá Henry en busca de la remontada después de que el Manresa se situara con un holgado 62-51 a siete minutos del cierre. El duelo parecía visto para sentencia, pero ante semejante acumulación de errores por parte de ambos equipos, cualquier brasa podía producir un incendio entre tanta sequedad baloncestística. Animó el base de Charleston una tarde que languidecía. Comenzó a destapar algunas de sus genialidades en el 'uno contra uno', redescubrió el arte del pase para asistir a jugadores hambrientos como Jekiri o Sedekerskis, tuvo a Dragic como un aliado de última hora y también la colaboración de un Manresa con la mira desviada, con Rafa Martínez nervioso ante el desacierto justo cuando mayor temple necesitaba su equipo y a un joven Marc Peñarroya convertido de sopetón en timonel principal ante la acumulación de bajas en las filas catalanas.

El Manresa resistió a duras penas hasta mantenerse con un 66-56 con cinco minutos aún por jugar. A partir de ahí, un monólogo azulgrana con nombre propio, el de Henry, y un grupo de compañeros a su lado que trataron de funcionar como un equipo, justo lo que había faltado a lo largo de los minutos precedentes. Un parcial de 3-12 dibujaba un rescate tardío y que terminaría por ser incompleto. Tras servir a Jekiri una asistencia que dejó al nigeriano solo bajo el aro para anotar la canasta del 69-68, se abrió la opción para los vitorianos de terminar la fase regular con un triunfo tras el lanzamiento errado de Rafa Martínez a 27 segundos del cierre.

Era de justicia que se jugara Henry la carta decisiva y así fue. El problema es que buscó ese tipo de canastones que aspiran a encabezar la lista de mejores jugadas, un posteo de espaldas para después lanzar cayendo hacia atrás que no llegó a perforar el aro manresano. El colofón planteado por el base estadounidense era demasiado bonito para ser verdad después de una refriega de baja factura, disputada entre las limitaciones patentes del Manresa y el bajísimo estado físico de un Baskonia roto.

La rúbrica definitiva la pondría Rafa Martínez desde el tiro libre tras una falta antideportiva de Sedekerskis. Victoria asegurada para los de Pedro Martínez y un nuevo tropiezo de los azulgranas para cerrar una recta final de fase regular descorazonadora y que deja sensaciones inquietantes de cara a los play off. Un equipo casi imposible de reconocer, que en el Nou Congost se vio obligado a pelear sin sus dos ala-pívots. La baja de Polonara era esperada, pero a ella se sumó la de Alec Peters, debido a molestias en la rodilla. Una preocupación más para un Dusko Ivanovic al que, ahora mismo, se le cae el equipo de las manos entre contratiempos físicos, ajustes apresurados de nuevos reclutas y el duro reinicio de los jugadores afectados en su momento por el brote de covid. Resta una semana para el inicio del play off de cuartos contra el Valencia Basket y el rearme baskonista resulta tan urgente como arduo de llevar a cabo.

Mientras, el conjunto azulgrana paseó su vulnerabilidad por el Nou Congost ante un Manresa también con un buen número de ausentes en sus filas pero con la capacidad de mantener una conjura colectiva que le valió para controlar el duelo durante los primeros tres cuartos. Del descaro del joven Peñarroya al empuje de Vaulet o el oficio de Rafa Martínez. Un tridente que propició el despegue local en el segundo cuarto con un parcial de 24-15 para llegar al descanso con un 42-34 y mantener sus constantes a lo largo de la tercera entrega y el inicio de la última.

Y en las filas azulgranas, la calidad escondida entre un marasmo de descoordinaciones, una sangría constante de pérdidas de balón (19) y un acierto triple que daña a los ojos, con un 4 % después de acertar uno solo los 22 intentos. Ni ritmo ni atención para cerrar el rebote bajo el aro propio ante un Manresa que también tuvo su buena ración de desacierto. El Baskonia se conjuga ahora en primera persona; la individualidad de Henry, la soledad en la pintura de Jekiri o el esfuerzo de Sedekerskis. Lo colectivo es un puzle que hay que reconstruir cuanto antes.