El ciclo menguante de Granger

En los últimos cuatro choques, desde la dolorosa pájara ante el Gran Canaria, el capitán azulgrana promedia 1,5 puntos, 18% en triples (2/11), 2 asistencias y 0,5 de valoración. El balance del marcador cuando el charrúa ha estado sobre la pista es de -6,5 y, aún más alarmante fue su impacto negativo en los dos duelos de la semana pasada, en los que apenas disputó nueve minutos (-14 y -7 respectivamente).

Los malos guarismos y peores sensaciones se contemplan al observar que en estos últimos duelos solo ha tirado una vez de dos puntos y no ha acudido a la línea de tiros libres. Es una consecuencia clara del cambio en sus condiciones físicas y, por lo tanto, en su estilo de juego que ha sufrido tras las graves lesiones. Mucho menos explosivo, con necesidad de amasar mucho balón para sentir al equipo suyo y especialista en el juego de dos para dos. Unas condiciones que no favorecen al resto de sus compañeros, y dependiente del lanzamiento exterior. Rara es la vez que apuesta por penetrar, cuando lo que el bloque demanda es vértigo, romper las defensas por el centro y atacar la zona.

Son estos los motivos que atornillaron a Granger al banquillo durante toda la segunda parte del duelo contra el Valencia, saldado con una derrota que deja al equipo casi sin opciones de lograr la ventaja de campo en la primera ronda de los playoff. Un protagonismo terciario que ni el equipo ni Spahija ni el jugador pueden permitirse de aquí a final de temporada.

Se trata del quinto baskonista más valorado (1) en la ACB, el máximo asistente (4) y con una media anotadora que roza la decena (9,7 puntos). Unas cifras alzadas en el primer tramo de la temporada, cuando asumía el rol de director de orquesta, y empequeñecidas desde que el técnico croata le demandara dar un paso a un lado para abrirle el campo a Baldwin.

Su encaje nunca ha hecho 'clic'. Juntos son como un ratón de ordenador que uno de los dos botones se queda pillado. Picasso los retrataría en un balancín. Mientras Baldwin se adaptaba a su nueva vida como padre, Granger estaba en la cima. Preciso y responsable en los primeros meses del curso. Fantástica pretemporada y MVP del mes de noviembre en la ACB. 20,7 puntos, 59% en triples (19/27) y 5,7 asistencias. Un estado de gracia que se ha diluido por completo.

Sus momentos de brillo ahora son chispazos aislados y discontinuos. En la Euroliga, ante el Estrella Roja y Mónaco, donde se echó al equipo a las espaldas gracias a su acierto desde la larga distancia. Hasta que falló. En la ACB, fue vital su aparición final ante el Breogán tras recuperarse de unas molestias en el pie y majestuoso su segundo cuarto en Bilbao, el único día que tanto el de Montevideo como el de Nueva Jersey le ofrecieron lo que le convenía al equipo en cada momento. Si compenetrarse es una quimera, el uruguayo aún tiene recursos para ser muy importante liderando la hasta ahora baldía segunda unidad azulgrana.