Ex jugador del Baskonia y el Barcelona
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Ex jugador del Baskonia y el Barcelona
El robo de su casa y las críticas tras el cese de Dusko: Maciej Lampe repasa su agridulce paso por el BaskoniaEra un pívot de fundamentos exquisitos y carácter peculiar. Móvil, con muy buena mano y un gesto pétreo sobre la cancha que solo torció en aquel infausto cuarto partido del play off de la Euroliga de 2013 con el CSKA. El de la «corrida» de ... Ettore Messina. «Nos robaron», dice ya retirado Maciej Lampe (Lódz, Polonia, 1985), sin temor a cualquier sanción. «Es un partido que no se me va a olvidar», recuerda once años después.
Fue el primer polaco elegido en el Draft de la NBA, jugó en el Real Madrid, Baskonia y Barcelona y anteayer se convirtió en el responsable de los jóvenes valores de los jóvenes jugadores del Sopot. «Estamos intentando cambiar el baloncesto de aquí», ambiciona desde su país natal. Allí vuelve a coincidir con Zan Tabak, uno de sus dos entrenadores en su agridulce etapa en Vitoria.
«Me robaron. Entraron en casa y se llevaron mis relojes», es el primer recuerdo que le viene a la mente de la capital alavesa, en la que permaneció entre 2011 y 2013. «Había ganado la Eurocup y fui el mejor jugador de la Liga rusa. Mi agente me dijo que tenía el interés del Baskonia, que a muchos jugadores buenos les fue bien. Era la mejor opción para luego aspirar a más y firmamos dos años», recapitula sobre su aterrizaje. Con la rúbrica del acuerdo llegó la peor noticia posible para un nuevo fichaje.
«Me estaba preparando para la temporada en Chicago con Tim Grover y me lesioné de la cadera. Fui a Vitoria, me vieron, quedó claro lo que había pasado y hubo que operar», evoca, pasando por alto que se durmió y llegó una hora tarde al reconocimiento médico. «Al principio dijeron que la recuperación sería de ocho o nueve meses pero lo hice en siete. Y llegué a algún acuerdo con el club». Un curso más de contrato y un salario reducido en el primer año, según publicó este periódico. Llegó justo para debutar en la Copa de Barcelona e hizo un buen final de temporada. «Hasta que en plenas semifinales de ACB contra el Madrid me lesioné. Jugué el quinto partido con el tobillo roto. Íbamos 2-1 y luego perdimos. Me costó un montón recuperarme y me perdí el verano con la selección», rememora.
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partidos ha disputado el polaco entre su etapa en el Barcelona y en el Baskonia. 85 con la camiseta azulgrana y 120 con la blaugrana en un total de dos temporadas en cada equipo (2011-2013 y 2013-2015).
El siguiente ejercicio arrancó peor y supuso la traumática destitución de Dusko Ivanovic. «Estuve bien con él. Sabía que no había que poner caras, no había que discutir y ya está. Pero le echaron y dije una cosa que no sentó bien a los aficionados. Es un entrenador legendario, había muchas preguntas sobre él y yo dije que era pasado. 'Enfoquémonos en el futuro y dejemos de hablar de él'», expresó ante los medios cuando el fenómeno 'hater' aún no había llegado a las redes sociales. La realidad es que la llegada de Zan Tabak revitalizó al equipo con la racha de 17 triunfos, pero no evitó la relación tirante del Buesa Arena con su pívot titular. El polaco fue tildado por muchos de solo tomarse en serio los partidos más motivantes. «Eso se dice porque nos eliminó el Gran Canaria en el play off. La gente tenía la ilusión de hacer más. Pero fue un golpe duro para todos», considera sobre su último encuentro como azulgrana.
Ese verano puso rumbo a Barcelona. Scariolo, quien le hizo ser el jugador más joven en debutar en el Madrid (16 años) en 2002 y brillar en el Khimki (2008-2009), contaba con él, pero la decisión del Baskonia y del jugador estaba clara. «Tardó en hacerse pero estaba cantado que no iba a seguir. Simplemente las negociaciones se alargaron. Estaba contento de jugar en el Barça. Era el grande que me faltaba en España», revive. El traspaso sirvió para aliviar las arcas de Zurbano, pero deportivamente no le vino bien a ninguno. Los azulgranas se quedaron sin un cupo de formación capaz de promediar 14 puntos y 6 rebotes por partido mientras el polaco no encontró continuidad en el Palau, de nuevo mermado por los contratiempos físicos.
«Tenía unos granos en la espalda y el médico dijo 'tómate esto dos veces al día'. Era un medicamento que cuando lo tomas en EEE UU tienes que firmar que no te vas a suicidar. Te da vitamina A pero te seca por dentro. Yo me encontraba muy mal, sin ganas. Casi no me podía mover bien, por la noche no veía bien… Hasta que empecé a leer los efectos secundarios. Se lo dije a Xavi Pascual y me dijo que no me creyera todo lo que leía en Internet. Yo me enfadé, les eché toda la mierda y al final me acabaron pidieron perdón. Estuve dos meses y medio sin jugar. Luego volví, ganamos la liga, pero mi relación con el entrenador ya estaba un poco dañada», recuerda pese a ser decisivo en el título. Dio la estocada al Real Madrid con un triple desde la esquina el día que Pablo Laso salió del Palau expulsado en silla de ruedas.
Tras otra temporada más de blaugrana acabó un periplo deportivo por España que le empujó a comprarse una casa en la Costa Brava. Allí ha residido los tres últimos años, invirtiendo en empresas de construcción y tecnología, y dejando a un lado una extensa carrera de baloncesto. Perteneció a 18 equipos, aunque en su memoria son «solo once». Tiene anécdotas en prácticamente todos. «Fui uno de los primeros extranjeros que fichó el Madrid para la cantera. No estaban tan organizados como ahora y conmigo fueron descubriendo muchos fallos», afirma.
Aún así, destacó en el equipo de Liga EBA. Cuenta que iba a ser elegido en la primera ronda del Draft de 2003, el de LeBron James, pero tuvo un gran impedimento. «Tenía una cláusula de salida de 2 millones de euros, casi todo de mi bolsillo. Firmé 8 años con el Madrid. Pensé que los 23 era una buena edad para ver la clase de jugador que era, pero mi etapa fue más rápida». Las ganas de triunfar en la NBA le pudieron y allí pasó tres temporadas en el rincón del banquillo de cuatro franquicias (10 minutos de media en 64 partidos).
Su puerta de regreso a Europa iba a ser el Dinamo de San Petersburgo. «Llegué el primer día y el equipo se fue a la mierda. Bancarrota». Pero hizo un entrenamiento y el Khimki le ofreció el mismo contrato. «Antes de debutar me llamó el Madrid. O pagaba los 350.000 euros que debía todavía o no podía jugar. Obviamente pagué y me dejé de líos», recuerda.
«Allí me fue muy bien. Había un equipo con muchos americanos cogiendo el último contrato de su carrera y yo, con 22-23 años y con hambre…». Luego estuvo en Tel Aviv, en una etapa de la que ni él mismo se acuerda mucho. «Debí jugar cuatro partidos», evoca. Relanzó su carrera en el Unics Kazan antes de sumarse a la alta nómina de jugadores (34) que han jugado en el Baskonia y en el Barcelona. «Después me fui a Turquía, China, un poquito Bahréin, una experiencia en Taiwán, un poquito a Polonia y otro poco en Francia. Y se acabó. 22 años». Una lesión en la mano le costó una retirada al ralentí. «Firmé otro contrato en China, pero tardaba mucho en arreglarse un hueso y me fui retirando poco a poco después del covid. El cuerpo me pedía relajarme». Tras un periodo alejado del mundo del baloncesto, ahora dice que le «gusta» la plantilla del Barça y elude pronunciarse sobre el Baskonia. Los dos clubes principales de una carrera demasiado turbulenta para tanta calidad.
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