Scola celebra el pasa a la Final Four de Moscú 2005 RAFA RIVAS
Luis Scola / Exjugador de baloncesto

«Tengo ganas de volver como amigo y vecino de Vitoria»

El emblema argentino da por buena su estancia en el Baskonia y cree que un segunda etapa casi no hubiera podido mejorar la historia

Viernes, 24 de septiembre 2021, 04:19

«Me he retirado, pero todavía no soy viejo», advierte un jugador de leyenda. «Es un halago que no sé si merezco». Ustedes dirán. Es Luis Scola (Floresta, Buenos Aires, 1980), al que es, era, un placer ver bailar en la pintura y era, es, ... un gusto hablar con él. Con mirada atenta y descaro en sus respuestas, reflexiona y no pierde de vista sus orígenes. Su Baskonia, pero también Gijón, «la computadora» que se compró con el adelanto que le ingresó Josean Querejeta. Le da pudor escuchar que es el mejor jugador de la historia del club y prefiere no profundizar en su hipotética segunda etapa como azulgrana. Su mayor aspiración sigue siendo aprender cada día.

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– ¿Qué aprendió en su último partido?

– Es un hábito. Me refiero a que la cultura del domingo, de ganar, achicar la visión al resultado, no te permite crecer. El corto plazo es un enemigo de los proyectos. Es muy difícil conseguir cosas buenas en una semana. Todo lo que tiene valor necesita tiempo y trabajo. En Estados Unidos tienen una mentalidad más en esa línea. En el resto, todo es más fatalista. No podemos perder, solo nos centramos en el domingo y no en el lunes. Por ahí va la reflexión.

– Es parecida al 'partido a partido' de su compatriota el 'Cholo'.

–Sí. Me encantaría copiarle en cientos de cosas. Es un mostruo. Para crecer, tienes que tener la posibilidad de mejorar todos los días un poquito. Eso es lo que hace la diferencia.

–¿Cuándo fue la primera vez que piensa en dejar de competir?

–No hubo un día en particular pero hay un punto en el que la profesión te va mandando mensajes. A mi el primero me llegó en 2011, cuando me lastimé la rodilla. Algún médico decía que quizás no iba a poder entrenar todos los días por el dolor. No hay un día que te diga hoy te convertiste en viejo. Van pasando cosas, ajustas algunas, aparecen otras, hasta que llega un punto que es muy costoso tanto ajuste. Las cosas que uno tiene que hacer para estar en una condición que considera aceptable son tantas que terminan no compensando.

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– Hábleme del día después, cuando se da cuenta de que ya no va a volver a levantar a la grada con sus canastas.

– Fue natural. No cambió nada. Estoy seguro que llegará un proceso más complicado cuando asiente la nueva rutina y entienda que ya no estaré más en la cancha. Ahí caerá esa ficha y generará situaciones diferentes.

– ¿Por qué los despachos y no los banquillos?

– Siento que me gusta más. No, al revés. Me gusta menos entrenar. Siento que se me da mejor la gestión. No creo que pueda ser buen entrenador, nunca me pareció atractivo. Sí hay un rol en la cancha que me gusta y creo que lo puedo hacer bien y es trabajar tecnificación individual. En algún momento estoy seguro que acabaré explorando esa faceta porque me gusta estar en la cancha y no estar vestido de camisa y pantalones. Quiero dejar claro que, si algún día falta alguno para entrenar, entrenaré, pero está totalmente descartado que vuelva a jugar como profesional.

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– ¿Qué éxito le parece el más grande de su carrera: el crecimiento del básquet en Argentina, las medallas, la etapa en el Baskonia, la década en la NBA...?

–Tengo que estar feliz de lo que me tocó vivir. Me quedo con dos. La medalla olímpica en Atenas, creo que no hay nada superior a eso, y un segundo logro al mismo nivel pero desde otro lugar es haber sido abanderado de Argentina en Río 2016. Es el mejor reconocimiento a lo que he hecho dentro y fuera de la cancha. Aunque también hubo cosas malas que estoy feliz de haber vivido.

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– ¿Cuáles?

– Años que fueron mal, lugares que me quise quedar y no pude, finales perdidas… pero no siento que haya que hacer un análisis detallado de eso. Son cosas que pasaron y las miro como parte del proceso. La peor, la pandemia, aclarando que fuimos unos privilegiados y sintiendo todo lo que sufrió la gente de verdad. Los dos últimos años fueron una lástima. Jugar el último partido en Tokio sin público, tomar una decisión tan importante como volver a Europa a la Euroliga y no poder terminarla, no haber ido a Vitoria a jugar mi partido ahí…

– ¿Qué esperaba de ese partido como rival en el Buesa?

– Quería ver la cancha, reencontrarme con amigos, con Alfredo, tengo muchas ganas de verlo. Le voy a llamar en breves. Además, ahora estoy obligado por el trabajo (risas). Quería ver a Josean, a Félix, Sanchón, Dusko… le tengo que dar una abrazo y agradecerle. Eso es lo que quería. Hay una cosa que no quería pensar que era la reacción de la gente. Iba a ser muy emotivo y no lidio muy bien con esos momentos. No son mi fuerte. Entonces trataba de no pensarlo. Que ya había pasado mucho tiempo. Iba sin expectativas en este aspecto. Fue increíble porque faltaban dos semanas. Pero ya está, no pasa nada.

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Cuentas culturales pendientes

– ¿Qué queda de aquel chaval que llegó a Vitoria en 1998 con el pelo cortísimo y perilla?

– Queda mucho, creo. La esencia, que es lo importante. Aunque soy una persona diferente que crecí en todos los ámbitos en Vitoria.

– Recuérdenos que supuso alcanzar cotas los títulos o la Final Four de la Euroliga con el Baskonia.

– Me hubiera gustado mucho ganarla. Mucho. Pero no se dio. Me fui a la NBA y tampoco logré el anillo. Duermo bien. No me quedó enganchado. Tampoco a lo bueno. Yo siempre tenía en la cabeza lo próximo. Preparando los Juegos, vino Pablo (Prigioni) a entrenarnos. El último día, nos dijo. ¿Ganamos? Y qué más da. ¿Perdemos? Qué más da. La cosa es dejarlo todo y pasar página. Es una mentalidad americana que adapté y me parece genial.

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– Tenía fijación en jugar en la NBA, pero le costó dar el salto.

– Durante ese proceso, fue una cosa negativa para mí. Hoy, visto con retrospectiva, no tengo una visión negativa de cómo se dieron las cosas. Podría haberse dado de otra manera. También peor. Pasó así y ya está. Me draftearon en 2002 y me fui en 2007. No pienso que esos cinco años hubiera podido jugar en la NBA. Quizás, a partir del 2004, después de los Juegos, fuera el momento en el que ya lo estaba. Hubo dos años en Vitoria que podía haber jugado en la NBA pero a la larga, después de haber jugado tantos años, no lo veo mal. La realidad es que estoy muy contento con el balance general de mi carrera, sobre todo en Vitoria. Seguramente alguna cosa podríamos haber hecho mejor todas las partes. Pero también peores.

«No me quedó la espina de volver al Baskonia»

FRUStrada vuelta al buesa

–¿Entiende los casos de Vildoza o Deck de irse a mitad de temporada a la NBA?

–Han pasado muchas cosas raras en el último año y medio. Mi reflexión es que la NBA es el mejor lugar del mundo para el basket, la distancia es enorme con el resto y las oportunidades hay que aprovecharlas. Igual no les sale bien, pero solo con entrenar creo que vale muchísimo. Estoy convencido de que merece la pena.

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– Cuántas veces ha maldecido de Dusko?

–Alguna (risas). La realidad es que le tengo un cariño muy grande. Pasaron cosas. Él también se enojó bastante conmigo.

– Cuando le dijo que necesitaba descansar.

–(Risas). Ahí mucho. Siento que el cariño y el respeto es recíproco. Es un entrenador muy importante para mí y le deseo todo lo bueno. Es un buen tipo, creo mucho en una manera de trabajar férreamente que muchas veces la gente lo extrapola equivocadamente a como es como persona. Cuando uno lo conoce, el mensaje que transmite es otro. Aunque alguna vez no pensaba de esa manera (risas), ahora sí.

– En España se dice que al sitio en el que se fue feliz no hay que volver. ¿Por qué no volvió?

– ¿Qué más da? Es irrelevante. Yo pienso que no cambia la historia. Se podía mejorar o empeorar, pero la diferencia era drástica. No se dio y lo dejamos ahí. Tengo ganas de volver como amigo y como vecino de Vitoria. No me quedó una espina de no haber vuelto.

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– ¿Cuando fue la última vez que estuvo en Vitoria?

– En el homenaje del doblete en 2017. Ha pasado demasiado tiempo.

– ¿Tiene fecha para la próxima?

– No, aún no.

– ¿Qué le gustaría hacer a su regreso?

– Llegué muy de joven y lo que más frecuentaba era el centro. Mucha comida y demás. Después con el tiempo, crecí, tuve familia y empecé a conectar mucho más con la naturaleza y es una de las cuentas pendientes que tengo con Vitoria. También Gijón, dos lugares increíbles para pasear, ir al mar, a la montaña.. y que yo no disfruté tanto. Me queda esa cosa. Tengo ganas de hacer unos buenos viajes por el País Vasco y pasar unos días en Gijón y aprovecharlo culturalmente como sí hice en otros lugares.

– ¿Qué reconocimiento espera que le prepare el club?

– Solo espero que me lleven un día a comer a esos restaurantes que conocen ellos y son espectaculares. Lo demás, ya no es importante.

«Fui un inconsciente. Con 11 años solo pensaba en ser profesional»

– ¿Qué hizo con su primer sueldo?

– Tenía 17 años cuando firmé. Comiendo con Josean, mi papá y mi agente, me preguntaba cosas y le dije que me quería comprar una computadora. Esa noche, el Baskonia me hizo un adelanto de mi sueldo para que yo me comprase el ordenador. Me pareció un gesto increíble.

– ¿Ha pensado alguna vez que hubiera sido de usted si no hubiera podido vivir del basket?

– Lo pensé pero no conseguí respuesta. Desde que empecé fui un inconsciente. Tenía once años y ya estaba convencido de que iba a ser profesional. Sin saber cuánto iba a crecer ni si iba a jugar bien. Estaba obsesionado porque acompañaba a mi papá a jugar e identifiqué que el basket me conectaba con mi papá porque a mis hermanas no les interesaba. Hablábamos de algo que solo los dos entendíamos. Quería jugar para mantener ese vínculo. Le generaba un orgullo especial que quisiera ser como él. No me daba a pensar en otra cosa. Ahora, que son tiempos de reflexión, no encuentro que hubiera sido de mí.

– Dejó de estudiar. ¿Se arrepiente o le gustaría retomarlo?

– Terminé la secundaria pero nunca hice una carrera universitaria. Sí me gustaría, lo que pasa que la gente lo hace para colocarse mejor en el mercado. Yo, por suerte, ya lo estoy, entonces creo que buscaré algo más concreto y específico como cursos o así. Anecdóticamente, te cuento que hace un tiempo recibí un curso de piloto de aviones, pero es un 'hobby'. No me verás pilotar un avión de Iberia nunca.

– ¿Y comer algún chuletón ahora ya retirado?

– (Risas) Sí, de vez en cuando sí. Me permito alguna trampa.

– ¿Qué le diría a todos los ficionados que tanto desearon suregreso?

– Gracias. Me dieron unos años inolvidables. Crecí como persona, formé una familia y me trataron muy, muy bien. Van a estar siempre en mi corazón.

– ¿Qué ha encontrado en Varese para establecerse allí?

– Un lugar que me encantó, gran calidad de vida y un lugar en el que asentarme durante un tiempo. Parar la vorágine de mi vida profesional y pararme cinco o seis años y darme el poder para hacer el proyecto.

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